Dolmen de Menga (Antequera)
Ubicado en una pequeña elevación de la vega antequerana próxima a la ciudad de El Torcal, se erige el magnífico conjunto megalítico de Antequera, quizá el más impresionante de Europa y uno de los más antiguos, con 5.800 años.
El dolmen de Menga fue descubierto por Agustín de Tejada (1587) y estudiado por Rafael Mitjana (1847). El corredor de entrada sobrecoge con cuatro inmensos ortostatos a la izquierda y otros tantos a la derecha, cubiertos con gigantescas losas. Está orientado hacia el noreste, a la poderosa Peña de los Enamorados o del Indio, una montaña cuya forma recuerda un rostro humano a la que probablemente el hombre prehistórico dio un halo sagrado o mágico. Algunos elementos parecen confirmarlo: las enigmáticas figuras que están grabadas en la pared de la entrada con símbolos de rituales y ceremonias mágicas así como las pinturas rupestres de la cueva que se halla en el cerro.
Se trata de una de las cumbres de la arquitectura adintelada de la Prehistoria europea, sobresaliente por sus grandes dimensiones con losas de hasta 180 toneladas. Realmente imposible de imaginar cómo llegaron allí.
Después, una ligera discontinuidad marca el paso hacia la gran cámara funeraria, en la cual llaman la atención tres enormes pilares, un recurso constructivo excepcional en el megalitismo europeo. Detrás del tercero se localiza un extraño pozo excavado en la roca, de 19,50 metros de profundidad y 1,50 de diámetro.
No se conoce la explicación a este profundo hoyo perfectamente cilíndrico ya que se trata de un elemento extraño a la arquitectura megalítica. Podría ser coetáneo a su construcción pero no se sabe a ciencia cierta porque ya había sido excavado en 1847, antes de las excavaciones más modernas. Según algunas cronologías extraídas de muestras de carbón (3790 a. C. y otra de 3730 a. C.), se supo que Menga había sido construida más de mil años antes de lo que se creía hasta aquel momento. Es pues tal vez, el más antiguo de Europa.
Según la teoría aceptada, los dólmenes estarían orientados hacia el amanecer del día en que comenzaron a construirse, y fija unas orientaciones concretas para Antequera. Tras varios estudios y, a pesar de que algunos arqueólogos prefieren ofrecer explicaciones ritualistas convencionales, los expertos llegaron a la conclusión de que su fin no era la observación de un orto solar determinado, sino que, en momentos puntuales del año, la luz del astro rey inundara el reino de los muertos en el interior de los sepulcros.
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