Egipto extraterrestre
Pese a tratarse de la civilización más longeva de la historia conocida tres milenios, poco o nada es lo que sabemos de sus orígenes, de sus creencias, de su magia o de su visión de la vida y de la muerte.
Hace unas semanas que he vuelto de allí. Ya he perdido la cuenta de las veces que he visitado el país de los imposibles. Da igual; siempre da pie para descubrir y redescubrir…
En especial que sus gentes son buenas, amables, cálidas. Que estamos sometidos al miedo irracional, ese cuyo éxito consiste en coartar nuestra libertad, porque tenemos incrustado en lo más profundo de la sesera que viajar a Egipto es sinónimo de atentados y muerte al infiel. Es una pena, porque no es así…
Y mientras pensamos de este modo perdemos la oportunidad de visitar un país que se manifiesta como una incógnita de tamaño descomunal. Porque pese a tratarse de la civilización más longeva de la historia conocida –tres milenios–, poco o nada es lo que sabemos de sus orígenes, de sus creencias, de su magia… o de su visión de la vida y de la muerte.
Para qué hablar de sus dioses, tan eclécticos como poderosos; tan aterradores como bellos. La fijación de los antiguos egipcios por las estrellas y el conocimiento que miles de años atrás poseían del firmamento que cada noche tachonaba su cielo es, a día de hoy, sorprendente.
De las más brillantes de aquel cielo milenario procedían los dioses; los que en el tiempo primigenio levantaron algunas de las construcciones más extrañas de esta tierra; esos mismos que se mueven como gigantes en el levantisco suelo que mezcla realidades y mitos; los que hacen que de la noche a la mañana en un país de arena aparezcan matemáticos, astrónomos, médicos, arquitectos… con un conocimiento tan profundo que hoy día, en muchos aspectos, se nos escapa.
Porque no sabemos el cómo o el para qué de muchos escenarios; y no lo sabemos porque hoy, con nuestra superlativa tecnología, con nuestro excelso conocimiento, no somos capaces de replicarlos. Algo ocurrió en ese pasado que hace que veamos Egipto pensando en una expresión muy ochentera.
Porque Egipto «es muy marciano», da la sensación de que está hecho a otra escala que no es humana; a una escala divina, la de esos dioses que proceden de las estrellas y que plasmaron en tierra parte de la historia que pocos se atreven a reconocer, porque dicen que no hay evidencias… Pero, ¿no las hay? La respuesta, a continuación…
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