Dioses reptiles de la antigua Sumeria
La serpiente es un símbolo prominente de muchas civilizaciones, algunos investigadores creen que estas criaturas fueron adoradas como dioses
En las proximidades de antigua ciudad de Ur, al sur del actual Irak, se erige una colina artificial, conocida como Tell al-Ubayd, con un yacimiento inquietante. Durante las excavaciones realizadas entre los años 1918 y 1919, el historiador y egiptólogo Harry Reginald Holland Hall, se topó “casualmente” con las ruinas de un templo del tercer milenio antes de Cristo.
Al santuario se accedía mediante una escalera que tenía a ambos lados unas cabezas de león de piedra caliza con sus fauces abiertas. Estaban recubiertas de cobre y sus ojos de jaspe rojo.
La entrada, decorada con un impresionante bajorrelieve que mostraba un águila con cabeza de león con sus alas extendidas, sostenía en sus garras a dos ciervos. Se cree que se trata de la diosa Ninhursag, al que estaba dedicado el templo.
Los descubrimientos, sin embargo, se atribuyeron a Leonard Woolley quien se supone que excavaría en Ur de Caldea, pero se enamoró del templo de Tell al-Ubayda. Tras continuar con el trabajo de Hall, descubrió en una colina cercana, un cementerio real, datado en el 2700 a.C., que es considerada una de las principales revelaciones arqueológicas del siglo XX.
Lo más curioso, sin embargo, se hallaba a 21 metros por debajo de estas tumbas. Debajo de una capa de arcilla de dos metros de grosor (depositada por el agua) descubrió los restos de una civilización anterior, creyó que se trataba de pre-sumerios, de 7.000 años de antigüedad.
Los artefactos hallados junto a los cuerpos, entre los que había cráneos elongados, no dejaron indiferente a nadie porque, cuidadosamente enterradas, había unas misteriosas estatuillas de arcilla que Woolley calificó de las esculturas más antiguas de Mesopotamia. Eran representaciones antropomorfas de hombres y mujeres dotadas de hombros inusualmente anchos, con adornos abultados que aún los ensanchaban más y cinturas estrechas y largas extremidades.
Las figurillas tenían rostro de serpiente o lagarto que resultaba sobrecogedor
Con todo, lo más sobrecogedor eran sus rostros. No eran humanos, sino ofidios. Algunas de las figuras llevaban altos tocados cónicos, otras apoyaban las manos en las caderas y otras las cruzaban sobre el pecho. Una de las estatuillas de mujer sostenía en brazos a un niño de cráneo alargado que parecía estar amamantándose. Estas figuras, elaboradas en terracota, oscilan entre los 5 y los 15 cm. y formaban parte del ajuar funerario de lo que se ha dado en llamar periodo Ubaid. Se trata de una cultura prehistórica de Mesopotamia, datada entre 4000 y 5500 antes de Cristo.
Al igual que los sumerios, se desconoce el origen del pueblo Ubaid.Sabemos que vivían de la agricultura, a la que dotaron de complejos sistemas de riego. Vivían en grandes poblados con calles pavimentadas, en casas de adobe en forma de T, con patio y de ese periodo datan, también, las primeras grandes construcciones religiosas.
Lo que representan las estatuillas es -todavía hoy- un misterio que ha dado lugar a toda clase de especulaciones. Según los arqueólogos, sus posturas, como la maternal figura femenina, no sugieren que fueran objetos rituales. Tampoco parecen estar relacionadas con las venus paleolíticas que tienden a exagerar atributos femeninos como las nalgas, el pubis y los pechos... Entonces, ¿qué representan estas estatuillas de "ídolos serpiente"?
Como Woolley creía en la historia bíblica del diluvio universal apenas remarcó la apariencia de las estatuas de terracota, pero no pasaron inadvertidas para los amantes del misterio que creyeron ver en las estatuillas las representaciones de dioses y diosas con rostros de reptil.
Si alguien ha popularizado esta idea es el escritor de origen ruso Zecharia Sitchin. En su serie Crónicas de la Tierra (formada por siete libros), este autor desarrolla la teoría de que los Anunnaki (unas divinidades de la mitología sumeria y acadia) eran en realidad seres extraterrestres procedentes de un planeta desconocido.
