Los ovnis obedecen a un claro patrón geográfico
La mayoría de los avistamientos ovni se producen en el oeste de EE. UU y son atribuibles a la geografía física de la región, según un estudio
El fenómeno ovni, o UAP, si prefieres emplear la última denominación del Pentágono para los Fenómenos Anómalos No Identificados, no obedecen a causas psicológicas o sociológicas, según se desprende de un nuevo estudio, revisado por pares, que ha sido publicado en la revista Scientific Reports.
El trabajo científico pone en evidencia un patrón ya conocido por los investigadores ovni desde hace décadas y que –ahora- parece sorprender a los recién llegados a este espinoso asunto. Me refiero a la mayor incidencia del fenómeno en áreas poco pobladas. El ufólogo Jacques Vallée ya dedujo que “el fenómeno ovni es inversamente proporcional a la densidad de población” y que “la nocturnidad” era predominante.
Ahora, el profesor asociado de Geografía en la Universidad de Utah, y autor principal del estudio, Richard Medina, ha analizado más de 98 000 avistamientos y ha reparado en dos condiciones principales para cada condado estadounidense, a saber: la vista del cielo —que incluye la contaminación lumínica del área, la cubierta de nubes y la abundancia de árboles que podría dificultar el campo de visión— y el potencial de que haya objetos convencionales en el cielo a causa, por ejemplo, de la proximidad a aeropuertos e instalaciones militares. Medina ha reparado de esta forma que hay una mayor incidencia de los UAP en el oeste de los Estados Unidos, una relación que califica de “histórica” ya que aquí se ubica la famosa Área 51, concretamente en el estado de Nevada; también en el oeste se halla la localidad de Roswell, en el vecino Nuevo México y en la cuenca del río Uinta, se extiende el Rancho Skinwalker. Pero es que, de acuerdo al segundo parámetro, también en los condados del oeste hay una mayor actividad militar procedente del campo de pruebas de Dugway, en Utah. Según el estudio, además de esos factores, "hay una sólida comunidad que está fuera y mirando hacia el cielo".
Dados estos factores, uno podría sentir la tentación de pensar que hay un componente psicosocial importante que alimenta confusiones, pero al contrario, el nuevo análisis remarca que los puntos calientes de los informes de avistamientos tienen relaciones creíbles con objetos reales, aunque no se conozca su naturaleza.
Los datos tomados del Centro Nacional de Investigación de Ovnis, muestran un patrón claro que desafía la idea de que pueden ser causados por factores psicológicos o sociológicos. Por eso, aseguran los investigadores, es fundamental que todos estos fenómenos se estudien a fondo para poder identificar amenazas para la seguridad nacional.
Y llama la atención que el coautor del estudio sea el asistente adjunto de física en la Universidad de Georgia, Sean Kirkpatrick quien, hasta el pasado mes de diciembre estuvo al frente de la AARO (Oficina de Resolución de Anomalías en Todos los Dominios) y que fue criticado por su “sesgo” a negar la naturaleza extraterrestre de los UAP. Kirkpatrick afirma que "los ‘desconocidos’ son inaceptables en esta era de sensores omnipresentes y disponibilidad de datos. La comunidad científica tiene la responsabilidad de investigar y educar".
Por eso llama la atención que el estudio ahora publicado en una publicación de la editorial Nature ponga énfasis en ese patrón espacial determinado. "Si los datos fueran completamente inválidos debido a alguna causa psicológica y sociológica, entonces no habría un patrón espacial. Pero lo hay", Por consiguiente –concluye el estudio-, desafía la idea de que los avistamientos ovni son el resultado de la histeria colectiva o fruto del contagio social.
Otro de los coautores, Simon Brewer, profesor asociado de Geografía en la Universidad de Utah asegura que este análisis geográfico de los avistamientos de ovnis marca un paso significativo hacia la desmitificación de los fenómenos y la posible identificación de objetos verdaderamente anómalos que podrían representar una amenaza legítima para la seguridad norteamericana.
Kirkpatrick añade que, “el Gobierno de los Estados Unidos, el ejército, la inteligencia y las agencias civiles, necesitan entender lo que hay en los dominios operativos para garantizar la seguridad de la nación y su gente”.
El estudio identificó zonas con un bajo número de informes (puntos fríos) y un alto número de informes (puntos calientes) de forma relativa, por cada 10.000 personas por condado. Estos hallazgos, especialmente los puntos calientes pronunciados en el oeste y el noreste y los puntos fríos en las llanuras centrales y el sureste, apoyaron la hipótesis general de que la visibilidad y la oportunidad influyen significativamente en la frecuencia de los avistamientos.
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