Escribir con la mente
Un chip dotado de inteligencia artificial e implantado en el córtex transmite a una pantalla las palabras que pensamos
La interacción entre máquina y cerebro es cada vez más estrecha y natural. Se avanza a gran velocidad hacia una sofisticada interfaz mente-computadora, gracias a la cual nuestros pensamientos queden representados directamente en la pantalla. El último paso en dicha progresión lo ha dado la Universidad de Stanford. Acaba de hacer público en la revista Nature un chip de inteligencia artificial que, implantado en nuestro córtex, consigue leer los textos que imaginamos para acabar transcribiéndolos en un ordenador.
Frente a otros sistemas de índole parecida, la novedad aquí radica en el sistema de decodificación empleado. La persona con el chip implantado tiene que pensar las palabras que desea transcribir haciendo de ellas una imagen mental cuyos trazos deben ser similares a los que ejecutaría mientras escribe en un papel. Dicho de otra manera, se le pidió que imaginara su caligrafía habitual e incluso simulara que la estaba moviendo la mano como si utilizara un bolígrafo.
La pantalla sería el propio cerebro con la imagen mental recreada en su interior
El procedimiento recuerda a los reconocedores de texto instalados en los smartphones o tablet, capaces de leer la escritura natural que trazamos sobre ellos. Sin embargo, en esta ocasión, la pantalla sería el propio cerebro con la imagen mental recreada en su interior. Lógicamente, cada persona tiene su propia letra. Así que el chip implantado está dotado de una inteligencia artificial que debe aprender el proceso. Necesita familiarizarse con la caligrafía del sujeto durante un tiempo para hacer una transcripción correcta de cada uno de los caracteres imaginados.
El resultado, al decir de los investigadores, ha sido espectacular. En una etapa inicial del experimento, el individuo se concentró en imaginar letras. Repitió cada una de ellas en diez ocasiones para adiestrar al software y que el sistema fuera capaz de reconocer las señales neuronales que generaba cada uno de los caracteres garabateados mentalmente. Una vez afinado este proceso, se pasó al reconocimiento de palabras y frases completas a razón de 90 caracteres por minuto, cuando en un smartphone convencional la misma operación de reconocimiento de escritura física sobre una pantalla se desarrolla a una media de 115 caracteres por minuto. La mano solo sería un poquito más rápida que la mente.
FUTURO ESPERANZADOR
Detrás de esta innovación hay dos chips del tamaño de una aspirina infantil implantados en el hemisferio izquierdo del cerebro. Cada chip cuenta con un centenar de electrodos directamente encargados de monitorizar la actividad neuroeléctrica del área cortical que gestiona la motricidad manual del individuo. Los movimientos de las manos mientras simula que escribe tienen su reflejo en la bioelectricidad neuronal y estas señales son registradas por el implante, transmitidas al programa informático, decodificadas y mostradas ya como texto digital en la pantalla de un ordenador.
Sería una esperanza nada irreal para pacientes con sus extremidades inmovilizadas
El equipo promotor de este experimento se ha mostrado muy ilusionado con las consecuencias futuras que esta tecnología puede deparar. Sería una esperanza nada irreal para pacientes con sus extremidades inmovilizadas por culpa de lesiones en la columna vertebral o enfermedades degenerativas del sistema nervioso como el ELA. No obstante, todavía queda mucho por mejorar antes de distribuirlo al gran público fuera de un laboratorio. Entre otras cuestiones urgentes estaría la reducción del tamaño de los electrodos y de todo el aparataje, demasiado engorroso, que conlleva su implantación y funcionamiento en una persona. A lo que habría que añadir el problema de la internacionalización del software para adaptarlo a otros idiomas y caligrafías muy diferentes a la lengua inglesa.
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