Empieza el centenario de Antonio Ribera
El Ayuntamiento de Sant Feliu de Codines (Barcelona) prevé realizar una serie de homenajes al padre de la ufología española, Antonio Ribera, que escribió parte de su obra allí
Este 2020 comienza con una singular efeméride para todos los aficionados a la ufología: el centenario de Antonio Ribera i Jordà (15 de enero de 1920 al 24 de septiembre de 2001).
Ribera contribuyó de forma decisiva a la composición de la ufología en España, creando en 1958 el Centro de Estudios Interplanetarios (CEI) en Barcelona y, a través de su gran facilidad para las lenguas –hablaba con fluidez seis idiomas- tradujo al español más de 300 obras que ayudaron a conocer qué se decía sobre el enigma de los ovnis en muchos otros países. Su bibliografía completa suma 70 obras, incluyendo relatos breves, pequeñas obras de teatro, novelas y ensayos sobre enigmas publicados en una decena de lenguas. Sant Feliu de Codines, localidad de la provincia de Barcelona donde pasó gran parte de su vida, prevé dedicarle una calle y próximamente creará en la Biblioteca Municipal, un Legado Antoni Ribera que recopilará sus obras, sus artículos y escritos, para que sean accesibles a lectores, historiadores e investigadores.
Por la casa de Ribera, en la calle Barcelona de Sant Feliu de Codines, desfilaron varias generaciones de ufólogos
Y es que por la casa de Ribera desfilamos todos en algún momento de nuestras vidas. En ella siempre había lugar para libros que lo ocupaban literalmente todo. Fernando Jiménez del Oso, Juan José Benítez, Javier Sierra, Enrique de Vicente o yo mismo, pasamos por allí para compartir largas horas de tertulia, siempre acompañados de sus inseparables perros y gatos.
Recuerdo como contaba emocionado sus expediciones en los 70 a la famosa isla de Pascua anticipándose al célebre oceanógrafo francés Jacques Costeau, a quién tenía enmarcado en el salón de su casa en una foto histórica.
El padre de la ufología española fue respetado dentro y fuera del país. Escribió para la revista británica Flying Saucer Review o la publicación francesa Lumières dans la Nuit. Y editó en España la revista Horizonte que era la traducción de la revista Planète de dos gigantes de la época: Louis Pauwels y Jacques Bergier. Su talante y sus conocimientos le llevaron en los 80 a disertar sobre ovnis a la Cámara británica de los Lores. Veinticinco parlamentarios de todo el espectro político le sometieron a un interrogatorio amplio sobre el tema, con especial consideración a si se había intentado la comunicación con los tripulantes de los platillos volantes, Ribera –con su seguridad habitual- les contestó que se estaba llevando a cabo un proyecto en Austin (Texas), conocido como Starlight, que hasta la fecha había conseguido modestos resultados. Si ahora levantara la cabeza.
El reconocimiento oficial tardó en llegar. El autor de libros tan exitosos como El gran enigma de los Platillos volantes (1966), Un caso perfecto (1969), Los doce triángulos de la muerte (1976) o Treinta años de ovnis (1982) fue condecorado con la "Creu de Sant Jordi" de la Generalitat de Cataluña en 1990, por su decidido soporte a publicaciones escritas en catalán durante la dictadura franquista. En cierta ocasión que le acompañaba a su domicilio desde Barcelona por la Arrabasada, se emocionó en una de sus curvas al recordar que allí casi pierde la vida cuando a punta de fusil una patrulla les acusó de colaboracionistas con los rojos. Ribera se lamentaba que el más alto galardón del gobierno catalán no fuera por su labor divulgativa sobre el mundo del misterio. Y no fue poco porque, a las obras de referencia ya mencionadas, cabe sumar otras relacionadas con el mundo de las abducciones, misterio que le cautivó por considerar la clave para resolver el enigma de los ovnis. Junto al profesor Francisco de Asís Rovatti realizó numerosas hipnosis que pretendían escrutar qué había de verdad en todos estos episodios.
Éste junto al affaire UMMO fueron dos de los signos distintivos de los últimos años de Ribera, el abuelo ufológico de la llamada Tercera Generación que hoy habría cumplido 100 años, ¡un siglo! Felicidades Antonio.
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