Ni ovni, ni humanoides, el caso Galdar pudo ser una "intrusión"
El doctor Francisco Padrón recibió presiones oficiales para no relatar los detalles de su experiencia. Ahora su hijo habla de una intrusión.
Dos jóvenes, Sheila Santiago y Lara Sánchez han sido las penúltimas protagonistas de avistamientos ovni en la isla de Gran Canaria durante el periodo de confinamiento mundial a causa del coronavirus.
Los avistamientos tuvieron lugar en la zona noroeste de la isla, que es considerada una zona caliente del fenómeno ovni. En la noche del 8 al 9 de abril se hallaban en Montaña Alta (en el municipio de Guía), “un lugar con una larga tradición en cuanto a la aparición de objetos volantes y que, se encuentra a apenas seis kilómetros en línea recta de los lugares donde en Gáldar se dieron otros avistamientos muy conocidos” –explica el investigador insular Luis Javier Velasco.
Se refiere, en concreto, a uno de los episodios más enigmáticos de la ufología española, protagonizado por una corbeta de la Armada y miles de testigos. Pero en particular, fueron objeto de investigación oficial, el médico Francisco J. Padrón y los ocupantes del taxi en el que se desplazaban para asistir a una enferma de Las Rosas. La razón es que ellos observaron, a la misma hora, un objeto circular posado en tierra, con dos figuras humanoides en su interior. Humanoides de gran altura que vestían monos rojos ajustados y parecían estar tocando algún tipo de consola.
El fenómeno se produjo sobre las 22,15 horas del 22 de junio de 1976. Y es importante la hora porque una investigación reciente llevada a cabo por el investigador racionalista Manuel Borraz, se pregunta cómo es posible que una esfera de 30 metros de diámetro con dos seres en su interior estuviera posada en el barrio de Las Rosas, cuando a la misma hora y en la misma dirección, se estaba observando un espectacular fenómeno de forma esférica y tonalidades rojizas en su interior desde todo el Archipiélago canario.
Todo apunta a que su mente le jugó a este testigo una mala pasada, distorsionando aquello que, al igual que miles de canarios, tuvo la oportunidad de observar, y que tenía lugar a más de 700 kilómetros al oeste del Archipiélago.
Francisco Julio Padrón siempre guardó silencio respecto a su aventura. Dijo que fue intimidado por el Ejército y que no quería poner en riesgo su carrera médica.
Tras su fallecimiento, su hijo que a la sazón tenía 12 años de edad, ha declarado recientemente en El Espacio en Blanco de RNE que «la relevacia del testimonio de mi padre fue por su cualificación y nivel intelectual, y eso fue lo que le puso en el centro de atención».
El hijo del doctor ha lanzado una tesis de la que su padre nunca habló: “Mi padre pensaba que había visto algún tipo de entidad, probablemente no terrestre (…) pero yo pienso que mi padre fue testigo de una intrusión”. Es obvio que no se refiere a la distorsión apuntada por Borraz pero sí en línea con la tesis de la distorsión apuntada por investigadores como José Antonio Caravaca, es decir, un estímulo real que fue interpretado de esa forma por los ocupantes del taxi. Es curioso porque, según constata Velasco, los estimulos siguen presentes ahí. Sheila y Lara lo grabaron en dos ocasiones hasta que la luz fue atenuando y descendiendo hasta desaparecer de su campo de visión.
Luis Jacier Velasco ha descartado que fueran satélites o aviones. Además de que la situación excepcional de contar con el cielo prácticamente limpio criba otros posibles objetos que pueden ser más comunes.
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