Ovnis y vida extraterrestre
22/07/2013 (09:27 CET)
Actualizado: 06/11/2014 (09:58 CET)
APKALLUS: EXTRATERRESTRES ANFIBIOS EN SUMERIA
Samuel GarcíaSegún antiquísimos textos, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos, hace miles de años unos seres de aspecto anfibio aterrizaron en Sumeria a bordo de un resplandeciente «huevo volador». Dichas entidades, conocidas como apkallus, instruyeron a los seres humanos en diversos saberes, lo que dio comienzo a la civilización tal y como la conocemos hoy en día. Curiosamente, en la misma época unas criaturas de aspecto muy similar a éstas, descendieron de los cielos a bordo de una brillante «arca» en el actual territorio de Mali, a cuyos habitantes también adiestraron en múltiples conocimientos. En el presente reportaje, un extracto de «Nibiru» (www.palibrio.com), obra de reciente aparición, mostramos las pruebas de estos posibles contactos extraterrestres en la antigüedad.
Hace 5.500 años atrás, entre las planicies aluviales de los ríos Tigris y Éufrates, nació la civilización sumeria, considerada la primera y la más antigua de las que se conocen hasta ahora. La procedencia de sus habitantes todavía resulta incierta, si bien el término sumerio no sólo se aplica a los pobladores de dicha región, sino que también se utiliza para referirse a todos los hablantes de la lengua homónima.
Los miembros de dicha civilización inventaron la escritura cuneiforme a mediados del IV milenio a.C., la cual plasmaban con cuñas sobre tablillas de arcilla húmedas que luego secaban o cocían. Nos legaron una inmensa producción escrita entre la que encontramos material de tipo económico, jurídico, científico y religioso. Sólo una mínima parte pueden considerarse trabajos estrictamente literarios. Entre los mismos cabe destacar la himnografía, de hondo contenido religioso. Prácticamente todos los dioses, los reyes más cualificados y los templos de mayor prestigio fueron glorificados en estas composiciones, que eran recitadas en festividades tanto religiosas como profanas.
SORPRENDENTES ESCRITOS
El grupo de héroes civilizadores de Mesopotamia –región que se dividía en Asiria y Babilonia, que a su vez estaba formada por Acadia y Sumeria– son conocidos por el nombre de apkallus, los cuales presentaban una serie de insólitas características y una pinta tan exótica que nos hace pensar en seres extraterrestres. Los describían como seres repulsivos, pues los consideraban simple y llanamente una «abominación». Su apariencia era de mitad hombre y mitad pez, y calaron tan hondo en la psique humana que en el siglo III a.C. todavía eran recordados.
Beroso, sacerdote del dios Bêl («el señor», un epíteto acadio de Marduk, la deidad más importante de Babilonia), escribió la historia de Babilonia para el mundo griego de la época. Titulada Babyloniaka, en esta obra explicaba la tradición de su país en relación los orígenes de la civilización. De Beroso sabemos que estaba vivo en el año 290 a.C., que conoció a Aristóteles y que fue coetáneo de Alejandro Magno. Para compilar la historia de su madre patria recurrió a los archivos del Templo de Bel –localizado en el territorio de la actual Siria–, donde tuvo acceso a documentos originales y, aunque su obra ya no se encuentra entre nosotros, nos han llegado algunas pinceladas a través de fragmentos de varios autores como Apolodoro, Alejandro Polihistor, Abideno y Flavio Josefo entre otros. Beroso se caracterizaba por su objetividad y respeto por la verdad, y para sus escritos se basó en las representaciones de las paredes de los templos, en documentos y en conocimientos tradicionales. De hecho, los expertos han comprobado que nombres y sucesos narrados por este sacerdote son fieles al contenido de otros textos de la tradición mesopotámica (Continúa en AÑO/CERO 276).
Los miembros de dicha civilización inventaron la escritura cuneiforme a mediados del IV milenio a.C., la cual plasmaban con cuñas sobre tablillas de arcilla húmedas que luego secaban o cocían. Nos legaron una inmensa producción escrita entre la que encontramos material de tipo económico, jurídico, científico y religioso. Sólo una mínima parte pueden considerarse trabajos estrictamente literarios. Entre los mismos cabe destacar la himnografía, de hondo contenido religioso. Prácticamente todos los dioses, los reyes más cualificados y los templos de mayor prestigio fueron glorificados en estas composiciones, que eran recitadas en festividades tanto religiosas como profanas.
SORPRENDENTES ESCRITOS
El grupo de héroes civilizadores de Mesopotamia –región que se dividía en Asiria y Babilonia, que a su vez estaba formada por Acadia y Sumeria– son conocidos por el nombre de apkallus, los cuales presentaban una serie de insólitas características y una pinta tan exótica que nos hace pensar en seres extraterrestres. Los describían como seres repulsivos, pues los consideraban simple y llanamente una «abominación». Su apariencia era de mitad hombre y mitad pez, y calaron tan hondo en la psique humana que en el siglo III a.C. todavía eran recordados.
Beroso, sacerdote del dios Bêl («el señor», un epíteto acadio de Marduk, la deidad más importante de Babilonia), escribió la historia de Babilonia para el mundo griego de la época. Titulada Babyloniaka, en esta obra explicaba la tradición de su país en relación los orígenes de la civilización. De Beroso sabemos que estaba vivo en el año 290 a.C., que conoció a Aristóteles y que fue coetáneo de Alejandro Magno. Para compilar la historia de su madre patria recurrió a los archivos del Templo de Bel –localizado en el territorio de la actual Siria–, donde tuvo acceso a documentos originales y, aunque su obra ya no se encuentra entre nosotros, nos han llegado algunas pinceladas a través de fragmentos de varios autores como Apolodoro, Alejandro Polihistor, Abideno y Flavio Josefo entre otros. Beroso se caracterizaba por su objetividad y respeto por la verdad, y para sus escritos se basó en las representaciones de las paredes de los templos, en documentos y en conocimientos tradicionales. De hecho, los expertos han comprobado que nombres y sucesos narrados por este sacerdote son fieles al contenido de otros textos de la tradición mesopotámica (Continúa en AÑO/CERO 276).
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