Vivimos en una Granja Humana
Científicos del MIT reunidos en París concluyen que la Humanidad es una suerte de zoo para las civilizaciones extraterrestres.
Si existen tantas probabilidades de que ahí fuera haya vida inteligente, ¿por qué aún no hemos encontrado ninguna evidencia plausible? El científico Enrico Fermi propuso hace décadas que, o bien los sistemas de detección no son los adecuados o bien la vida en el Universo no es tan rica como creemos.
Esta paradoja podría encontrar su respuesta en la reunión que, a principios del pasado mes de marzo de 2019, realizó en París. Científicos del METI Internacional, liderados por Douglas Vakoch, planteó una nueva hipótesis que se define como el "zoológico" y que, para ser sincero, me recuerda en cierto modo a la Granja Humana de mi admirado Salvador Freixedo. Me explicaré.
Según el presidente de esta institución californiana, puede que los extraterrestres no contacten con nosotros para evitar la injerencia en nuestros asuntos, para no afectar a nuestra evolución como especie.
La idea no es nueva. En 1973, el radioastrónomo John Ball, del MIT (Massachusetts Institute of Technology) publicó un artículo en el que sugería que la falta de éxito en la detección de otras civilizaciones en el universo no se debía a la falta de vecinos cósmicos sino porque los alienígenas habrían adoptado una política de no intervención.
Habrían mantenido su distancia para mantener intacto nuestro derecho a perseguir nuestro propio destino.
El astrónomo del MIT, en consecuencia proponía que no hemos establecido contacto con otras civilizaciones porque nuestros vecinos nos observarían como nosotros lo hacemos con las especies en peligro de extinción, a través de los barrotes de la jaula de un zoológico metafórico. La Tierra sería, por tanto, una especie de Edén cósmico en el que los alienígenas pueden observarnos, pero nosotros no a ellos.
Esta idea ha sido relanzada recientemente en la reunión de París por los científicos del METI, acrónico de Messaging Extra Terrestrial Intelligence. Esta nueva organización con sede en San Francisco, envió señales de radio y láser a planetas lejanos, como Proxima b, un planeta rocoso que rodea Proxima Centauri, la estrella más cercana a la Tierra , a 12 años luz, para provocar una respuesta de cualquier alienígena que pueda detectarlas.
En 2017, se usó una antena noruega para transmitir un saludo perfecto.
Douglas Vakoch, que organizó la transmisión noruega, invocó la hipótesis del zoológico como una posible justificación para la transmisión. Después de todo, si la hipótesis es correcta, es comprensible que nuestros esfuerzos por encontrar señales desde el espacio no hayan tenido éxito. Hemos estado paseando despreocupadamente nuestra jaula terrestre mientras los extraterrestres mantienen su distancia y vigilan.
Pero como argumenta Vakoch, este escenario unidireccional podría cambiarse. Si un animal del zoológico comienza a ladrar de repente a través de los barrotes, diciendo "Estoy aquí y creo que estás ahí afuera", los que están en el otro lado podrían responder.
En pocas palabras, las transmisiones deliberadas de METI podrían llevar a un descubrimiento de civilizaciones extraterrestres porque las transmisiones le dirían a los alienígenas que ya no necesitamos su crianza porque somos lo suficientemente adultos para que puedan ponerse en contacto.
Aún así, la hipótesis del zoológico depende de que la vida terrenal sea realmente importante: nuestra existencia es aparentemente lo suficientemente significativa como para dictar el comportamiento de las sociedades que podrían ser millones o miles de millones de años más avanzados. Y la idea de Ball requiere un compacto a lo largo de toda la galaxia para evitar que toda la evidencia de habitantes inteligentes (señales de radio, destellos de láser y hasta la construcción de megaestructuras fácilmente detectables) sea visible para los terrícolas.
La idea de que todos los extraterrestres están dispuestos a mantener la evolución de nuestro planeta libre es demasiado altruista. Esta directiva nunca ha prosperado entre nosotros, por ejemplo, a la hora de descubrir ya no otros mundos, sino incluso a la hora de descubrir nuevas civilizaciones en nuestro planeta, el choque oriente y occidente o el Descubrimiento de América son buenos ejemplos. Parece que los humanos preferimos lo contrario: en la Tierra, interferimos con el desarrollo cultural de los demás todo el tiempo.
Así que la hipótesis del zoo parece un poco forzada o demasiado pueril pero, para no ser antropocéntricos hay que tenerla en cuenta.
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