Poblados del Amazonas bajo una amenaza invisible
En 1977 y 1978 la población nativa de la Amazonía brasileña vivió bajo el signo del terror: una verdadera invasión de "no identificados" dejó un reguero de sangre en la selva. Un misterio que continúa vivo
Cientos de personas resultaron heridas y un número indeterminado falleció. Los líderes comunales de pequeños municipios y aldeas decretaron el "estado de sitio", pero no supieron cómo hacer frente a la terrible amenaza. El propio gobierno se vio obligado a tomar medidas y convocó a expertos militares en aeronáutica, a los que se encomendó la misión -secreta, por supuesto- de averiguar el origen y la intencionalidad de aquellas inquietantes luces.
A tal efecto se desarrolló la "Operación Plato", que recabó cientos de testimonios sobre las violentas incursiones en la selva. Casi treinta años después, las misteriosas luminosidades han vuelto a la región, exactamente a Colares, un pueblo del municipio de Vigía situado en el Estado amazónico de Pará, no lejos de las desembocadura del río Amazonas. De acuerdo al periódico Diario do Pará, en los primeros días del pasado mes de mayo "más de cien OVNIs sobrevolaron la localidad durante la madrugada". Y como antaño, volvió a cundir el terror entre los moradores de la región.
Según Sebastiao de Oliveira, un campesino local, las apariciones de luces son constantes en los últimos meses. La última de ellas duró tres horas: "Yo estaba pescando junto a mi hijo Robson y mis amigos Roberto Correa y Nelson Gama, y empezaron a surgir, hacia las 23.00 horas. Las luces estaban a la misma distancia de un avión cuando vuela alto, pero no hacían ruido. Además, lo raro es que se quedaban paradas en un mismo sitio durante mucho tiempo y después partían a altísima velocidad. Algunas giraban en círculos y tenían varios colores. Parecían danzar en el cielo".
Colares está situada en una isla de la costa de Pará. Los habitantes más viejos recuerdan aún las noches de pánico y terror de octubre y noviembre de 1977. Fueron muchos los testigos de apariciones de esferas luminosas que hacían vuelos rasantes, la mayoría de las veces procedentes de la bahía de Marajó. Uno de los grandes estudiosos del fenómeno, el biólogo Daniel Rebisso Giese, a quien entrevisté en Belém, me contó que el lugareño Carlos Cardoso de Paula, vio una pequeña esfera "de fuego" entrar en su casa, dar unas vueltas por su habitación y subir por su pierna derecha hasta la rodilla, sin tocar la piel, pasando a la otra pierna. El hombre sintió inmediatamente "flojera, sueño y calor cuando aumentaba de brillo el objeto".
El excomisario de policía de Colares, Olímpio de Almeida Martins, declaró a Daniel que el pueblo empezó a armarse con fuegos artificiales, latas, cacerolas y todo lo que pudiera provocar ruido, con el objetivo de ahuyentar a los objetos. Martins confesó haber visto personas que venían a Colares, procedentes del interior de la isla, que presentaban quemaduras provocadas por los agresivos "no identificados".
El ruido de los fuegos artificiales y las enormes hogueras hechas por la noche parece que no surtieron efecto. Por lo contrario, cuanto mayor era la intranquilidad, más luces sobrevolaban los cielos. El mismísimo alcalde "armaba" a la población trayendo de Belém montones de pequeños cohetes empleados para las celebraciones. A la playa de Bacuri acudieron los militares de la Fuerza Aérea Brasileña para investigar los hechos.
Uno de los testigos más importantes de este caso fue la médico Wellaide Cecin Carvalho, que en la época de los sucesos ufológicos tenía 24 años y trabajaba para el gobierno en la villa de Colares. Ella no sólo había presenciado la acción de los militares sino la de los OVNIs que sobrevolaban la isla, amén de atender a muchos habitantes heridos por los haces de luz que les provocaban quemaduras a la altura del pecho y cuello. Incluso llegó a atender a una mujer que murió horas más tarde. La causa del fallecimiento no quedó muy clara.
Empieza la "Operación Plato"
En abril de 2004, después de un intenso aguacero que cayó sobre la ciudad amazónica de Manaos, hacia las 19.00 horas, varios testigos observaron un OVNI que volaba en círculo sobre el centro de la ciudad y a baja altitud. Parecía que tal objeto quisiera aterrizar en el aeropuerto de Ponta Pelada.
