Preocupación en el Pentágono por las armas espaciales de Rusia y China
Los principales líderes del Departamento de Defensa de Estados Unidos asistieron asistieron a una sesión informativa confidencial
En los años ochenta del siglo pasado, se cernía sobre el mundo la amenaza constante de una guerra nuclear. La tensión entre los Estados Unidos y la Unión Soviética estaba en altos históricos.
El presidente Ronald Reagan se fijó entonces en el espacio como elemento de disuasión. En una solemne intervención televisada desde el Despacho Oval de la Casa Blanca, el 23 de marzo de 1983, anunció la puesta en marcha de un ambicioso y asombroso proyecto llamado SDI (Strategic Defense Initiative).
Conocido popularmente como "Guerra de las Galaxias", este costosísimo proyecto que sobrepasaría el billón y medio de dólares, es decir, casi la mitad todo el PIB estadounidense de aquel año, suponía la puesta en órbita de más de 2.200 satélites militares equipados con armas futuristas aún en desarrollo por parte una agencia dependiente del Pentágono llamada DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency).
La idea de Edward Teller, miembro del equipo que desarrolló el Proyecto Manhattan, era destruir los misiles enemigos apenas fueran lanzados, utilizando para ello satélites situados en órbitas sobre los silos de los rusos.
Otra parte del proyecto, conocido con el nombre en clave de Excalibur, era utilizar rayos láser de alta potencia disparados desde el espacio para destruir objetivos a la velocidad de la luz, ya que alcanzar un misil una vez lanzado es muy complicado para un proyectil convencional. Disuasión hubo poca. Dos años más tarde el presidente Ronald Reagan y el nuevo líder soviético Mikhail Gorbachev acordaron celebrar su primera cumbre en Ginebra, Suiza. Las reuniones no iban bien. Los mandatarios salieron a dar un paseo y, entonces, el actor estadounidense, fanático de la ciencia ficción, le preguntó a Gorbachev: "¿Qué harías si Estados Unidos fuera atacado repentinamente por alguien del espacio exterior? ¿Nos ayudarías?".
Gorbachov respondió que sin lugar a dudas lo haría y Reagan le dijo que ellos harían lo mismo.
La Guerra de las Galaxias fue un órdago que habría forzado a los soviéticos a negociar el desarme
"De vez en cuando pienso en lo rápido que desaparecerían nuestras diferencias en todo el mundo si nos enfrentáramos a una amenaza alienígena de fuera de este mundo" –dijo Reagan para pasmo de todos. Y añadió: "Y, sin embargo, les pregunto: ¿no hay ya una fuerza extraña entre nosotros? ¿Qué puede ser más ajeno a las aspiraciones universales de nuestros pueblos que la guerra y la amenaza de la guerra?".
Había otro factor que, aparentemente deshabilitaba la SDI. Durante la conferencia internacional Unispace 82, celebrada en Viena (Austria) en el verano de 1982, el secretario general de las Naciones Unidas, a la sazón, Javier Pérez de Cuéllar, advirtió ante más de mil participantes de todo el mundo el riesgo que suponía para la humanidad militarizar el espacio y convertirlo en un campo de batalla, pero en la misma media en la que la tecnología avanza y otras naciones tienen acceso al espacio parece quedarse en una quimera.
De vez en cuando pienso en lo rápido que desaparecerían nuestras diferencias en todo el mundo si nos enfrentáramos a una amenaza alienígena
El presidente George W. Bush firmó en 2007 un memorándum conocido como National Space Policy en el aseguraba que los Estados Unidos tendrían potestad para decidir qué países podían enviar sus naves al espacio. El gobierno más poderoso del mundo se arrogaba que el espacio exterior es de su propiedad, porque la libertad de acción en esta área es "tan importante para Estados Unidos como lo es el aire o el mar" (sic).
También el presidente Donald Trump describió el espacio como el "más nuevo dominio en el mundo para combatir la guerra", durante una ceremonia en una base militar cerca de Washington. Y para demostrarlo creo un nuevo servicio militar bajo el control de la Fuerza Aérea con el rimbombante nombre de Fuerza Espacial.
Pero, el espacio se ha "democratizado" o "liberalizado" y no sólo naciones sino que iniciativas privadas hacen uso de él. Y esa es la razón por la que el 6 y 7 de septiembre los líderes del Pentágono se reunieron para discutir la creciente amenaza de los nuevos tipos de armas espaciales que están desarrollando Rusia y China.
Según una agenda de la reunión, se examinó "el desarrollo potencial de China y Rusia de sistemas de bombardeo orbital fraccional y armas espacio-tierra que podrían afectar a la disuasión y la estabilidad estratégica de EE UU., así como considerar la respuesta de EE UU. opciones para el desarrollo potencial de tales capacidades por parte de cualquier adversario".
A las reuniones asistieron el secretario de Defensa, Lloyd Austin, la subsecretaria de Defensa, Kathleen Hicks, así como la Junta de Política de Defensa, compuesta por ex funcionarios de seguridad nacional.
La reunión se produce en medio del debate sobre la Seguridad Nacional y los UAP (Fenómeno Aéreos No Identificados) pero, también, cuando Rusia y China continúan desarrollando y probando nuevas tecnologías basadas en el espacio.
En octubre del año pasado, por ejemplo, China probó un FOBS (Sistema de Bombardeo Orbital Fraccional) o plataforma que puede colocar armas, incluidos vehículos de planeo hipersónico, en una órbita baja terrestre. La plataforma china, según los analistas, puede evadir o desafiar los actuales sistemas de alerta temprana.
Los chinos ha probado una amplia variedad de conceptos anti satélite
China también ha probado una amplia variedad de conceptos anti satélite, incluidas naves espaciales con capacidad de ataque sobre otros satélites, misiles anti satélite lanzados desde tierra y láseres de alta potencia.
A pesar de que la guerra con Ucrania ha desviado la atención, Rusia va a la zaga en el desarrollo de armas en el espacio. Recordemos que, en noviembre de 2021, un test ruso de misil anti satélite creó miles de fragmentos de desechos espaciales que obligaron a la ISS (Estación Espacial Internacional) a realizar una maniobra evasiva fuera del peligro.
El general David D. Thompson, segundo al mando de la Fuerza Espacial creada por Trump, declaró a The Washington Post que "algunas de estas amenazas se están volviendo tan generalizadas que los satélites estadounidenses están bajo ataque 'todos los días'".
Comentarios
Nos interesa tu opinión