Arqueólogo psíquico halla pinturas rupestres
Un arqueólogo psíquico localizó unas pinturas rupestres en Teruel que muestran a los primeros hombres que usaron boomerangs... y no eran australianos.
En 2013, se descubrió un conjunto de pinturas rupestres en el pueblo de Torrecilla de Alcañíz, en la provincia de Teruel. En estas pinturas, se representan claramente figuras de seres humanos utilizando boomerangs. A pesar de que solemos asociar este instrumento con las tribus de Australia, las imágenes más antiguas de personas usando esta arma se encuentran en este conjunto rupestre turolense, que tiene alrededor de 7.000 años de antigüedad.
Lo que resulta aún más sorprendente es la forma en que se hizo este histórico hallazgo. La arqueología psíquica es una extraña disciplina en la que los descubrimientos arqueológicos se realizan utilizando solo poderes mentales. Aunque no está reconocida como una ciencia, existen numerosos ejemplos de personas que han hecho descubrimientos históricos confiando en su percepción e intuición. Puede que haya dudas sobre estas capacidades, pero cuando experimentas un hallazgo como este de cerca, no queda la menor duda de que esos poderes existen.
Una mañana, recibí una llamada de Joan Calaf, un tipo especial que vive en la montaña, alejado de todo, pero profundamente conectado a la tierra. Me dijo: "¡Las he encontrado! Están aquí. He descubierto pinturas rupestres". No tardé mucho en llegar al lugar que me indicó. Era una carretera comarcal, y a pocos metros del asfalto, en un promontorio rocoso, apareció este conjunto de imágenes del pasado.
Al parecer, esa mañana, Joan había decidido salir en busca de algo, ya que había estado teniendo problemas para dormir durante varias noches. Algo le dijo que ese día tenía que ir a ver pinturas rupestres. Así que, conduciendo sin rumbo fijo, siguió esa llamada interior. En una curva del camino, poco después de pasar el pueblo de Torrecilla, se detuvo. Subió por unas rocas y en un pequeño abrigo encontró ese conjunto de imágenes.
Nosotros tuvimos más dificultades para llegar hasta allí arriba. Aún no sé por dónde trepó Joan. Después de dar un pequeño rodeo y apartar algunos arbustos que bloqueaban el camino, llegamos a ese pequeño hueco en la roca caliza. Éramos los segundos en milenios en contemplar esas imágenes.
El friso estaba a pocos metros de la carretera, y parecía increíble que algo así estuviera allí. Se encontraba en una pequeña oquedad de unos metros de profundidad, y tenías que agacharte un poco para ver las pinturas. La escena era muy curiosa, parecía una caza, pero no se veían animales, solo un grupo de humanos corriendo. Sabíamos que no había sido una casualidad, que no había sido el resultado de una búsqueda meticulosa en la zona durante días. Joan, nuestro amigo, había salido por la mañana, se había subido a su viejo coche y se había detenido junto a esa montaña de caliza, subiendo directamente al lugar exacto donde esas figuras humanas milenarias lo esperaban.
Pronto, Joan se puso en contacto con los arqueólogos del gobierno de Aragón. Obviamente, fueron un tanto escépticos ante la forma en que se había hecho el hallazgo. Podía parecer pura casualidad, aunque eso no se mencionó en los informes oficiales. Sin embargo, no tuvieron más remedio que creer en la autenticidad del descubrimiento cuando fueron a verlo con Joan. Además, este les informó que no eran las únicas imágenes en la zona; había más.
Aunque no lo admita la ciencia, las pinturas de Torrecilla de Alcañiz son un ejemplo claro de que la arqueología psíquica funciona
Junto a la arqueóloga del gobierno de Aragón, llevó a cabo una búsqueda en una pared rocosa pegada a la carretera. "Ahí están", le dijo a la arqueóloga. Al principio, solo veían roca caliza, pero al añadir agua, la humedad hizo que aparecieran otras imágenes. Eran mucho más abstractas, pero aún reconocibles, y también fueron catalogadas.
La ciencia puede que nunca lo admita, pero las pinturas rupestres de Torrecilla de Alcañíz son el ejemplo más claro de arqueología psíquica. Joan mismo hizo réplicas de las pinturas y fue el primero en notar que representaban boomerangs. Incluso escribió un artículo al respecto. En su afán por aprender más sobre el tema, fabricó réplicas de esos objetos rústicos. Contrario a lo que podríamos pensar, la característica que buscaban en esas armas los cazadores no era que regresaran al lugar de lanzamiento, como lo concebimos hoy en día. Esa parece ser una evolución posterior. Lo que realmente buscaban era que, al lanzarlos, la fuerza del giro golpeara con más potencia a la presa. Era un arma más letal de lo que aparentaba y bastante intuitiva para apuntar.
A Joan no se le reconoció su trabajo lo que desenvocó en una depresión
Por si fuera poco, el descubridor de las pinturas proporcionó instrucciones a los arqueólogos sobre dónde encontrar más imágenes similares en la zona, y poco después se hicieron más hallazgos.
Estas pinturas rupestres son solo una parte de lo que se conoce como arte rupestre levantino. No sé cómo se sintió Marcelino Sanz de Santuola al descubrir los toros en el techo de una cueva en Santillana del Mar, en Cantabria, pero puedo imaginarlo. Experimentó alegría y sorpresa al principio, al darse cuenta de que había encontrado algo muy especial y mágico. Sin embargo, al igual que le ocurrió a Santuola, a Joan no se le reconoció su trabajo, lo que lo llevó a una extraña obsesión seguida de depresión.
Hoy en día, los pequeños muñecos con boomerangs están protegidos por una valla de hierro, a pocos metros de la carretera en el pueblo de Torrecilla. Muy pocos conocen su historia, que nos habla de la capacidad de contactar con el pasado y de sentir que algo debe ser revelado al mundo.
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