La conciencia tiene un origen cuántico
Una investigación sugiere que las ondas cuánticas estructuran las neuronas que permiten la cognición
Un grupo de científicos liderado por el profesor Lukas Kunz, del Hospital Universitario de Bonn ha comprobado que las ondas cerebrales facilitan la comunicación entre distintas regiones cerebrales.
Las ondas cerebrales se pueden medir gracias al electroenfefalógrafo o también mediante un electrocorticograma. Ambos muestran el patrón repetitivo en la actividad eléctrica de nuestro encéfalo y se clasifican en cinco frecuencias, a saber: Alfa, Beta, Gamma, Delta y Theta.
Ahora, Kunz junto a científicos de Nueva York y Friburgo, han descubierto que durante la memoria espacial se activan simultáneamente diferentes tipos de células nerviosas coordinadas por ondas cerebrales.
El estudio, publicado en la revista Nature Neuroscience, sugiere que las ondas facilitan la coordinación de las células nerviosas que codifican diferentes aspectos de la memoria espacial, como objetos y ubicaciones. En otras palabras, la cognición sería una función de onda y, como tal, sujeta a las leyes de la física cuántica.
En esta derivada más especulativa pone énfasis el editor de Tendencias 21, Eduardo Martínez de la Fe. En el paralelismo existente entre las ondas cerebrales y las ondas cuánticas para habilitar funciones cognitivas.
La cognición es la facultad que tenemos para procesar información a partir de la percepción, el conocimiento adquirido (experiencia) y características subjetivas para valorar la información del mundo exterior.
Sobre el origen cuántico de la conciencia ya había polémicos estudios: las teorías de Roger Penrose.
El sistema neuronal del cerebro forma una intrincada red y la conciencia que produce obedece a las reglas de la mecánica cuántica
Una década antes de ganar en 2020 el Premio Nobel de Física, Penrose se asoció con el anestesista Stuart Hameroff para un estudio en el que afirmaron que el sistema neuronal del cerebro formaba una intrincada red y que la conciencia que produce obedecía a las reglas de la mecánica cuántica.
Sus conclusiones fueron polémicas pues las ondas cerebrales y las ondas de partículas elementales son fenómenos físicos tienen diferencias porque tienen lugar escenarios tan distintos como el macrofísico y el microfísico.
Mientras que las ondas cerebrales regulan a nivel celular algunas funciones neuronales como la memoria, las ondas cuánticas regulan la actividad de los protones, neutrones y electrones que forman los átomos y las moléculas que dan origen a las neuronas.
Un paralelo obvio entre las ondas cerebrales y las ondas de partículas elementales es que ambas son manifestaciones de la naturaleza ondulatoria de la materia y la energía, y que ambas siguen principios matemáticos y físicos, independientemente del nivel en el que operan.
La facultad cognitiva superior se originaría mediante cálculos cuánticos que ocurren en el cerebro.
Si eso es cierto, el observador estaría implicado en la creación de la realidad. El conocido ejemplo del gato de Schrödinger es bastante elocuente al respecto.
En 1954, por cierto, Schrödinger dejó escrito que «la naturaleza es una sinfonía de ondas oscilantes, de fenómenos cíclicos que se repiten en el espacio y en el tiempo». Tenía razón.
Otra investigación desarrollada en el Instituto Nacional de Física Nuclear (INFN) en Frascati (Italia) y liderada por Catalina Curceanu, concluyó que la facultad cognitiva superior se originaría mediante cálculos cuánticos que ocurren en el cerebro.
De este modo, no hablamos sólo de ondas mecánicas, como las presentes en las neuronas o las partículas elementales, sino también ondas magnéticas o gravitacionales, que amplían su radio de acción hasta los confines del universo.
Comentarios
Nos interesa tu opinión