Ocultura: Herschel y las fake news
Ni siquiera dos siglos después de la conocida como 'la gran farsa lunar' hemos encontrado la forma de evitar que los bulos recorran nuestros medios
Hace unos días tuve el placer de pasear por los jardines del Observatorio Astronómico Nacional con su director, Rafael Bachiller. El otoño llamaba ya a sus puertas y el cerrillo de San Blas, un promontorio vallado, casi secreto, en la esquina sureste del parque del Retiro, se me antojó todo un Edén en el corazón de Madrid. Juan de Villanueva levantó allí, en tiempos de Carlos IV, uno de los hitos de su olvidado «paseo de las ciencias» y hoy su edificio principal –templo debería decir– acoge una de las mejores bibliotecas astronómicas del país y preserva la «sala del meridiano» en la que se fijó durante años la hora oficial española.
Bachiller, hombre discreto y afable, uno de nuestros mejores divulgadores científicos, me había citado para conversar sobre esas maravillas para un podcast que difunde el patrimonio madrileño de la UNESCO conocido como «el paisaje de la luz» (*). Conversamos durante un buen rato. Recorrimos su pequeño bosque y sus habitaciones con vitrinas hasta alcanzar el edificio acristalado que guarda el tesoro del lugar. Se trata de la réplica exacta del que, en tiempos, fue uno de los mejores telescopios del mundo. Adquirido a Inglaterra en 1802, es un tubo grueso, de ocho metros de largo y quinientas arrobas de peso, cuyos espejos originales pulió en persona sir John William Herschel, famoso entonces por haber descubierto Urano.
Herschel fue, sin duda, un maestro en su campo. Tenido por el mejor astrónomo observacional del mundo, tardó seis años en cumplir el contrato que firmó con España y que iba a convertir aquel promontorio en la atalaya perfecta para explorar los secretos del Universo.
El diario The Sun publicó una serie de artículos en los que aseguraba que Herschel había reunido pruebas contundentes de la existencia de vida inteligente en la Luna
Escuché a Bachiller glosar las capacidades del artilugio, y los dos lamentamos que las tropas de Napoleón lo destruyeran en 1808 sin haberle dado la oportunidad de hacer alguna aportación al conocimiento humano. Pero lo que no me atreví a consultarle –no encontré el momento, la verdad– fue el escándalo en el que Herschel se vio implicado apenas trece años después de su muerte. En agosto de 1835, con el telescopio desmantelado, el diario londinense The Sun publicó una serie de seis artículos en los que aseguraba que el gran astrónomo había reunido pruebas contundentes de la existencia de vida inteligente en la Luna gracias a una óptica parecida. Eran otros tiempos. El nombre de un muerto ilustre podía ser tomado en vano sin que nadie replicara. Y aquel The Sun –en un ejercicio de fake news que hoy sonrojaría a cualquiera– no ahorró en epítetos para referirse a las manadas de bisontes, gacelas y hasta humanoides alados que correteaban por los bosques y ríos de la Luna, y que Herschel presuntamente había captado con nitidez. Para colmo, la noticia la firmó uno de sus asistentes, Andrew Grant, que pronto se descubrió que jamás existió. Antes de cualquier aclaración, el periódico consiguió multiplicar su tirada y la serie terminaría traduciéndose y publicándose en toda Europa.
A fecha de hoy, todavía no sabemos a ciencia cierta quién escribió aquello. Se ha acusado a uno de los redactores del diario, Richard Adams Locke, pero éste falleció sin reconocer su autoría. Por fortuna, la reputación de Herschel no se resintió. Sus observaciones habían dado grandes noticias de Marte, incluso de constelaciones remotas como Géminis u Orión, y hasta le valieron un cráter con su nombre en la cara visible de la Luna. Una deshabitada y gris, sin bisontes.
A los Sapiens nos encantan esas malditas fake news
Frente a la reconstrucción de su telescopio, esa mañana ahogué un lamento. Ni siquiera dos siglos después de la conocida como «la gran farsa lunar» hemos encontrado la forma de evitar que los bulos recorran nuestros medios. Una cosa es defender ideas controvertidas o argumentar sobre asuntos rodeados de misterio en publicaciones como esta, y otra muy distinta construir cuentos que hacer pasar por ciertos. Eso sucedió en tiempos de Herschel... y, por desgracia, sigue pasando en los nuestros. No parece que nada ni nadie pueda evitarlo. A los Sapiens –que nadie lo dude– nos encantan esas malditas fake news.
¿Hasta cuándo?
(*) Si quieres escuchar esta conversación, busca la App «En el Paisaje de la Luz con Javier Sierra» en tu proveedor de iOS o Android.
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