"La tecnología hará factible detectar el alma" Entrevista con la Dra. Luján Comas
Su profundo conocimiento del cerebro, de los estudios sobre la conciencia y de las bases sobre las que se asienta la física cuántica, hacen de la Dra. Luján Comas una de las mejores investigadoras de las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM) que existen en la actualidad. Charlamos con ella sobre el futuro de los estudios sobre las ECM.
La publicación de la octava edición de su libro ¿Existe la muerte? Ciencia, vida y trascendencia, escrito junto a la experta en acompañamiento en el duelo Anji Carmelo y editado por Plataforma Actual, nos brinda una excelente oportunidad para conversar con la doctora Luján Comas, una de las voces de mayor peso en nuestro país a la hora de hablar de experiencias cercanas a la muerte (ECM). Una treintena de años de experiencia como médico anestesista, muchos de los cuales desarrolló en el terreno de la cirugía cardíaca, la han situado en un lugar privilegiado para conocer y estudiar este tipo de experiencias al límite de la vida física. Además, es una de las principales impulsoras de asociaciones como Merrylife, cuyo fin es la evolución de la conciencia, la Fundación Icloby para mejorar el mundo en el que vivimos y la Fundación Metta para el acompañamiento en el tránsito y el duelo.
Aún no se ha demostrado que la conciencia sea el producto de una transmisión sináptica, de una transmisión eléctrica o de un impulso bioquímico
Pregunta: Doctora, usted defiende la necesidad de replantear conceptos, de buscar mayor precisión con respecto a definiciones que en el pasado fueron útiles pero que hoy reconocemos como «equivocadas»… experiencias cercanas a la muerte es un primer ejemplo.
Respuesta: Así es. Para comenzar podríamos cambiar el nombre de experiencias cercanas a la muerte, término que acuñó en su día el doctor Raymond Moody en su libro Vida después de la vida. Se sigue manteniendo hasta ahora, pero hay muchas personas que dicen que si ha vuelto a la vida es que no estuvieron realmente muertas. No obstante, debemos tener presente que el término muerte, internacionalmente aceptado, se aplica cuando concurren tres hechos: el primero es que se pare el corazón, porque ha dejado de latir y no hay tensión arterial; el segundo, que no exista respiración espontánea; y el tercero, la ausencia de reflejos medulares. Cuando un paciente presenta esas tres características, está oficialmente muerto. Si además esto ocurre en un hospital, puedes disponer de un registro del electroencefalograma plano, de modo que podríamos decir que teóricamente está muerto. Solo los avances en reanimación que hemos desarrollado en los últimos años, aplicados rápidamente para evitar daños cerebrales, hacen que esa persona puede regresar de esa situación de muerte en la que estaba; de ahí que sería mucho más preciso referirnos a las ECM como experiencias de muerte real.
P: Su formación y larga experiencia profesional la capacitan de forma muy especial para contraargumentar la explicación de las ECM como alucinaciones provocadas por la falta de oxígeno en el cerebro o por la generación de drogas naturales para atenuar el trauma de la muerte…
R: Hay una parte de los científicos que piensan que la conciencia es producto del cerebro y, por tanto, buscan la manera de encontrar una solución a estas experiencias dentro de ese marco. Plantean que puede ser por muchos motivos, como una cascada de neurotransmisores, de hormonas que se segregan en el momento en que el cerebro siente la muerte. También nos dicen que puede deberse a la falta de oxígeno o a un exceso de anhídrido carbónico en ese instante del desenlace final, o bien a alucinaciones generadas por un brote epiléptico en el lóbulo temporal. Lo cierto es que ninguna de estas propuestas ofrece una explicación clara a las ECM y, además, se ha demostrado que no es así. En primer lugar, todavía no sabe cómo el cerebro produce pensamientos y la propia conciencia. Aún no se ha demostrado que la conciencia sea el producto de una transmisión sináptica, de una transmisión eléctrica o de un impulso bioquímico. Sin embargo, muchos científicos se esfuerzan por buscar explicaciones dentro de esa línea de trabajo, cuando todavía no se ha demostrado que la conciencia sea un producto del cerebro. La realidad es que teniendo todos los parámetros objetivos de muerte, con el electrocardiograma y el electroencefalograma indicando la ausencia de actividad, e incluso con personal sanitario intentando la reanimación del paciente, este, una vez que regresa a la vida, relata experiencias que demuestran actividad de la conciencia, cuando en teoría no debería ser así. Además, pensemos que si fuesen provocadas por un déficit de oxígeno o por un exceso de anhídrido carbónico, las urgencias de los hospitales estarían repletas de protagonistas de ECM, pues dichas urgencias están atestadas de pacientes con insuficiencia respiratoria, como parte de procesos crónicos o agudizaciones de los mismos, y eso no sucede.
