ENTREVISTA CON SALVADOR FREIXEDO
En cuanto una oveja se separa un poco de la manada, el pastor le echa a los perros para hacerla volver al redil. Con el ser humano pasa lo mismo. Somos una granja propiedad de seres superiores, a los que servimos. Así piensa Salvador Freixedo, exsacerdote jesuita, escritor y uno de los más importantes estudiosos del fenómeno OVNI de la historia. Con 92 años y una extraordinaria lucidez, en esta entrevista nos ofrece sus puntos de vista fruto de décadas de investigaciones y experiencias sobre asuntos como la relación entre el fenómeno ufológico y la religión, la existencia de un más allá o los objetivos de las entidades sobrehumanas que llevarían milenios manipulando a la humanidad Por Magdalena del Amo
Se define a sí mismo como un ser honrado, libre y sin dogmas, que utiliza el bien más preciado dado por Dios a los humanos: su inteligencia. Durante treinta años perteneció a la Orden de los Jesuitas. Pero la publicación en 1968 de su libro Mi Iglesia duerme, en el que hacía pública su discrepancia con algunos dogmas y defendía que la institución no podía instalarse en el pasado, le granjeó una suspensión a divinis y su salida definitiva de la Compañía de Jesús. Fue entonces, ya libre de ataduras, cuando empezó a viajar por el mundo y a investigar todo aquello que le había sido vedado. Su sed de conocimiento le hizo ahondar en asuntos como las religiones comparadas, el fenómeno OVNI, el espiritismo, los curanderos, la parapsicología, la radiónica y cualquier tema que irradiara un resplandor de nuevos amaneceres. Sus conclusiones sobre las disciplinas citadas y su valentía al exponerlas, le han garantizado un lugar al lado de los pioneros de materias tan interesantes como escurridizas.
Magdalena del Amo: Ha dedicado usted parte de su vida a estudiar el asunto OVNI y otros temas marginales para la ciencia oficial, como los curanderos o la parapsicología. ¿Es por ir contracorriente?
Salvador Freixedo: No es por eso, pero la verdad es que siempre me ha importado muy poco lo que otros piensen de mí. Estos fenómenos extraños me interesan porque son como ventanas hacia otros mundos desconocidos que están más allá de lo que perciben nuestros sentidos y nuestra inteligencia. Y confieso que siempre he sentido una enorme curiosidad por asomarme a esas ventanas.
M. A.: ¿Cuál es para usted el caso OVNI más importante, aquel que no le ofrezca ninguna duda?
S. F.: Alguno de los que yo he visto o mi entorno cercano. No necesito recurrir a lo que cuenta algún piloto o científico. Tras haber observado durante más de veinte minutos cómo un platillo volante se balanceaba a baja altura, y luego salía disparado a toda velocidad, o después de presenciar, a plena luz del día, desde un coche en el que viajábamos varias personas, cómo un OVNI se desplazaba casi tocando el suelo, en paralelo a nuestro automóvil, ¡qué me van a contar los científicos! O el caso de mi hermana, que circulaba en coche con su marido por una zona despoblada de Pontevedra –el Alto del Paraño— y vieron una nave muy parecida a las fotografiadas por el contactado suizo Billy Meier, que presentaba dos hileras de ventanas. Les entró un pánico terrible. Y ya ves, años después, a su hijo, el coronel Ángel Bastida Freijedo, el Ejército español le encomendó la misión de encargarse del proceso de desclasificación OVNI, y el pobre tuvo que hacer el paripé y seguir las órdenes de otros. Por eso no quise saber nada sobre ese asunto, ni le pregunté jamás, a pesar de ser mi sobrino.
M. A.: Esos seres que nos visitan, ¿son extraterrestres o provienen de otras dimensiones?
S. F.: Yo siempre suelo escribir extraterrestres entre comillas, porque de una manera general pueden ser las dos cosas, aunque como la variedad es tal, el adjetivo puede aplicarse con más propiedad a unos que a otros. Lo de extraterrestres es fácilmente inteligible; lo que ya no se comprende tan bien es lo de la ultradimensionalidad, porque no tenemos ni idea de qué es eso. Cuando están entre nosotros se atienen bastante a nuestras tres dimensiones, pero parece que conservan su naturaleza ultradimensional, pues pueden hacerse invisibles, ingrávidos, penetrar la materia sin chocar contra la misma, y no están tan prisioneros del tiempo y el espacio como nosotros. Curiosamente, cuando una persona está en compañía de un ser extrahumano, es decir, dentro su campo magnético, es frecuente que adquiera momentáneamente algunas de estas capacidades ultradimensionales, y se vuelva invisible o tenga la facultad de atravesar paredes.
M. A.: ¿Cree que están infiltrados en nuestra sociedad?
S. F.: Totalmente, pero no tanto de una manera física, directa, inmediata y visible, sino a través de las ideas que nos han ido inculcando a través de filosofías y religiones, mediante las cuales los humanos, creyendo que somos libres, hacemos lo que ellos quieren, convirtiéndonos en esclavos. Pero también algunos están entre nosotros de una manera física. Yo he conocido a personas extrañas, que dudo que fuesen auténticos humanos. Y he sido amigo de una mujer que estuvo casada con un «extraterrestre», tal como narro en mi libro La granja humana (Diversa, 2015). Era un hombre muy raro, medio anfibio. En días de gran temporal, con bandera roja, se internaba en el mar y volvía después de horas. Decía que nuestra atmósfera lo agobiaba. Tenía un frasquito que contenía algo brillante que él ingería cuando se encontraba mal, pero le había prohibido a ella que lo tocase. Lo guardaba en el cuarto de baño, y un día la mujer cayó en la tentación de cogerlo, pero entonces escuchó la voz enérgica de él: «Deja eso». Él había captado su intención desde otra habitación. A causa de ésta y otras muchas experiencias que vivió, llegó a sentir miedo. Cuando el hombre se murió, creció repentinamente más de veinte centímetros. Los médicos estaban muy intrigados porque, según la autopsia, no tenía pulmones. Aparte de este contacto particular entre ciertos «extraterrestres» y algunos humanos, también está la presencia física de «razas» de seres extrahumanos, de diversos orígenes, que conviven con nosotros, algunos de ellos en profundas ciudades subterráneas construidas hace miles años… (Continúa en AÑO/CERO 302).
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