Hubo tiempo atrás pavorosas figuras que despertaron nuestros miedos más profundos, esos temores atávicos que precisamente por serlo nacieron con el hombre, en los albores de una historia siniestra y oscura, preñada de seres diabólicos cuya única finalidad era atormentar ese débil y frágil junco que es el ser humano. Y así, porque el instinto de supervivencia es poderoso, nos vimos obligados a crear remedios con los que combatir dichas fuerzas maléficas, que invisibles pero reales deambulaban junto a nosotros, en un mundo extraño, ávidas por acosar al incauto. Después, siglos más tarde, fueron muchas las generaciones que ante la sola mención del "coco", o de un harapiento y sanguinario hombre del saco o sacamantecas, que diversas fueron las denominaciones para este despreciable despojo, muchos eran los infantes que, literalmente, asistían al desbordamiento incontrolable de sus vejigas.Aquellos "bicharracos de pesadilla", como diría nuestro compañero Jesús Callejo, hoy provocarían más sorna que pavor. Sin embargo, hay otros que por muchos milenios que pasen siempre estarán presentes en ese instante en el que la razón sucumbe ante los instintos; ese momento en el que, no sabemos por qué, algo que no podemos vilusbrar hace que el más amable de los enclaves se convierta, en cuestión de segundos, en un pozo de inseguridad y zozobra que nos invita a marchar. De lugares de poder hablaremos en un próximo número; de estos seres lo hacemos en éste. Por un lado, en el magnífico libro que Callejo ha escrito, haciendo gala de su particular humor y mostrando el elenco de criaturas de las tinieblas que son muchas, que parecen habitar en esa dimensión paralela que es nuestro propio inconsciente. Después de leerlo, de disfrutarlo, uno piensa antes de apagar la última luz de la madrugada en los efialtes, en los súcubos e íncubos, en los tardos, las ingumas o las pesantas, y durante unos segundos cierto temor se agarra al alma; como hace siglos; como ha sido, es y será siempre. Y por otro, tres magníficos investigadores con años de trabajo en el campo de la criptozoología y varios libros publicados al respecto, como son José Gregorio González, David Heylen y Gustavo Sánchez Romero, nos ofrecen la visión más científica del asunto. Son los llamados críptidos, animales en otras latitudes considerados monstruos, que suponen a día de hoy uno de los mayores retos para antropólogos, zoólogos y biólogos de medio mundo. Asistidos por las pruebas y evidencias que dejan estos seres, los cazadores de monstruos o Cryptids Hunters se sumergen en apasionantes expediciones intentando demostrar que tras la leyenda subyacen criaturas reales, llámense Nessie, Ogopogo, Mkele-membe, Yeti, Bigfoot o Sasquach Los nombres son muchos; el enigma, tan sólo uno: la certeza de que estas bestias, de luz o de tinieblas, aguardan en silencio, evitando las intromisiones de aquellos que, sin duda alguna, siguen sus pasos Lorenzo Fernández Bueno
Nº 407, noviembre de 2024
Bestiario, los habitantes de la oscuridad, en el número de noviembre de Año / Cero
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