Parapsicología
01/09/2005 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)

Chemtrails

En los cielos de todo el mundo se dibuja a diario una gigantesca red de las estelas dejadas por los aviones. Sin embargo no todas son fruto del motor a reacción. Algunos investigadores denuncian que un tipo concreto de estas estelas son consecuencia de operaciones militares orientadas a producir alteraciones en el clima y que también contienen sustancias químicas peligrosas para los ecosistemas y la salud de la población. ¿Estamos ante una sospecha justificada o sólo se trata de paranoia milenarista?

01/09/2005 (00:00 CET) Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
Chemtrails
Chemtrails
Si miramos el cielo en un día despejado, es posible que veamos la estela blanca característica que dejan tras su paso los aviones a reacción. Hasta aquí todo es normal. Sin embargo, desde hace algunos años estos trazos blancos no se diluyen, sino que permanecen en el firmamento durante mucho tiempo, extendiéndose lentamente hasta formar una leve bruma. Son los llamados chemtrails (trazos químicos, en inglés). Y según algunos investigadores no se trata de las clásicas estelas de los aviones (contrails), sino de una auténtica fumigación química.

El análisis químico de la composición de estas estelas persistentes al precipitarse sobre la tierra parece justificar las sospechas. Estos estudios han identificado metales pesados como el barium o el aluminio. Quienes investigan dicho fenómeno, a caballo entre la leyenda urbana y la conspiración, aseguran que esos trazos químicos son responsables de numerosas alergias, dolores de cabeza, e incluso de cambios meteorológicos. ¿Cómo es posible?
Tras los atentados del 11 septiembre de 2001 contra las torres del World Trade Center de Nueva York, la administración norteamericana restringió la navegación por su espacio aéreo nacional. Ningún avión surcó el cielo estadounidense durante tres días. Ello impidió que se produjera la habitual «tela de araña» que dibujan las estelas persistentes de algunos aviones y su consiguiente vertido de contaminantes a la atmósfera. Un reciente informe meteorológico avalado por respetables científicos ha demostrado que también se produjo un significativo descenso de las temperaturas durante los días que duró esta restricción, rompiendo la tendencia alcista. Y este hecho demuestra que los chemtrails tienen un impacto directo sobre el clima.

El dato es importante en la medida en la cual confirma las denuncias de numerosos ciudadanos de Europa, EE UU, Oriente Medio, Australia, México y otros países americanos, que han detectado la presencia de estas misteriosas estelas y las relacionan con alteraciones locales del clima. Sus temores se vieron reforzados tras conocerse la existencia de un escrito elaborado por la Fuerza Aérea norteamericana, y divulgado por el Pentágono a través de Internet, que lleva por título Weather as a Force Multiplier: Owning the Weather in 2025 (El clima como factor multiplicador de la fuerza militar: El control climático para el 2025).

Nuevos escenarios bélicos

Este documento –preparado por un grupo de militares denominado Air Force 2025 Support Staff– ofrece una variada gama de posibles aplicaciones bélicas: desde herramientas de modificación del clima para crear «fenómenos atmosféricos a pequeña y mediana escala», destinados a mejorar la posición táctica de las tropas del usuario y «degradar las del adversario», hasta la activación y magnificación de tormentas y la generación o disipación de neblinas mediante el uso de técnicas de energía dirigida.
«Para el año 2025 –asegura este Informe– la Fuerza Aérea de EE UU podrá adueñarse del clima mediante la captación de tecnologías emergentes y el desarrollo de las mismas para usos bélicos. Esta capacidad ofrece al combatiente los medios necesarios para configurar su entorno bélico… En EE UU, la modificación del clima formará parte casi seguramente de una política de seguridad nacional, con usos tanto domésticos como internacionales. Nuestro gobierno ejercerá dicha política a varios niveles, según sus intereses. Estos niveles podrán incluir: acciones tomadas unilateralmente; la participación en marcos como la OTAN; en organismos internacionales como la ONU; o en coaliciones. Suponiendo que para 2025 las técnicas de modificación meteorológica estén suficientemente desarrolladas, se puede concluir que también formarán parte de nuestra estrategia militar nacional».

Según los militares, este inquietante informe sólo era una elucubración teórica, pero no reflejaba ninguna política actual ni futura de la superpotencia hegemónica. «La política de la Fuerza Aérea de EE UU –declaró un portavoz autorizado de la USAF– es observar y predecir el tiempo. Este conocimiento del clima sirve de apoyo para el desarrollo y el diseño de operaciones militares. Pero debe quedar claro que la Fuerza Aérea no está llevando a cabo ningún proyecto de modificación del clima ni tiene pensado hacerlo en el futuro».

Un poco de historia

Sin embargo, los primeros informes sobre estos trazos químicos o chemtrails aparecieron en 1991, durante la guerra del Golfo Pérsico. Al parecer, los aviones de la alianza rociaron con extraños aerosoles la zona del conflicto, como parecen confirmar las asombrosas fotografías obtenidas por el satélite NOAA-11. En ellas son visibles los trazos característicos de los chemtrails, siempre muy persistentes, claramente distintos de la efímera estela que acostumbran dejar tras su paso los aviones a reacción.

A partir de 1993 las estelas se pudieron observar de forma sistemática en muchos países del mundo, a la par que se registraba un aumento de las enfermedades relacionadas con las vías respiratorias: neumonía, gripe, virus de diversos tipos, alergias, etc. Desde 1998 ha habido un incremento en el rociado de químicos tóxicos, causando trastornos en los animales y en la vegetación.

