Clave 33, cuando una cifra conduce a un enigma extraterrestre
¿Te ha pasado que despiertas y tu reloj indica que son 3:33? A un astrólogo de Desojo (Navarra) le pasó el 2/2/1988 cayó en la cuenta de su significado
No hace falta ganar el premio Abel para darse cuenta que los números están en todas partes, a nuestro alrededor. Cada hora, minuto o segundo del día estamos en contacto con ellos y cada vez más personas aseguran que ven los números repetidos con más frecuencia de lo habitual.
A finales de los años ochenta, el número 33 era recurrente en la vida de Licerio Moreno. Este astrólogo, convencido de las visitas extraterrestres, fue a parar a Desojo, un pueblecito de Navarra (España) donde encontró la armonía y las vibraciones necesarias para el desarrollo de su trabajo. Allí fundaría la Asociación Adonai para la Fraternidad Cósmica, siguiendo al contactado italiano Eugenio Siragusa. Éste estaba convencido que la Humanidad estaba atravesando un cambio de era espiritual, de grandes cambios, que presagiaban el retorno de Cristo a bordo de una nave extraterrestre.
Los seguidores de Eugenio Siragusa estaban convencidos que Jesucristo regresaría a la Tierra a bordo de un ovni
Lice no sabía cómo, pero el 33, un número muy especial como el 11:11, se le presentaba muy a menudo. Todo cobró sentido el 2 de febrero de 1988.
A las 7 horas y 9 minutos de aquel día, el comandante de un avión de la compañía privada Audeli se cruzó literalmente con unas extrañas luces que volaban a su mismo nivel: a unos 3.500 metros de altitud.
Lo que no sabía entonces el comandante es que, en aquella tarde invernal, miles de ciudadanos estaban viendo también como unas bolas de luz cruzaban de oeste a este la Península Ibérica. Los medios de comunicación, las centralitas de aeropuertos y de la policía empezaron a recibir cientos de llamadas de testigos y curiosos que buscaban una explicación al fenómeno luminoso.
Lice echó cuentas. El avistamiento había tenido lugar 33 días después de comenzar el año 1988 y a 333 de que terminara. La suma de sus cifras, además, sumaba 3. No era casualidad.
Aunque oficialmente se zanjó el caso como un bólido que llegó a la Tierra con una velocidad de 60 Km/seg y de casi 1Km de diámetro antes de desintegrarse en nuestra atmósfera, las grabaciones que aportamos en este vídeo demuestran que hubo un scramble de cazas en persecución de los objetos, que se produjeron denuncias de la presencia de las luminarias hasta bien entrada la madrugada y que, por tanto, no podía tratarse de un objeto en reentrada.
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