Los Anunnaki (término que Sitchin traduce como «los que vinieron del cielo a la Tierra») no sólo habrían ayudado a prosperar a la civilización sumeria (proporcionándoles valiosos conocimientos científicos), sino que habrían creado o modificado el ADN de los humanos primitivos, hasta dar lugar con sus experimentos genéticos a la aparición del homo sapiens.
En 1933, Max Mallowan excavó tumbas neolíticas en Tell Arpachiyah, también en Irak, que datan del 4600 a. C., al 4300 a. C. (períodos Halaf y Ubaid) y descubrió cráneos que presentaban un "marcado grado de deformación artificial deliberada". ¿Casualidad?
La serpiente es, de hecho, un símbolo utilizado en varias civilizaciones para simbolizar multitud de dioses. Sabemos que los indios Hopi tienen leyendas sobre la construcción de ciudades subterráneas de sus "hermanos serpiente" en todo Arizona, México y América Central. Además, al dios tolteca de Gucumatz se le conocía como una "serpiente de la sabiduría", que participaba en la educación de los seres humanos. Más conocida es la serpiente emplumada Quetzalcoatl, deidad de la vida, la luz, la fertilidad, la civilización y el conocimiento.
En la India, algunos textos y tradiciones mencionan a los Naga, que son criaturas reptiles que residen bajo tierra y frecuentemente interactúan con los humanos.
El dios sumerio Enki adoptó posteriormente el emblema de la Hermandad de la Serpiente, como muestra la imagen al emplear al ofidio como arca para preservar la humanidad de un diluvio. Generalmente es representado con dos corrientes de agua a un lado y otro de su cuerpo que simbolizan las cuencas de los ríos Tigris y Eufrates, la cuna de la humanidad.
Los símbolos han sido inventados en algún momento determinado por necesidades precisas. Los primeros símbolos y mitos prehistóricos fueron fruto de un largo y paciente período de observación de los elementos naturales. El periodista Pepe Rodríguez, en su libro Dios nació mujer, habla que "el agua —en sus diferentes manifestaciones— como elemento fundamental de la vida; la luna y el sol como señores indiscutibles del cielo que determinaban muchos comportamientos de los seres vivos; los ciclos estacionales sucediéndose con inquietante periodicidad; el misterioso poder reproductor del huevo; la maravillosa capacidad para volar de las aves; la singularidad regeneradora de la serpiente; el mágico ciclo vital de árboles y plantas… Permitieron construir, mediante analogías, las primeras abstracciones capaces de facilitar una interpretación del mundo, creando orden y certeza allí donde no parecía haber más que caos."
Según la mitología sumeria, Nammu es la diosa que identifica el “abismo de las aguas” en el océano primigenio. De nuevo nos hallamos con una deidad reptiloide, con cuerpo de mujer que amamanta a una cría. El cuerpo está decorado por cupulitas que, desde el punto de vista simbólico representan el mundo subterráneo y la magia. De esta forma piden a la diosa el renacimiento de lo que se halla en su seno. También los hombros anchos y los brazos enfrentados son símbolo de protección. Debajo del ombligo está el gran triangulo púbico, que hace alusión al paraíso terrestre, donde tiene lugar el origen de la vida y la resurrección.
Cuentan que las serpientes se sienten atraídas por el aroma de la leche de las mujeres que están amamantando sus bebés por lo que, a menudo, la serpiente es identificada como un símbolo femenino, es quien tienta a Adán y Eva en el Jardín del Edén. Por lo tanto, puede que la cultura Ubaid se fijara en la capacidad regenerativa de las serpientes al mudar su piel, la capacidad de segregar gran cantidad de saliva blanquecina de aspecto lechoso se relacionó con la lactancia y, tal vez este hecho, unido a las distintas competencias positivas que el pensamiento sumerio a otorgó a los ofidios, facilitó la incorporación de algunas diosas-serpiente al conjunto de divinidades nodrizas.
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