P: Para la ciencia, la supervivencia tras la muerte ha sido durante siglos una esperanza y una creencia, ampliamente coloreada por las religiones e instrumentalizada a modo de esperanza y amenaza, pero desde hace unas décadas, y teniendo en cuenta las investigaciones sobre ECM, ¿podemos decir que este asunto interesa a la ciencia? ¿Tiene una opinión sobre cómo se puede mejorar o avanzar en ese campo, tal vez con más recursos económicos?
R: Hay muchas investigaciones sobre las ECM desarrolladas de manera científica y objetiva, cuyos resultados abren un interrogante muy claro sobre lo que nos han dicho y hemos estudiado hasta ahora sobre el cerebro y la conciencia. Pensemos que el cerebro es el órgano más sensible al déficit de oxígeno, y que a los pocos segundos de esta circunstancia, apenas diez, ya empieza a alterarse la permeabilidad de la membrana neuronal. Comienza a entrar agua y electrolitos y se hincha, se «edematiza», de manera que las neuronas en teoría no puede desempeñar su función. Si decimos que la conciencia es producto del cerebro y el cerebro en este caso está parado, ¿cómo explicamos la conciencia? En cuanto a la otra pregunta que me planteas, pues sí, es una cuestión de recursos económicos. Yo soy la primera que tengo un proyecto de investigación en España sobre la conciencia, pero se necesitan patrocinadores, gente que quiera invertir en esta clase de estudios, porque son necesarios muchos medios y tiempo para llevarlos a cabo. Porque no siempre se tienen experiencias cercanas a la muerte. Consideremos, por ejemplo, el estudio del doctor Sam Parnia. Se partía de 2.060 pacientes, pero de estos la mayoría murieron, y de los que no lo hicieron, solo un 10% protagonizaron una ECM. Por lo tanto, son estudios muy largos, para los que son necesarios un amplio personal. Tienen que participar muchos centros, muchas UCIs, muchas urgencias con personal ya preparado para llevar a cabo el estudio, y eso supone tiempo, energía y personal. Y todo eso es dinero.
Las ECM son transformadoras, porque aquellos que las experimentan, le pierden el miedo a la muerte
LA RESPUESTA DE LA FÍSICA CUÁNTICA
P: La psicobiología defiende que la mente, que la conciencia, es producto exclusivo del cerebro. Sin embargo, las ECM parece que indican algo muy diferente, puesto que hay un momento en el que «no hay cerebro», pero sí conciencia...
R: Realmente en esos instantes en que ocurren las ECM, te das cuenta de que hay una actividad entre comillas «cerebral», que es incluso más amplia que antes de la ECM. Quienes viven esta clase de experiencias tienen la capacidad de darse cuenta de quienes son, de dónde están, de qué está ocurriendo en la sala de operaciones, de lo que están hablando los médicos… son capaces de pensar, de deducir qué están haciendo, observan y tienen capacidad de memoria. Se cuenta con muchos casos en los que las personas que están reanimando a ese individuo, a las que no ha visto nunca, pues ha entrado en coma en el hospital, son reconocidas por este cuando despierta de ese coma y las ve por vez primera, describiendo conversaciones y actividades que se llevaron a cabo en la sala de operaciones y que el paciente no podía conocer, porque en ese momento estaba en coma. Además, los protagonistas de ECM tienen la capacidad de «viajar» a otras dimensiones, de ver a gente de su familia o amigos que han fallecido. Pero también describen a personas que desconocían que estaban muertas, pues nadie se lo había dicho para no preocuparles y, por tanto, como no hay una idea preconcebida, les preguntan qué hacen ahí. El mundo de la conciencia me parece apasionante y creo que está en pañales. Siempre digo que el siglo XXI será el siglo de la conciencia, en el que descubriremos la relación entre cerebro y conciencia, y también que la conciencia es algo más que el cerebro y sigue viviendo a pesar de la muerte del cerebro físico.