Los testigos pudieron ver una luz, más lejana, en otra dirección. De pronto empezó a emitir una luminosidad blanca y tan intensa que traspasaba las nubes. los miembros de una familia vieron el artefacto, entre ellos una joven que tomó varias instantáneas con una cámara digital. Uno de los testigos se puso en contacto con la torre de control del aeropuerto. Los radaristas también lo habían captado en sus pantallas. Intentaron entrar en contacto con el OVNI vía radio pero no obtuvieron respuesta.
¿Qué está pasando en la Amazonía brasileña? ¿Volverán a atacar los OVNIs que quemaban, herían y mataban en la selva? Todo ello surge en un momento clave para la ufología brasileña: el de la puesta a punto del manifiesto "Libertad de Información, ya", bajo la dirección del veterano ufólogo y editor de la revista brasileña UFO, Ademar Gevaerd.
"El fenómeno ovni es un asunto que concierne a toda la población, no sólo de Brasil; de todo el planeta. Por eso pedimos al gobierno que termine con su política de sigilo y que nos digan lo que saben sobre los ovnis. Nosotros, ufólogos brasileños, luchamos desde hace décadas sin recursos, con grandes dificultades para que la ufología sea, oficialmente, reconocida y queremos ofrecer nuestra contribución al gobierno para la investigación de este apasionante fenómeno y la colaboración para difundir los resultados a toda la sociedad brasileña", afirma Gevaerd. Mientras tanto, el investigador ha repartido entre la comunidad ufológica una serie de importantes documentos oficiales, entre ellos los de la "Operación Plato", que consiguió filtrar a través de varios colaboradores. No obstante la mejor información la obtuvo de un personaje clave: el coronel de la aeronáutica brasileña Uyrangê Bolívar Soares de Hollanda Lima, líder de dicha misión bajo la responsabilidad del I Comando Aéreo Regional de Belém, la capital de Pará. Todo ocurrió entre septiembre y diciembre de 1977, reuniéndose un voluminoso compendio con más de 500 fotografías y numerosas películas sobre el avistamiento de OVNIs en la región amazónica.
Antes de la "Operación Plato", en 1969, la FAB ya había instituido un grupo de investigación llamado "Sistema de Investigación de Objetos Aéreos No Identificados", el "SIOANI". En esa época Uyrangê (que era teniente de una base aérea) recibió de sus superiores unos libretos informativos sobre los OVNIs. Además se solicitaba que los oficiales interesados en el tema se presentaran como voluntarios para realizar informes junto a los testigos. Y el asunto cayó en saco roto hasta 1977. No obstante, el coronel Uyrangê ya no está entre nosotros. Se suicidó pocos meses depués de revelar en una entrevista a Gevaerd los entresijos de la "Operación Plato". Algunos ufólogos, como el prestigioso periodista estadounidense Bob Pratt, considera que la misión y el coronel Uyrangê son "protagonistas" de los acontecimientos ufológicos más enigmáticos y contundentes de todos los tiempos. No es exageración como veremos.
Gevaerd recuerda aquella histórica entrevista en la ciudad de Cabo Frío (Rio de Janeiro): "Uyrangê no pudo hablar sobre lo que hacía en 1977 porque había puniciones. Durante cuatro meses estuvo viajando por la selva y por la costa para vigilar los cielos. Se entrevistó con el famoso general Uchôa, que había publicado varios libros sobre sus contactos con los ovnis y que dio varias conferencias respecto a la región de Alexania, en Goiás, donde durante muchos años se produjeron misteriosos incidentes OVNI. También habló con Bob Pratt, que por aquel entonces trabajaba para el National Inquirer, pero siempre sin micrófonos.
Uyrangê se jubiló en 1992 y siguió sus contactos con otros ufólogos, siempre en silencio, hasta que decidió llamarme para hablar en público sobre el tema. A mí me impactó cuando me dijo que temía morirse de repente y que su historia podría perderse para siempre", rememora el ufólogo.
Según Gevaerd fue el mismo Uyrangê quien le buscó para ofrecer a la revista UFO las declaraciones que ahora transcribimos parcialmente: "En 1952 yo tenía 12 años y estaba en la ventana de mi casa en Belém. Entonces aparecieron, en el cielo, unos objetos muy grandes que llamaron mi atención. Sus luces iluminaron toda la ciudad. Al día siguiente la historia estaba publicada en un periódico. El artículo decía que ';aquello' se había estacionado sobre la cabeza de un grupo de boys-scouts durante un campeonato de natación, y todos lo vieron", afirmó el ya entonces ex militar a Gevaerd.
