¿Es un bluf el proceso de revelación ovni de EE.UU?
El New York Post acusa a pequeño grupo de activistas ovni de engañar durante años «a unos medios crédulos y un Congreso inconsciente.»
El julio de 2021 constataba con cierto estupor que la mayoría de actores del proceso de revelación de secretos oficiales sobre los ovnis en los Estados Unidos, coincidieron en un mismo espacio «escénico»: El Skinwalker Ranch.
En esta explotación agrícola, situada en el estado de Utah, concurren toda una serie de fenómenos extraños; mutilaciones de ganado, ovnis, poltergeist, puertas dimensionales, etc… Como expliqué en un post titulado «¿Cómo hemos llegado hasta aquí?», un físico llamado Harold Puthoff, que fue un antiguo contratista del Departamento de defensa, la CIA y la DIA (Agencia de Inteligencia de Defensa), actuó de imán sobre el lugar para el filántropo Robert Bigelow que financiaría la campaña de Harry Reid para que se convirtiera en senador de Nevada.
El difundo Reid fue el impulsor del proceso de desclasificación de información ovni y, a la postre, el artífice del AATIP (Programa de Identificación de Amenazas Aeroespaciales Avanzadas) del Pentágono. Todo se gestó en el Skinwalker Ranch, una suerte de cenáculo para «crédulos» según un explosivo trabajo periodístico publicado por el New York Post.
Estar centrados en los ovnis ha evitado centrarse en las naves espía de otras potencias, según el Post
El prestigioso diario acusa a este «pequeño grupo de activistas ovni» de engañar durante años «a unos medios crédulos y un Congreso inconsciente.» Y asegura que los «locos» jefes del Pentágono habrían perdido la posibilidad de rastrear naves espía durante años por centrarse en los ovnis.
Dice más. Contra lo publicado por The New York Times, el Post asegura que el Pentágono no tenía, en realidad, un programa oficial de ovnis y que Lue Elizondo no fue su director. Se basa en un comunicado del Departamento de Defensa emitido en 2019, en el que se decía que Elizondo «no tenía responsabilidades» en el AATIP, y que el programa no había sido creado para investigar ovnis. Falso.
El corresponsal de la NBC News, Gadi Schwartz, publicó en redes una carta que afirmaba lo contrario: el liderazgo de Elizondo al frente del AATIP.
UPDATE: Former Senator Harry Reid has sent us a letter confirming @LueElizondo’s role at #AATIP. “As one of the original sponsors of AATIP, I can state as a matter of record Lue Elizondo’s involvement and leadership role in this program.” #uapdisclosure https://t.co/VoQ5XU8GmJ pic.twitter.com/L6mQ9GGYCX
— Gadi Schwartz (@GadiNBC) April 27, 2021
Claro que la carta está firmada por el senador Harry Reid… ¿Estarían protegiéndose entre ellos los asiduos del Skinwalkker Ranch?
En 2021, Elizondo denunció que si el Pentágono negaba su papel en el AATIP era parte de una campaña de «desinformación» para desacreditarlo. El Departamento de Defensa desestimó su denuncia y Elizondo, con larga trayectoria en servicios de inteligencia, se desvinculó del ejército y se dedicó en cuerpo y alma a la divulgación de los ovnis.
Otro de los asiduos al Skinwalker Ranch es James Lacatski, un científico de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), que escribió a Bigelow –que ya había comprado la extensión- para visitar el lugar. Lacatski no solo era «creyente» sino que llegó a protagonizar algún suceso en la cocina del rancho. Y fue él quién le habló a Reid de lo que allí sucedía y que debería ser objeto de estudio. Y así es como nació el Programa de Aplicación del Sistema de Armas Aeroespaciales Avanzadas (AAWSAP).
Pero, ¿cómo podrían convencer al Congreso de gastar el dinero de los contribuyentes en un programa del Pentágono que estudia fantasmas y duendes? Simple. No mencionando fantasmas ni duendes.
El objetivo de AAWSAP, según especificó en el proyecto Lacatski, era utilizar las tendencias tecnológicas actuales para predecir qué tipos de tecnología aeroespacial podrían tener los adversarios extranjeros en el año 2050. Y, bingo. Dio con la llave maestra: «la seguridad» que iba a obtener la bendición de militares y políticos hasta la fecha.
En agosto de 2008, el Pentágono adjudicó el contrato de 22 millones de dólares del programa al único postor: Bigelow, propietario de Skinwalker Ranch y partidario financiero de la carrera política de Reid.
Y, según denuncia el Post, entre 2009 y 2010, los contratistas de Bigelow-AAWSAP dirigidos por el agente de la DIA, James Lacatski, «persiguieron ovnis por todo el mundo y cazaron monstruos en Skinwalker Ranch.»
Ante la amenaza de que los contribuyentes supieran en qué gastaban el dinero, Reid solicitó que el proyecto fuera ultrasecreto
Como el Departamento de Defensa le preocupaba que la opinión pública supiera que el gobierno estaba gastando dinero en esto, el Senador Reid presentó una solicitud para que el programa fuera ultrasecreto, protegiéndolo así de los detractores.
Pero en su solicitud, Reid no menciona AAWSAP, sino que se refiriere al programa con un acrónimo «inventado»: el AATIP que fue denegada en 2012.
Algunos de los primeros funcionarios del Pentágono en informar al Congreso en 2018 sobre estos llamados UAP, fueron ex miembros de AAWSAP. A saber: Eric Davis, un excontratista que en un artículo para la Fuerza Aérea ya habla de teleportación física.
Jay Stratton, quien dirigió las investigaciones del Pentágono al frente del UAPTF es otro de los que cree que, tanto los fantasmas como las criaturas monstruosas del Skinwalker Ranch, son reales y participa en la serie que emite Canal de Historia; o el científico jefe de este grupo de trabajo del Pentágono, Travis Taylor, colaborador de Ancient Aliens, en History Channel, y como su jefe, del The Secret of Skinwalker Ranch, en la misma cadena.
Los responsables del UAPTF dicen que se trata de una campaña salvaje para desprestigiarlos
Lo más grotesco, según Tom Rogan, un reportero de seguridad nacional, el grupo de trabajo sobre ovnis del Pentágono de Stratton «estaba desviando recursos del gobierno para investigar ovnis no convencionales a expensas de abordar los globos chinos» y que Jay Stratton «era reacio» a enfrentar el problema de los globos.
Stratton y Taylor, como anticipamos hace unos días, aseguran que son el foco de una campaña para desprestigiarlos 57390 por participar en programas dedicados al misterio.
¿Es el proceso de revelación un bluf de cuatro crédulos que han sabido engatusar a políticos y militares? ¿Hay –como denunciaba el periodista una guerra en el Pentágono por el control de la narrativa? Unos estarían decididos a contar la Verdad y otros a seguir ocultándola a toda costa, aún a riesgo de desprestigiar a quienes han liderado las investigaciones. ¿Quién elige a las personas que investigan los UAP? Desde luego no son los del cenáculo del Skinwalker Ranch, sino políticos y técnicos en defensa que saben lo que tienen entre manos, ¿no?
Se vienen tiempos apasionantes para acercarnos a la Verdad aunque el desencadenante hayan sido unos presuntos «globos» y «no identificados» de los que nada sabemos pero que han puesto en solfa que la atención se la llevaban los extraterrestres, en lugar de las naciones que espían.
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