En algunas zonas afectadas por los chemtrails se han hallado grandes cantidades de sal de bario en la atmósfera, que se ha traducido en la caída del llamado «cabello de ángel». A comienzos de 1998, por ejemplo, varios ciudadanos de Nashville, en el estado norteamericano de Tennessee, llamaron a la radio para quejarse de la presencia de extraños rastros de vapor que seguían el paso de los aviones. Uno de los denunciantes –ex piloto civil– manifestó que, en su opinión, se estaban mezclando productos químicos experimentales como parte del combustible de aviación para ser esparcidos entre la población. La alarma cundió entre los oyentes. Pronto otros vecinos se quejarían de que sus árboles frutales quedaban cubiertos por una sustancia extraña y gelatinosa. Tras el análisis de este compuesto se han identificado gran variedad de toxinas, bacterias, virus, hongos, carbón negro y EDBM (di-bromuro de etileno, un agente químico cancerígeno prohibido que se usaba como aditivo para el combustible). En otras palabras, nos hallaríamos frente una verdadera fumigación química de amplias zonas del planeta con objetivos militares, que probablemente formen parte de un programa de investigación y desarrollo de una generación de nuevas armas, con capacidad para alterar el clima y afectar a la economía y a la población en distintas zonas del planeta.

Un arma meteorológica

El 27 de enero de 1999, Peter Gersten, director del grupo Citizens for UFO Secrecy, distribuyó a través de Internet una información la cual indicaba que el gobierno de EE UU conocía sobradamente las maniobras de estos aparatos desconocidos. CAUS mencionaba un informe preparado por un individuo identificado sólo con sus iniciales: PJ. Según su testimonio, muchas personas han observado que la aparición de las «estelas» deviene en la aparición de enfermedades posteriores. «Muchos de mis vecinos –declaraba PJ– han padecido infecciones en los oídos, vértigo y problemas respiratorios».

Desde enero de 1999 la Environmental News Service viene investigando numerosos informes acerca de «configuraciones extrañas en el aire», aparentemente creadas por una flotilla de aviones no identificados, dedicados a rociar una sustancia capaz de causar enfermedades en las poblaciones situadas bajo su campo de influencia. Uno de los informes de la ENS incluye una entrevista con un ingeniero de misiles retirado de la Raytheon Company, quien se ha dedicado a catalogar estos eventos. Según este ingeniero, las aeronaves que participan en estas operaciones son cazas de la USAF que rocían sustancias muy parecidas al yoduro de plata empleado durante la siembra de nubes. El informante anónimo de la ENS insiste que el fenómeno de las estelas de condensación forma parte de una iniciativa militar destinada a desarrollar una capacidad de combate meteorológico contra países enemigos.

Recientemente, el Reino Unido desclasificó ciertos documentos que reconocían haber fumigado diferentes partes del país durante casi 30 años para experimentar el uso de la guerra química y bacteriológica. También el gobierno norteamericano ha confesado en varias ocasiones haber experimentado en sus propios militares el efecto de armas químicas y biológicas. Según un documento desclasificado, los soldados del Proyecto SHAD (siglas en inglés de Shipboard Hazard and Defense) fueron fumigados desde un avión con agentes de guerra químicos, gérmenes biológicos y placebos.

Otro estudio del Departamento Americano para Asuntos de los Veteranos sugiere que los soldados que participaron en el proyecto pueden tener un alto riesgo de sufrir enfermedades cerebro vasculares y respiratorias. Bill Nelson, un senador demócrata de Florida, ya ha requerido al Pentágono más información sobre este tema.

Según el investigador norteamericano Scott Corrales, la CIA sabe desde 1977 que otros gobiernos aparte del norteamericano disponen de una capacidad potencial para manipular el clima con propósitos militares. «La URSS –asegura Corrales– también había investigado la posibilidad de hacer uso del medio ambiente como arma ofensiva, pero decidió mirar hacia abajo en vez de arriba». En efecto, en 1993 Oleg Kalugin, un alto oficial de la KGB, declaró a un periódico londinense que la antigua Unión Soviética se había enfrascado activamente en la investigación de armas geofísicas mientras las superpotencias negociaban la reducción sus arsenales nucleares.

Informes en todo el mundo

Los informes sobre los chemtrails se han multiplicado en los últimos años, sobre todo en EE UU, Europa, Oriente Medio y el Norte de África. Tras ojear las fotografías de las aeronaves que producen este fenómeno llama la atención de los observadores que la mayoría de éstas no presente emblemas que permitan su identificación. Dichas aeronaves efectúan varias pasadas sobre la misma zona, dejando en el cielo trazos que son visibles durante horas. A diferencia de las estelas normales (compuestas por vapor de agua) no se disipan y tienden a extenderse hasta cubrir una amplia región con un fino velo que finalmente adquiere la forma de una nube sintética estacionaria. Ante este hecho, numerosos ciudadanos se han organizado para vigilar del cielo, filmar evidencias y compartir datos sobre los efectos de estas nubes a través de Internet.
¿Qué peligro entrañan los chemtrails? ¿Son parte de experimentos secretos o sólo fantasías paranoides de algunos milenaristas? Es pronto para dar una respuesta definitiva a esta pregunta. Pero la sospecha no puede ser más angustiosa: hay indicios sólidos de que existen iniciativas militares para alterar el clima, mediante el empleo de nuevas armas que ya se encuentran en una fase avanzada de desarrollo.
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