Apariciones en Bahia do Sol
Uyrangê fue encargado, por su larga experiencia, del "Servicio de Operaciones Especiales de la Selva". Trabajó como paracaidista de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) para llegar a aldeas indígenas aisladas. Allí, machete en mano, abría terreno para allanar la tierra y hacer pistas de aterrizaje.A partir de la revolución de 1964 le encargaron tareas relacionadas con la seguridad de Estado, combatiendo a los movimientos subversivos. Luchó contra acciones terroristas y fue testigo de la aparición de tres OVNIs en la Bahía del Sol (cerca de Colares), en 1977.
Los objetos estaban alineados y volaban en sentido oeste-este. Media hora después surgieron otras dos luces, parpadeando, volando en sentido norte-sur. Esa misma noche, en presencia de agentes del Servicio Nacional de Inteligencia, apareció un disco negro que flotó estático sobre sus cabezas a unos 150 metros de altura. "Se quedó parado. Vimos que tenía una luz en el centro, de un color ámbar. Producía un ruido semejante al del aire acondicionado. Tenía un diámetro de 30 m. Estuvimos mirando aquella cosa un tiempo, hasta que emitió una luz amarilla muy fuerte, que ';clareaba' el suelo, repitiéndolo en intervalos cortos unas cinco veces más".
Según el comandante, su grupo registró nueve formas diferentes de OVNIs en la Amazonía. Había naves grandes de las que salían objetos menores. Muchos fueron filmados, entrando y saliendo de las "naves nodrizas".
Un humanoide ataca
Los militares de "Operación Plato" nunca iban armados, pues "jamás pensamos que hubiera necesidad", dijo el comandante a Gevaerd. No obstante, en una ocasión Uyrangê sintió miedo; tuvo la sensación de poder ser abduccido. Todo empezó cuando un amigo suyo, el oficial de la FAB Victor Jamianiaski, le contó el caso de un muchacho -Luis- que trabajaba recogiendo barro para los alfareros y vio algo increíble en el río Jari.
Uyrangê lo entrevistó y le contó que un día, cazando, observó una luz muy intensa que proyectó un haz también hacia el suelo. De pronto apareció un ser con forma humana que caminó hacia el chico, y éste se escondió. La criatura llevaba una suerte de linterna en la mano y examinó la hamaca de Luis, que colgaba de un árbol. Cuando descubrió el escondrijo del joven, el ser le disparó un rayo rojo con aquella "linterna", pero no lo alcanzó. Luis fue muy ágil: se lanzó a orilla del río mientras la criatura volvía al interior del OVNI. Pero la cosa no terminó ahí: la nave le persiguió a la altura de la copa de los árboles. Luis gritó a un grupo de personas que se acercaban en un barco y todos vieron la escena. Enseguida el OVNI se estacionó sobre la embarcación y el mismo ser bajó y examinó todo con mucha atención. Los pasajeros saltaron al río. Más tarde se introdujo nuevamente en la nave y partió hacia el infinito. "Uyrangê se quedó intrigado con esa historia -recuerda Gevaerd- que decidió ir al lugar de los hechos con Luis.
Eran las 19.00 horas cuando surgió aquella 'cosa'. Sólo se veían luces: una verde muy intensa y otra roja. Emitía un ruido como el del aire acondicionado, pero más fuerte. Estaba tan bajo que no podía ser un avión. El comandante se subió a un barco junto con sus hombres y tomaron rumbo al sitio donde Luis había "encontrado" al supuesto humanoide. Allí se quedaron hasta las diez. Cuando iban a marchar vieron una luz fuerte de color ámbar a unos 2 km de distancia. Venía volando casi a ras del río. Rápidamente agarraron las cámaras y empezaron a filmarlo. Se veía perfectamente reflejado en el agua, y eso quedó registrado en la película.
