Todavía quiero creer
La Audiencia UAP del Congreso marca un punto de inflexión entre la existencia de los ovnis y su naturaleza extraterrestre
Ayer se escenificó en Washington un cambio de paradigma. Sin una sola prueba, evidencia, documento o fotografía reveladora que apoyara sus argumentos, tres militares estadounidenses convencieron a los legisladores del Comité de Supervisión y Responsabilidad de la Cámara de Representantes, de la existencia de un Programa Secreto de recuperación de ovnis y materiales biológicos extraterrestres y de que los Fenómenos Anómalos no Identificados (UAP) constituyen una amenaza potencial para la seguridad nacional.
A lo largo de las dos horas que duró la audiencia en el Congreso estadounidense, los tres testigos compartieron sus experiencias y respondieron a las preguntas de los senadores que, por cierto, adolecían de espíritu crítico, con la salvedad del representante republicano por Missouri, Eric Burlison, quien mantuvo un sano escepticismo en sus preguntas y repreguntas.
Hoy la prensa mundial se hace eco de la histórica audiencia. “EEUU oculta su programa de ovnis”, titula El Mundo; “El Congreso de EE.UU se toma en serio los ovnis”, dice El País; “Legislador republicano acusa al administrador de Biden de encubrir ovnis”, lleva en su portada Político; Más equidistante es The Washington Post: "Denunciante le dice al Congreso que EE. UU. está ocultando un programa de 'varias décadas' que captura ovnis"; o la CNN: "Funcionarios y legisladores presionan por una mayor transparencia del gobierno sobre los ovnis"; Por último, la mítica revista TIME titula: "Testigo dice al Congreso que se encontraron 'biológicos no humanos' en los supuestos sitios de accidentes de ovnis".
Si, como anunció el presidente del subcomité, Glenn Grothman, la aspiración era acabar con “las salvajes especulaciones sobre la naturaleza de los ovnis, que no benefician a nadie, a base de hechos”, yo diría que el objetivo no se ha conseguido porque, los “hechos” se basan en pruebas y no se aportó ninguna, salvo el juramento de decir verdad de Ryan Graves, director ejecutivo de Americans for Safe Aerospace, el comandante David Fravor, ex oficial al mando de la Marina de los EE. UU., y David Grusch, oficial de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y ex oficial de inteligencia. Puedes leer sus declaraciones en la previa que publicamos en esta página web.
Y, a pesar de que al término de la sesión, el representante demócrata Richard García dijo que había sido la audiencia más bipartidista que había visto, es decir, que concita el consenso de Demócratas y Republicanos, los adversarios de Joe Biden no desaprovecharon la ocasión para cargar contra su gestión. Grothman, por ejemplo, acusó a la administración Biden de no ser transparente sobre el tema de los ovnis, citando el incidente del presunto globo espía chino del mes de febrero.
“No solo estamos debatiendo la existencia de los UAP” -dijo. Y añadió: “Estamos deliberando sobre los principios que definen a nuestra república, que es un compromiso con la transparencia y la rendición de cuentas”.
Más expeditivo fue el republicano Tim Burchett al afirmar en su primer turno que "el diablo se ha interpuesto en nuestro camino" y acusó al administrador de Biden de encubrir el asunto de los ovnis.
Que se escenificaba un cambio de paradigma lo demuestra, también, la intervención del congresista Robert García cuando afirmó que “esto es solo el comienzo” de interminables audiencias sobre ovnis. "Damas y caballeros, esto es Benghazi 2.0, en versión alienígena", un eufemismo para referirse a los presuntos delitos cometidos por las agencias de inteligencia estadounidenses.
Pero, ¿compete a los políticos determinar el origen de los ovnis? Evidentemente no. Su función es determinar las responsabilidades políticas, en el caso de que se demuestre la existencia de un programa secreto que ha operado durante décadas a espaldas de los ciudadanos y de cualquier fiscalización administrativa.
De hecho, una de las cosas más comentadas en los pasillos, era si podía demostrarse la "apropiación indebida" de los fondos del Pentágono para el desarrollo de tecnología inversa. ¿Es posible trabajar en avances tecnológicos sin dejar rastro?
En mi opinión tampoco compete a los militares determinar qué son los UAP. Su función es velar por la seguridad. Sus investigaciones se encaminan a la identificación de amenazas -con independencia de su origen- para tratar de hacerles frente con los medios a su alcance.
Como vengo insistiendo desde hace años, a quien compete determinar el origen de los UAP es a la ciencia y, para ello, es necesario tener datos objetivos que -paradójicamente- poseen los militares de forma confidencial y clasificada.
