La central de los Ummitas
La historia comienza en Madrid, en la tertulia de La Ballena Alegre, donde se reúnen los Amigos de los Visitantes del Espacio, una asociación de ufólogos entusiastas.
Uno de ellos, Fernando Sesma, recibe a partir de 1966 cartas fascinantes que comparte con su grupo. Estos mensajes parecen tener un origen totalmente terrestre, pero en realidad proceden del planeta Ummo a través de sus infiltrados.
Al menos, eso es lo que cuentan los propios ummitas en su abundante correspondencia: después de descubrir la Tierra por casualidad al captar un mensaje de emergencia de un paquebote noruego, envían una misión científica para estudiar nuestro planeta.
Tras atravesar los 14,4 años luz que nos separan de su civilización avanzada, estos visitantes bienintencionados habrían aterrizado el 28 de marzo de 1950 en las cercanías de Digne (Francia), antes de mezclarse con una especie humana a la que juzgan con dureza.
Nuestro mundo les parece atrasado, fragmentado, mal organizado; los ummitas intervendrían solo en caso de peligro grave, como una guerra nuclear, pero se toman la libertad de advertir a los terrícolas del peligro que representan para sí mismos dirigiéndose a los más conscientes de entre ellos, destinatarios de sus cartas.
En total, Sesma y sus amigos reciben miles de páginas, al igual que otros ufólogos de varios países. La «revelación ummita» les permite adivinar una sociedad más avanzada, más feliz, que ha alcanzado su alto nivel tecnológico gracias a su organización colectivista.
En L'Affaire Ummo, les extraterrestres qui venaient du froid (El caso Ummo, los extraterrestres que venían del frío), Renaud Marhic desarrolla en 1993 una teoría muy política: los ummitas serían el resultado de una manipulación de los servicios secretos soviéticos, deseosos de propagar ideas pacifistas y socializadoras en el mundo occidental.
En definitiva, Ummo sería en realidad Lubianka, la imponente y siniestra central moscovita de la antigua KGB, sede del actual Servicio Federal de Seguridad de la Federación Rusa (FSB).
Sin embargo, el español José Luis Jordán Peña confesó ser el autor del fraude a la Guardia Civil en 1992: Ummo vendría de «humo»...
Autor de las primeras cartas, siguió engañando a los ufólogos durante veinticinco años, hasta que la farsa escapó a su control. Otros falsarios, incluso sectas, multiplicaron los envíos, dando lugar a un imponente corpus de consulta sobre la ciencia de Ummo.
De hecho, el francés Dominique Caudron ataca en un libro a los «ummoristas»... Haciendo caso omiso de estas afirmaciones, los ummitas siguen enviando mensajes, que ahora nos llegan a través de Twitter...
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