Pero los acontecimientos apenas empezaban a dibujarse. El equipo de militares volvió a su base, cerca de donde trabajaban los alfareros, pues no habían llevado víveres para pasar la noche. Luis se subió a una canoa junto a un niño de nueve años y remó hacia su casa, situada en la otra orilla. Iba a recoger alguna comida para los militares. Fue entonces cuando Uyrangê y sus hombres vieron algo que les heló la sangre: los dos muchachos se esfumaron en pleno aire, sin dejar rastro alguno de su existencia. En ese mismo momento, sobre el río, apareció una luz intensa, amarilla. Se desplazaba en dirección al grupo y todos se quedaron estáticos y mudos. El OVNI estaba a unos 200 m de altura y pasó sobre las cabezas de los militares cuando llegó cerca del río, apagando sus luces. Sólo entonces pudieron percibir que tenía la forma de un balón de rugby de unos cien metros de longitud. Era translúcido, con ventanillas a lo largo de su longitud. Un cineasta filmó todo con una cámara de "Super 8". El OVNI emitía un ruido semejante al de una turbina y se mantuvo flotando en el aire entre las 11.00 y 11.30 de la noche.
Hacia la una de la madrugada apareció otro objeto en el margen opuesto del río, y bajó hasta tocar la copa de los árboles. Pudieron verlo a una distancia de 70 m. Poseía una luz azul intensa; pese a ello lo observaron fijamente. De pronto se apagó; era el mismo que habían visto antes, con la misma forma de balón de rugby, sin ventana alguna. Todos quedaron aterrados. En ese momento Uyrangê tuvo la sensación de total indefensión y de que podía ser abducido. La luminosidad, que estuvo estática delante de los militares durante tres minutos, empezó a moverse, siguiendo la orilla, alternando su color entre el amarillo y el azul, en dirección a la ciudad de Belém, siempre a la altura de los árboles.
Cuando se reveló el carrete pudieron ver otros detalles del OVNI: en uno de los extremos aparecía una puerta abierta. De la misma salía un haz de luz que se proyectaba hacia el barco donde se encontraban los militares. La población nativa creía que las luces eran como murciélagos vampiros, que les succionaban la sangre. Veamos qué pudo averiguar Uyrangê al respecto: "Verificamos algunos casos y descubrimos que, principalmente las mujeres, tenían extrañas marcas sobre sus senos izquierdos, como si fueran dos agujeros hechos por una aguja, y alrededor, una mancha marron, por eso llamaban a aquellos objetos 'chupa-chupa'. De cada diez casos ocho eran contra mujeres". Pero, ¿qué pensaba el ex militar sobre el motivo de aquellas agresiones? La respuesta fue de lo más interesante: "Llegué a la conclusión de que recaban material humano para hacer algún tipo de antídoto, suero o algo que inhibiese la incidencia de una molestia en los alienígenas".
Al militar le llamó la atención el caso de una mujer atacada en Colares cuando descansaba en su hamaca. Sintió que la temperatura aumentaba considerablemente, y luego las tejas se enrojecieron. Enseguida se hicieron transparentes y pudo ver el cielo a través del techo. En otras ocasiones desaparecían paredes y cubiertas enteras sin dejar rastro alguno, tal como ocurrió con el joven Luis y su amigo.
Uyrangê vivió fenómenos paranormales años más tarde, en su residencia y en presencia de sus familiares. El militar también vivió experiencias que se podrían considerar de tipo "visitantes de dormitorio". En una ocasión vio una luminosidad intensa y un estallido. Apareció un ser de 1,5 m de altura, con una especie de buzo o traje de astronauta. Un día, Uyrangê sacó de su brazo -que llevaba varios días enrojecido- un pequeño objeto de apariencia plástica y puntiagudo. Lo más extraño es que otro miembro de su equipo de campo, Flavio, también tenía una marca en su brazo izquierdo y otra en un muslo. Este militar murió a causa de un derrame supuestamente provocado por la herida en la pierna. El ufólogo español Rafael Sempere examinó el brazo de Uyrangê; le acercó una brújula y su aguja se descontroló. Todos los miembros de la "Operación Plato" perdieron acuidad visual en pocos meses. Uyrangê Hollanda se quitó la vida el 2 de octubre de 1997 a las 23.00 horas en su casa de Cabo Frío, pocos meses después de la entrevista que concedió a Gevaerd y a Marco Petit. El periodista estadounidense Bob Pratt considera que la misión y el coronel Uyrangê son "protagonistas" de los acontecimientos ufológicos más enigmáticos y contundentes de todos los tiempos.
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