King Kong, más allá de la leyenda
La célebre película King Kong está inspirada en un gorila real que protagonizó asombrosos hechos en los años 30 del siglo pasado
Todo el mundo conoce a King Kong, el gigante neoyorkino. En su memoria se exhibe, desde 2020, una estatua de bronce en la Gran Manzana. Pero la realidad es sorprendente y siempre supera a su reflejo cinematográfico. En la pantalla, aparecen distorsionados, pero aún son reconocibles años después, los hechos que hoy creemos que son pura fantasía.
En 1930, los policías de Brookling recibieron una extraña llamada de auxilio. Un gorila se había escapado y no lo encontraban. No tardaron en llegar a la casa de donde procedía el aviso. Se trataba de la mansión de Gertrude Lintz , una excéntrica millonaria. La señora Lintz lo relata en sus memorias de 1942 que llevan por título “Los animales son mi hobby”. El gorila se llamaba Buddy, llevaba con ella muchos años, bajo su cuidado. El pobre animal había sufrido una terrible agresión con ácido, cuando era mucho más pequeño, lo que le había desfigurado la cara. Esto le había dejado cierta agresividad hacia los hombres pero, sin embargo, cuando estaba junto a su madre adoptiva, se comportaba como un gigante pacifico. ¿Les suena? Tal era la conexión con Gertrude, que la señora solía salir de paseo por las calles de Brookling con el animal en el asiento de copiloto de su descapotable. Pero aquella tarde algo había asustado al animal y, este había salido corriendo. Para entonces ya pesaba más de 300 Kg.
La señora Lintz solía salir a pasear con su gorila de 300 Kg. sentado en el asiento del copiloto de su descapotable
El incidente no acabó en lo alto del Empire State Building, afortunadamente. Al oír la llamada de su cuidadora, el enorme animal regresó a su hogar, en la mansión de los Lintz. El caso se cerró con una buena propina a los agentes para que aquello no trascendiera demasiado. Gertrude recogía en su casa a muchos otros animales y, si aquel hecho se publicitaba en exceso, podrían quitárselos
Poco tiempo después, asustado por una tormenta, el enorme Buddy se escapó de su jaula y amaneció tumbado en la cama junto a su dueña. Parece que, por estos motivos y por ciertas estrecheces económicas, finalmente, el animal fue vendido al circo de los hermanos Ringling.
Allí, el infeliz Buddy, fue bautizado con el nombre artístico de “Gargantua”. La cara deformada del gorila y su enorme tamaño, salvaron de la bancarrota a la compañía circense.
El gorila pasó el resto de su vida exhibido como una bestia peligrosa, viajando de ciudad en ciudad.
Pero aquí no acaba la historia. Unos años antes, en 1926, un viejo carguero de nombre The Dog había salido humeando del puerto de Manhattan con dirección a una remota isla del Índico, de la que casi nada se sabía. La expedición estaba dirigida por el documentalista y aventurero, William Douglas Burden. A los oídos de Burden había llegado el rumor de que aquél inhóspito lugar vivían uno enormes dragones de tamaño monstruoso. Su objetivo era filmarlos y capturar uno de aquellos ejemplares. La pequeña ínsula se llamaba Komodo. La filmación de aquellos animales, impresionó en sus proyecciones. También pudieron llevar a la Gran Manzana, dos ejemplares que vivieron en el zoológico del Bronx.
Aquellas historias, llegaron a conocimiento del cineasta Merian Caldwell Cooper. Douglas y Cooper, eran socios del Instituto de Caza y Conservación Boone y Croket. Junto a la productora RKO, pretendía grabar el enfrentamiento real de un gorila, contra aquellos dragones de Komodo. Se especula, que se pusieron en contacto con el circo, para que les vendiesen al infeliz Gargantua. Por aquel entonces, el animal estaba ya muy enfermo. Finalmente se desechó esta posibilidad y se optó por hacer algo, un poco diferente.
Cooper nunca reconoció que King Kong se inspiró en el gorila Gargantua
Una mañana de 1932, Cooper llamó a una joven actriz amiga suya, Fay Wray.
- Tengo un papel para ti muñeca. Trabajarás con el galán más grande y moreno de Hollywood –le dijo. El resto, es historia del cine.
Cooper, nunca reconoció directamente que su personaje se inspiró en Gargantua, pues eso le hubiera costado una demanda del circo Ringling pero, sí pudo admitir públicamente que, el viaje de Burden a Komodo, fue parte de su inspiración a lo hora de crear King Kong.
Finalmente, el gorila Buddy murió de neumonía en 1949. Su esqueleto fue donado al Museo Peabody de Historia Natural, donde se exhibe en ocasiones especiales.
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