El cerebro sería la parte física, la material, la partícula; y la conciencia sería esa onda de posibilidades que es energía y que no muere, sino que se mantiene
P: Es interesante escucharla decir que cuando encarnamos en un cuerpo físico somos «partículas», y cuando morimos somos «onda», usando el símil de la Física Cuántica de la condición de onda-partícula.
R: Para mí, uno de los descubrimientos de la Física Cuántica más relevantes, más importantes, es la dualidad de la luz como onda y como partícula. Es muy difícil para nuestro cerebro entender que la luz pueda ser en un momento onda y comportarse como tal, y en otro ser partícula y comportarse como materia, y que también hay veces que puede ser las dos cosas a la vez. Dicen los entendidos, los sabios, que en el universo todo existe como información, como energía, como un estado en el que existen todas las posibilidades. Es decir, existe la «onda de posibilidad». En el momento en que nosotros ponemos la conciencia, estamos materializando, porque esa onda ha dejado de tener todas esas posibilidades y se transforma en partícula, en una cosa concreta, que es en la que tú te estás fijando, en la que estás poniendo la mente. Es difícil de entender, pero es así. En el experimento de la doble rendija de Thomas Young se ha observado que cuando el observador mira la luz, esta se comporta como partícula, como fotones, como corpúsculos; y cuando no mira, se comporta electromagnéticamente como onda. Es muy llamativo. Desde mi punto de vista, la conciencia tendría esa dualidad: por un lado, el cerebro sería la parte física, la material, la partícula; y la conciencia sería esa onda de posibilidades que es energía y que no muere, sino que se mantiene.
El siglo XXI será el de la conciencia, porque descubriremos que sigue viviendo a pesar de la muerte
EL FUTURO DE LA INVESTIGACIÓN
P: ¿Cuáles son, desde su conocimiento, las investigaciones o aportaciones más relevantes de los últimos años en esta materia?
R: Para mí, de todas las investigaciones que se han realizado, la más importante es la del doctor Pim Van Lommel, que además ha escrito un capítulo espléndido para la última edición de nuestro libro ¿Existe la muerte? Ciencia, vida y trascendencia. Para mí él es el referente mundial en investigaciones sobre la conciencia. Hizo un trabajo con diez hospitales en Holanda que duró ocho años, observando las repercusiones que a lo largo de ese periodo provocaban las ECM en los pacientes que las habían experimentado. Fue interesante descubrir cómo cambió su vida. Pero dentro de su estudio, lo más interesante es que habla de la conciencia no local, es decir, de la conciencia no localizada en el cerebro. El trabajo fue lo suficientemente importante como para que se publicase en la prestigiosa revista médica The Lancet. Hay muchos otros estudios, como los del doctor Bruce Greyson o el de Kenneth Ring en los años noventa, que hizo un estudio de ECM en ciegos de nacimiento, comprobando que veían durante la ECM que habían experimentado. Hay trabajos muy interesantes que nos hacen poner un interrogante a todo lo que hemos creído hasta ahora.
P: Una última cuestión, doctora. La tecnología, la ciencia y la medicina, que hoy traen de vuelta a tanta gente, ¿podrían con un mayor avance hacernos ir más allá de las ECM o existe una «línea roja» tras la cual ya no hay retorno?
R: Realmente la ciencia, la tecnología y la medicina, que han avanzado tanto, no sabemos hasta dónde nos llevarán. Pienso que alcanzaremos una tecnología con la que será posible detectar la salida del alma o de esa energía que da vida al cuerpo. Cada día las imágenes son captadas con más intensidad y de una manera diferente, y creo que se hará un aparato, un instrumento, que podrá fotografiar eso que a veces se ve y que se describe en muchos libros por autores médicos como una pequeña nube o luz que sale del cuerpo. Pienso que gracias a la tecnología tendremos una constatación física de ello. ¿Llegar hasta esa línea de no retorno? Eso no lo sé. Lo que sí creo es que veremos al «principio vida» abandonar el cuerpo.
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