El poltergeist que llegó al Parlamento británico
Un estruendo ensordecedor que reverberaba por toda la casa fue el comienzo de una pesadilla que duraría doce años y sería debatido en el Parlamento.
Londres, 1956. Tras las puertas del número 63 de la calle Wycliffe tuvo lugar uno de los poltergeist más impresionantes del Reino Unido.
La voz poltergeist es empleada en parapsicología para referirse a una serie de sucesos de naturaleza violenta producidos, presuntamente, por una entidad o energía imperceptible.
En la vivienda vivía Wally Hitchings, de unos cuarenta años de edad, su esposa Kitty, postrada en una silla de ruedas a causa de una artritis crónica y la joven Shirley, de 15 años, que estaba en el foco de los fenómenos. La familia compartía vivienda con Ethel, la abuela de Shirley y su hijo adoptivo, John, un topógrafo de unos veinte años a quien Shirley consideraba un hermano.
La noche del 27 de enero ocurrió algo extraño en la casa: la aparición de una llave plateada sobre la almohada de la adolescente. Shirley la dejó en la repisa de la chimenea, pero cuando quiso mostrársela a su padre ya no estaba ahí, sino que se encontraba de nuevo en la almohada. Para colmo, la llave no abría nada en toda la casa. ¿Quién la dejó ahí? ¿Para qué?
Sobre la almohada de la adolescente apareció una llave plateada
El incidente probablemente habría sido olvidado de no ser porque esa noche ocurrió algo que cambió sus vidas para siempre. Un ruido ensordecedor sacudió las paredes y el suelo de la casa. Era tan fuerte que los vecinos se quejaron a la familia, pero que se sepa, nadie lo producía. El sonido venía de los cimientos de la casa.
Pronto, los golpes se convirtieron en algo cotidiano de noche y a plena luz del día y se extendieron en el tiempo nada menos que durante doce años. El fenómeno, en su apogeo, se convirtió en una importante noticia nacional, con titulares de periódicos sobre ruidos extraños, objetos que volaban, exorcismos y comunicación con el más allá. El asunto llegó incluso discutido por el ministro del Interior en la Cámara de los Comunes, la cámara baja del Parlamento británico.
Durante ese tiempo, Shirley se sentía observada en todo momento, la presencia era tan fuerte que los Hitching terminaron poniéndole un nombre: Donald. Hasta desarrollaron una forma de comunicarse con él. Lo que en parapsicología se llama tiptología: es decir, cuando mediante golpes se establece comunicación. Por ejemplo, cuando una mesa que golpea con sus patas por medio de un movimiento basculante. Así, los Hitching le hacían al "fantasma" preguntas que contestaba con golpes: 1 para "No" y 2 para "Sí". Hasta la televisión se trasladó en horario de prime time para asistir a estas comunicaciones.
Llamaron a la Policía y a varios topógrafos, pero nadie pudo llegar nunca al origen de los ruidos. Es más, con el tiempo se produjeron otros fenómenos: un reloj que flotaba, arañazos en los muebles, sábanas volando, cacerolas y sartenes arrojados desde una habitación en la que no había nadie.
El culmen fueron los incendios y los mensajes que aparecían escritos en las paredes. La experiencia le condicionó tanto la vida que Shirley que, siendo octogenaria, escribió un libro sobre sus experiencias The Poltergeist Prince of London.
En 1964 la familia se mudó. La casa fue demolida.
El fenómeno recuerda poderosamente al del “duende de Zaragoza”. En 1934, el diario The Times publicaba un artículo titulado "Un irónico duende, que habla por la campana de una chimenea, tiene sobresaltados estos días a los habitantes de Zaragoza", como el caso de los Hitching nunca pudo resolverse el origen de los fenómenos.
Comentarios (3)
Nos interesa tu opinión