La ciencia investiga los poderes psíquicos de los animales
Una serie de experimentos científicos tratan de indagar más sobre las capacidades psíquicas de los animales. ¿Pueden estos tener poderes?
Rupert Sheldrake se doctoró en Bioquímica en la Universidad de Cambridge y estudió Filosofía en la Universidad de Harvard. Es el autor de un libro imprescindible, cuyo título –De perros que saben que sus amos están de camino a casa (Paidós, 2007)– alude a una actitud cotidiana de los animales de compañía. En su obra, Sheldrake describe la pormenorizada investigación que llevó a cabo, analizando miles de casos en los que se evidencian las extraordinarias capacidades psíquicas de las mascotas.
De los numerosos casos estudiados por Sheldrake y su equipo destacan aquellos en los que el can muestra inquietud o cambia sus hábitos ante la inminente llegada del dueño de la casa, a pesar de que éste lo haga a horas aleatorias. Entre los muchos ejemplos, el investigador británico cita el caso de Jackson, un perro de la familia de Teresa Preston, de Virginia (EE UU), que sabía cuándo los pequeños de la casa llegaban en el autobús escolar. El caso es que el perro también advertía sobre la llegada de su marido, capitán de barco, que se producía en días y horarios imprevistos.
El perro advertía sobre la llegada de su marido, capitán de barco, que se producía en días y horarios imprevistos
En los casos relatados por Sheldrake se desecha la posibilidad de que los canes pudiesen oler a sus dueños, ya que la distancia máxima a la que pueden percibirlos por el olfato es de 1.600 metros con viento a favor, circunstancia que no explica los casos significativos. Tampoco el oído puede justificar los incidentes estudiados por el investigador británico, quien considera que los perros «de alguna manera captan los pensamientos o los sentimientos» de las personas al llegar a casa.
Leen la mente de sus dueños
Sheldrake reproduce otro interesante testimonio. Es el caso de BJ, el perro de Louise Gavir. Según el marido de ésta, es capaz de leerle la mente: «Cuando me marcho del sitio donde he estado y camino hacia mi coche con la intención de volver a casa, nuestro perro BJ sale de su sueño, se dirige a la puerta y se echa en el suelo cerca de la misma. Allí espera (…) No parece responder en absoluto al hecho de que me vaya de un sitio y me dirija a otro, sino que su respuesta resulta visible en el momento en que surge en mí el pensamiento de regresar a casa y emprender la acción de caminar hacia el coche para efectivamente hacerlo».
Sheldrake describe también el caso de Radboud Spruit, profesor de la Universidad de Utrech (Holanda). Visitaba regularmente a sus padres, aunque sin planificación. El perro del matrimonio esperaba al visitante diez minutos antes de que llegase, adelantándose incluso a que iniciase su camino a la casa paterna. «Un día, mi madre me preguntó si el día anterior había pensado visitarlos, porque el perro me esperó. Efectivamente, yo había pensado visitarlos, pero cambié de idea en el camino», aseguró Spruit al investigador británico.
Los animales parece que son estupendos telépatas
Otro testimonio recopilado por Sheldrake es el de Elizabeth Bienz, que dejó su casa de Suiza, donde vivía con su gato Moudi, para instalarse en París. La mujer se vio obligada a dejar a Moudi al cuidado de sus padres. «Unos días después, el gato desapareció de casa de mis padres y nunca se le volvió a ver –cuenta Bienz–. Cada dos o tres meses yo volvía de visita a casa y el gato reaparecía, bien alimentado y cuidado. Mis padres nunca supieron dónde estaba mientras tanto. Unos pocos días después de marcharme, volvía a desaparecer. La mayor sorpresa se produjo cuando hice una visita no anunciada. Unas horas antes de mi llegada, el gato apareció. Mi madre se desconcertó porque pensó que se había equivocado. Pero después aparecí yo también».
¿Puede ser, entonces, que nuestras mascotas tengan poderes psíquicos que no imaginamos? Sin duda alguna, estos casos hacen planteárselo...
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