Precisamente, la republicana Anna Paulina Luna, veterana de la Fuerza Aérea y ex modelo californiana, denunció en la audiencia la falta de transparencia, la clasificación excesiva y el miedo a las represalías de los pilotos con los que había hablado. Es más, dijo que justo antes de esta reunión, se le negó el acceso a una audiencia del SCIFF (Instalación de Información Compartimentada Sensible), por lo que es evidente -y esto sí puede probarse- que hay muchos impedimentos para acceder a información UAP.
Una de las pocas novedades aportadas en la audiencia radica en quién tiene autorización para poner en marcha estos programas de ingeniería inversa y quién decide quién tiene autorización. Grusch respondió que las personas que deciden estaban "dentro y fuera" del gobierno. ¿Qué significa esto exactamente? ¿Se refiere a que los altos mandos de una compañía aeroespacial -como por ejemplo la cúpula de Lockheed Martin- son los que deciden si el Congreso tiene acceso? ¿Acaso existe algún comité cuasi-gubernamental que decide estas cosas? Parece una secuela de la serie Expediente X y Grusch una suerte de agente Mulder que denuncia una gran conspiración.
Ante las revelaciones de los tres comparecientes ayer, el Congreso podría invocar la regla Holman, permitiéndoles evitar la financiación de programas o despedir a empleados federales específicos para obligar al Departamento de Defensa a revelar programas relacionados con UAP u otros programas ocultos. Veremos en qué queda, lo serio que se toman a Grusch y a los dos pilotos que, entre otras cosas, dijeron tener conocimiento *directo* de individuos y cargos específicos utilizados para ocultar esfuerzos UAP y decían tener la sospecha que los UAP podrían estar probando las vulnerabilidades de los sistemas militares, participando en espionaje y, en general, constituir una amenaza para la seguridad nacional.
Puede que estemos cerca del final. Este mes de julio, los senadores Mike Rounds (republicano de Dakota del Sur) y Chuck Schumer (demócrata de Nueva York) introdujeron una proposición de ley para exigir que el Gobierno informe todos los avistamientos de ovnis a una junta de revisión que tendría la autoridad para desclasificar la información. Esa aspiración obedece según dijo Luna, a que “es inaceptable que se siga incitando a los estadounidenses a pensar que esto no está pasando o que es posible que existan formas de vida inteligentes además de la humana”.
Que el paradigma ha cambiado lo demuestra que el 68% de los estadounidenses cree que su Gobierno oculta algo en relación a los ovnis.
Y no solo la derecha política. Robert García, representante demócrata por California, pidió al comité que afrontara el asunto con “mente abierta”. Fue este congresista quien preguntó a Dave Grusch si creía que el Gobierno tenía algunos UAP en su poder. “Absolutamente, sí, me lo confirmaron 40 testigos a lo largo de cuatro años”, respondió. “¿Y sabe dónde pueden estar?”, continuó García. “Lo sé, y así se lo reporté a las autoridades correspondientes”, repuso el testigo, que no compartió esa información en la audiencia.
No mires arriba "Don't Look Up"
Por argumentos como este, muchos alimentan la sesación de que toda la atención mediática, institucional, científica y militar en torno a los ovnis es una suerte de maniobra de distracción frente a una amenaza global en ciernes. Como sucede en "No mires arriba", la película protagonizada por Jennifer Lawrence, (que hace de estudiante de posgrado de Astronomía) y Leonardo DiCaprio (que es su profesor) quienes ante la inminente llegada de un meteorito que puede acabar con la vida en la Tierra, se enfrentan a la divulgación y, paradójicamente, la opinión pública y los medios de comunicación, se centran en temas banales. Una crítica ácida a la sociedad actual.
Pero, ¿qué amenaza puede ser es? ¿El colapso de las corrientes oceánicas? ¿La amenaza de un meteorito?
No. En mi opinión, el tema de la revelación (Disclosure) lleva años gestándose y está lejos de ser una operación de distracción. Es un éxito de la exopolítica y, específicamente, de un grupo de activistas de los ovnis que ha sabido moverse en las esferas gubernamentales para concienciar y desencadenar un proceso que creo irreversible. Gracias al senador de Nevada, Harry Reid, al filántropo de las Vegas, Robert Bigelow y a la periodista Leslie Kean, que fueron el motor de estos históricos acontecimientos que, lleven o no a la Gran Revelación, han conseguido que hoy todo el mundo hable de ovnis, de extraterrestres, de programas secretos y la gente de a pie se plantee en sus conversaciones cotidianas que NO ESTAMOS SOLOS en el Universo.
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