Mineros bolivianos sacrifican niños como ofrenda al diablo
ADEVERTENCIA: Esta información contiene imágenes que pueden herir su sensibilidad. La policía boliviana investiga la desaparición de menores para ser empleados como ofrenda al diablo por mineros de los alrededores del cerro Tata Sabaya. Josep Guijarro
Según datos de la OEA (Organización de Estados Americanos), cada año desaparecen 2.100 menores en Bolivia y se cree que una parte de ellos sirven de ofrenda al diablo. Lo confirma el macabro hallazgo, el verano pasado, del cadáver de un recién nacido en un altar hecho de piedras en las faldas del cerro Tata Sabaya, en Oruro. El bebé estaba desnudo, aún tenía parte de su cordón umbilical y, a su alrededor , le rodeaban decenas de hojas de coca así como algunas botellas de alcohol con el que había sido rociado el cuerpo.
El cerro Tata Sabaya es, en realidad, un alto volcán extinguido de 5.430 metros de altitud. Su nombre es una mezcla de quechua y aymara que puede traducirse como Padre Diablo o Padre Demonio. En sus laderas surgió la creencia de que, para garantizar dinero, éxito en los negocios, y prosperidad, era necesario ofrendar las primeras crías de los animales… es lo que llaman convite al "tío", un demonio que protege a los mineros y que preludia el día grande del Carnaval de Oruro, único de Bolivia declarado Patrimonio de la Humanidad.
Los trabajadores de la nueva mina San José, a las afueras de esta ciudad andina, van en agosto a la mina para honrar al diablo que les cuida.... Pero, ¿podía alguien realizar una ofrenda con niños?
En septiembre de 2018 otro caso conmocionó a la población por la desaparición de Joel Condori Aliaga, un niño de ocho años que desapareció que supuestamente fue sacrificado al Tío en una mina de la provincia Muñecas de La Paz para hallar más mineral.
Tras los dos primeros días de búsqueda llegó a la casa del menor una carta que rezaba: "El niño perdido de don Norberto Condori Chambi, los mineros lo han traído para hacer wajtacha o ritual en la mina y lo enterraron el viernes 21 de septiembre por la noche".
El niño nunca ha sido encontrado.
Melisa Ibarra, representante de la Red Ciudadana de Prevención del Infanticidio en Bolivia, está preocupada y sorprendida. Cada día falta menos para la llegada del mes de agosto y teme que otros niños se conviertan en ofrendas del demonio.
El sacrificio es una costumbre ancestral en esta tierra del altiplano, como "challa" u ofrenda a la Pachamama, la Madre Tierra para las comunidades originarias.
"Para que nos dé la riqueza que tiene dentro el corazón del cerro", explicó a la agencia de noticias Efe un veterano minero. La superstición está al orden del día y, aunque nadie ha podido demostrarlo, las creencias de los mineros podrían estar detrás de algunas desapariciones.
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