Parapsicología
25/01/2010 (11:10 CET)
Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
El hotel encantado
A la ya de por sí amplia y variada casuística misteriosa que aglutinan las islas Canarias se ha de sumar ahora un nuevo escenario: el hotel finca La Raya, en el municipio tinerfeño de Güímar. El inmueble, con más de cinco siglos de historia, acumula multitud de casos paranormales de los que en los últimos meses ha quedado constancia instrumental. ENIGMAS ha seguido de cerca las investigaciones.
Lo que en principio no era más que una protocolaria noche radiofónica, preparada por el equipo de investigación Clave Siete de Tenerife, el pasado 11 de septiembre con motivo de la iniciativa nacional "La noche de las sombras", ha terminado por sacar a la luz lo que en Güímar era, desde hace décadas, un secreto a voces que le valió al inmueble el sobrenombre de la "casa del miedo". Y es que el plácido Hotel Finca La Raya guardaba un secreto que en nada parece estar reñido con su encanto y prestaciones, un secreto que en los últimos meses y gracias a las investigaciones realizadas en el lugar ha terminado por ser conocido, incorporándose a los atractivos que ofrecen las instalaciones. Ruidos inexplicables, pasos audibles en estancias vacías, objetos que se mueven y apariciones espectrales forman parte de una casuística de la que en los últimos meses las cámaras infrarrojas han sido testigos. La tradición atribuye estos fenómenos al espíritu de una mujer que perdió la vida en circunstancias poco claras en el siglo XIX.
Un origen de inciertos litigios
Carmelina Rosa, heredera por vía paterna de las instalaciones y responsable junto a su esposo Francisco Toledo de la remodelación que ha convertido el foco de misterios en un inmueble pujante en el mercado rural, viviría años atrás en la víspera de la noche de difuntos una experiencia que aún no ha sabido explicar. "Ya durante la restauración –nos explicaría– los problemas fueron constantes e inexplicables, como si algo nos intentara alejar del lugar. El caso es que un 31 de octubre, estando yo en la cocina, una ventana se cerró bruscamente y al comprobarla caí en la cuenta de que ya estaba cerrada por mí con el cerrojo echado. Era extraño, pero seguí con mis cosas hasta que el azúcar y la sal se cayeron al suelo desde la despensa junto a varios calderos, mientras que en el piso superior se escuchaban pasos acelerados. Procuré no perder la calma, comprobé que no había nadie arriba y me serené encendiendo unas velas".
Francisco, escéptico y pragmático, ha tenido que ceder ante la evidencia de que algo fuera de lo común sucede en el hotel que regentan, algo que parece confirmarse por diferentes fuentes y concretarse de manera especial en varias instancias. "Todos los pueblos tienen sus ';casas de los miedos', y en Güímar ese papel lo desempeñó este lugar hasta que lo restauramos", nos explica Toledo. "Yo no daba crédito a las leyendas sobre aparecidos y fenómenos inexplicable, y de hecho todavía pongo en duda muchas de ellas, pero algunos clientes nos cuentan cosas muy extrañas que coinciden y de las que no podían tener conocimiento previo. Además, tiempo atrás yo mismo, junto a mi esposa y un amigo, escuchamos pasos acelerados durante una noche en las plantas superiores, en estancias que estaban vacías. Realizamos un minucioso registro improductivo, lo que provocó que nuestro amigo se atemorizase".
(Continúa la información en ENIGMAS 170).
José Gregorio González
Un origen de inciertos litigios
Carmelina Rosa, heredera por vía paterna de las instalaciones y responsable junto a su esposo Francisco Toledo de la remodelación que ha convertido el foco de misterios en un inmueble pujante en el mercado rural, viviría años atrás en la víspera de la noche de difuntos una experiencia que aún no ha sabido explicar. "Ya durante la restauración –nos explicaría– los problemas fueron constantes e inexplicables, como si algo nos intentara alejar del lugar. El caso es que un 31 de octubre, estando yo en la cocina, una ventana se cerró bruscamente y al comprobarla caí en la cuenta de que ya estaba cerrada por mí con el cerrojo echado. Era extraño, pero seguí con mis cosas hasta que el azúcar y la sal se cayeron al suelo desde la despensa junto a varios calderos, mientras que en el piso superior se escuchaban pasos acelerados. Procuré no perder la calma, comprobé que no había nadie arriba y me serené encendiendo unas velas".
Francisco, escéptico y pragmático, ha tenido que ceder ante la evidencia de que algo fuera de lo común sucede en el hotel que regentan, algo que parece confirmarse por diferentes fuentes y concretarse de manera especial en varias instancias. "Todos los pueblos tienen sus ';casas de los miedos', y en Güímar ese papel lo desempeñó este lugar hasta que lo restauramos", nos explica Toledo. "Yo no daba crédito a las leyendas sobre aparecidos y fenómenos inexplicable, y de hecho todavía pongo en duda muchas de ellas, pero algunos clientes nos cuentan cosas muy extrañas que coinciden y de las que no podían tener conocimiento previo. Además, tiempo atrás yo mismo, junto a mi esposa y un amigo, escuchamos pasos acelerados durante una noche en las plantas superiores, en estancias que estaban vacías. Realizamos un minucioso registro improductivo, lo que provocó que nuestro amigo se atemorizase".
(Continúa la información en ENIGMAS 170).
José Gregorio González
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