Si en el mundo de la espiritualidad y las ciencias alternativas existieran los virus y troyanos tal y como sucede en el universo de los ordenadore, el peligroso juego de la Ouija seguramente sería un buen candidato a estar contaminado y repleto de ellos. Fue en Francia, cerca del año 1853, cuando el espiritualista M. Planchette diseñó un tablero para comunicarse supuestamente con el más allá, a través de un "máster" deslizante o un vaso, sobre el que los asistentes a la sesión colocaban un dedo. Entonces ese máster se desplaza sobre un tablero de plástico o madera en el que están las letras del abecedario, las cifras, y unos grandes SÍ y NO impresos. Poco a poco va saliendo una palabra, para sorpresa de todos. Se manifiestan –dicen los expertos en espiritualismo–, "bajos astrales" que nos mienten y engañan, espíritus en busca de "luz", espíritus "guías" de alguno de los presentes e incluso ¡el diablo en persona!
¿Qué hay de cierto en ello? Pues que la ignorancia crea sus propios monstruos. La imaginación humana, y la atracción hacia lo oculto, activan mecanismos patológicos ocultos del subconsciente que encuentran un soporte para entrar en juego. Por tanto, la credulidad de algunos puede convertir el tablero en una muy peligrosa herramienta que ayude a potenciar determinados desequilibrios. El ya fallecido psiquiatra y divulgador Fernando Jiménez Del Oso, fundador de esta revista, desaconsejaba la expermentación de la Ouija de forma irresponsable y decía sobre ella: "aquello a lo que algunos desdichados llaman juego". Podemos crear mensajes escritos fabricados por nuestros propios miedos, y podemos terminar el "juego", con la mente más "fundida" que cuando lo comenzamos. Si creemos en el demonio ¡aparecerá un demonio creado por nuestros miedos! En 1997, tres jóvenes de 13, 14 y 18 años, apalearon y acuchillaron a la madre de uno de ellos en Fuenlabrada, Madrid, después de varias sesiones de Ouija en las que "unos espíritus" les obligaron telepáticamente a cometer la agresión… o eso declararon ante el juez.
El periodista Manuel Carballall nos advierte de que llamar "juego" al tablero es una broma más bien cruel. "A finales de 2007 el pequeño pueblo de Villarrica, en el municipio colombiano de Tolima, también alcanzó una repercusión internacional, gracias a la Ouija. Hasta nueve menores, todas alumnas de octavo grado del Colegio Francisco Pineda, habían sufrido una serie de 'desmayos inexplicables' tras practicar 'el juego del vaso' clandestinamente, ocultas en el hueco de la escalera del mismo colegio. Una de sus compañeras declaraba a la prensa local: 'Yo no quise jugar, a mí me dio miedo, cuando ellas terminaron se pusieron muy raras y agresivas, varias de ellas se desmayaron y les salía espuma por la boca. Desde ese día yo no quiero volver al colegio, me da miedo'".
William Fuld, uno de los máximos responsables de la empresa de Charles W. Kennard, autor de la comercialización de las primeras ouijas, tuvo un mal final cuando, en 1927, murió trágicamente al caerse de su propio edificio de 3 pisos.
Conclusiones: Sea porque se estén atrayendo o manejando imprudentemente energías muy negativas de entidades perversas del "otro lado del espejo", o bien porque nuestro psiquismo amplifica lo peor de nosotros mismos, no parece que sea una buena idea este tipo de experimentación. No veo necesario probar el arsénico para averiguar que quizás podemos envenenarnos. ¡De verdad!… Quien avisa no es traidor.
Profesora Rossana
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