Parapsicología
22/01/2013 (17:37 CET)
Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
LA GÁRGOLA DE PUERTO RICO
Miguel Ángel Alcalá LópezDesde el año 2010, numerosos testimonios provenientes de Puerto Rico revelan la presencia en esta isla de una inquietante criatura. Asombrosamente, casi todos ellos han resultado coincidentes a la hora de describir a la entidad, cuya apariencia física recuerda vivamente a la de una gárgola, esa criatura mitológica de origen medieval y aspecto grotesco, que a menudo aparece esculpida en algunas catedrales europeas. En cualquier caso, nuestra protagonista parece haber entrado con fuerza en los modernos tratados de criptozoología.
En honor a la verdad, hemos de reconocer que el ser humano, desde el principio de los tiempos, siempre se ha sentido fascinado por lo que podríamos calificar como entidades criptozoológicas. Esas criaturas que, al menos hasta donde alcanzan los conocimientos del mundo de la ciencia –y para desesperación de la misma–, aun no hemos sido capaces de encuadrar dentro de un marco concreto. Entre éstas resultan fácilmente reconocibles el monstruo del lago Ness, en Escocia; el «chupacabras», ubicado en la mayoría de los casos en el cono sur del continente americano; o el «hombre polilla», también conocido como mothman, en Estados Unidos. Pero es ahora, en la isla de Puerto Rico, cuando parece que una nueva y misteriosa criatura va a lograr que engrosemos esta peculiar e inquietante lista.
ALARMA ENTRE LA POBLACIÓN
Se desconoce a ciencia cierta cuándo fue el primer avistamiento de la conocida como «gárgola de Puerto Rico», aunque lo cierto es que toda la historia comenzó a tomar forma en el último trimestre de 2010. Sin embargo, lo que sí sabemos, sin ningún género de dudas, es en qué momento preciso llegó a los medios de comunicación: el miércoles 1 de diciembre de 2010. Fue en ese día cuando el diario puertorriqueño El Vocero publicaba en su portada un titular que, inmediatamente, llegó a todos los rincones de la isla. Y es que la advertencia a toda página de que un extraño ser, parecido a una gárgola, había sido visto en Guánica, no resultó ajena a nadie.
A medida que iban transcurriendo los días, tanto a finales de 2010 como a principios de 2011, los testimonios de personas que habían observado a la criatura comenzaron a ser más frecuentes y a extenderse a lo largo y ancho del país. Toa Baja, Barranquitas, Cayey, Guayama o Cabo Rojo, son algunos de los lugares que acompañaban a Guánica en el mapa que las autoridades locales comenzaban a manejar.
Pero, sin duda, lo que hacía interesante a este caso no era el número de avistamientos; ni los lugares en los que fue vista aquella extraña entidad. Lo que a todas luces le confería consistencia eran los testimonios de los testigos. Unos testigos que, en contra de la tónica habitual, y sin ningún temor a que les tomasen por personas desequilibradas, no dudaron un instante en acudir a los cuerpos y fuerzas de seguridad puertorriqueños, así como a los medios de comunicación, para relatar sus vivencias y, de paso, trasladar la preocupación reinante (Continúa en AÑO/CERO 270).
ALARMA ENTRE LA POBLACIÓN
Se desconoce a ciencia cierta cuándo fue el primer avistamiento de la conocida como «gárgola de Puerto Rico», aunque lo cierto es que toda la historia comenzó a tomar forma en el último trimestre de 2010. Sin embargo, lo que sí sabemos, sin ningún género de dudas, es en qué momento preciso llegó a los medios de comunicación: el miércoles 1 de diciembre de 2010. Fue en ese día cuando el diario puertorriqueño El Vocero publicaba en su portada un titular que, inmediatamente, llegó a todos los rincones de la isla. Y es que la advertencia a toda página de que un extraño ser, parecido a una gárgola, había sido visto en Guánica, no resultó ajena a nadie.
A medida que iban transcurriendo los días, tanto a finales de 2010 como a principios de 2011, los testimonios de personas que habían observado a la criatura comenzaron a ser más frecuentes y a extenderse a lo largo y ancho del país. Toa Baja, Barranquitas, Cayey, Guayama o Cabo Rojo, son algunos de los lugares que acompañaban a Guánica en el mapa que las autoridades locales comenzaban a manejar.
Pero, sin duda, lo que hacía interesante a este caso no era el número de avistamientos; ni los lugares en los que fue vista aquella extraña entidad. Lo que a todas luces le confería consistencia eran los testimonios de los testigos. Unos testigos que, en contra de la tónica habitual, y sin ningún temor a que les tomasen por personas desequilibradas, no dudaron un instante en acudir a los cuerpos y fuerzas de seguridad puertorriqueños, así como a los medios de comunicación, para relatar sus vivencias y, de paso, trasladar la preocupación reinante (Continúa en AÑO/CERO 270).
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