Si nos trasladamos a Nueva Zelanda, los maoríes afirman que la isla estuvo habitada por gigantes antes y después de que ellos mismos pisaran esas tierras. Hablan de varios con nombres conocidos, como por ejemplo Matu, que vivía junto a lago Wakatipu (tipua significa «gigante») y que medía aproximadamente 2,70 metros.
En la vecina Australia, las leyendas de los aborígenes mencionan que estos seres ciclópeos ya campaban a sus anchas por ese territorio antes de que ellos lo poblaran.
Estos nativos todavía recuerdan la existencia de una época mítica primigenia o Dreamtime («Tiempo de los sueños»), cuando una raza ancestral de gigantes dio forma al continente y lo llenó de vida vegetal y animal. Incluso en la actualidad, los aborígenes aún mencionan la existencia de una raza de gigantes llamados Jogungs, que son el doble de altos que los humanos y habitaban la región de Nueva Gales del Sur.
En cuanto al destino final de estos colosos, algunas tradiciones apuntan a un brusco fin de su existencia. Así, las leyendas locales de Samoa apuntan a que en tiempos lejanos unos gigantes llamados Hiti moraban en la isla, pero desaparecieron tras una gran inundación o cataclismo, lo cual nos remite a diversas tradiciones de otros puntos del planeta que coinciden en este mismo escenario catastrófico.
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