Fue extraño, revolucionario, hereje y, sobre todo, diferente. Nació como Amenofis IV, pero cuando apenas si llevaba gobernando Egipto cuatro años, decidió cambiarlo por Neferjeperura Ajenatón. Algo que, claro está, no gustó demasiado a los sacerdotes de Amón Ra, que de un día para otro vieron que su politeísmo se transformaba en el monoteísmo que dictaba la nueva encarnación de dios en la tierra. Porque desde ese instante la única deidad sería Atón, convirtiendo el faraón en el primer reformador religioso de la historia. Por este motivo, los posteriores, que regresaron al culto politeísta, lo tacharon de hereje e intentaron hacer lo peor que se podría por entonces: borrar su nombre para de esta forma diluir su espíritu; para uqe no fuese recordado jamás. Pero no lo lograron, porque Ajenatón —o Akenatón— era diferente; diferente a todos.
Quizás su forma de ver la vida esté perfectamente representada en su idea física del dios Atón: una esfera de luz de la que se desprenden una serie de rayos en posición radial. No es difícil ver esta escena en su totalidad, con el extraño faraón contemplando al dios en lo alto, en diferentes estelas del Museo del Cairo; y no es difícil, como ya han hecho otros antes, que a ojos de un ufólogo convencido del siglo XXI, dicha escena, unida al físico de Ajenatón, resulte sospechosa. Si atendemos a los estudios médicos, el faraón era víctima de una rara enfermedad conocida como síndrome de Marfan, que si bien es cierto que no sería óbice para poseer sus facultades mentales plenas, no menos lo es que le daría al enfermo un aspecto similar al que presenta el «faraón hereje», con el rostro extraordinariamente alargado, los dedos en configuración de lo que se denomina «patas de araña», la deformación craneana, la curvatura excesiva de su columna vertebral o el abdomen con forma de pera y especialmente abultado... Aunque, como han hecho viajeros expertos en religiones como Juan Fridman, podemos elucubrar y tratar de interpretar historias «que hablan de los hijos de los dioses que vinieron a unirse con las hijas de los hombres, de quienes nacieron los héroes gigantes de antaño». Héroes de aspecto extraño e ideas diferentes que cambiaron su tiempo... Cuadra con nuestro protagonista, ¿verdad?
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