Illuminati, la revolución contracultural
Siempre nos han planteado a los Illuminati como un grupo de poderosos que conspira por configurar un Nuevo Orden Mundial. "Illuminati" de Ediciones Obelisco rompe con esa concepción para situar a estas organizaciones secretas en un plano libertario y revolucionario. Por Sergio Basi.
Desde que existe la civilización tal y como la conocemos se puede hablar de cómo la sociedad se compone de dos grupos contrarios. Por un lado podemos encontrar las estructuras rígidas de la sociedad, un grupo mayoritario que responde a los poderes establecidos. Por otro lado, encontramos la contracultura, un grupo minoritario y opuesto al anterior cuya existencia se debe a la necesidad de cuestionar el orden establecido.
Hasta la fecha, habíamos tenido a los Illuminati como a un grupúsculo de poderosos que lidera el mundo y conspira en aras de fraguar un Nuevo Orden Mundial. Esta teoría viene dada desde 1976 cuando una trilogía de ficción de gran éxito los planteó de este modo, dejando en el ideario colectivo una imagen conspiranoica de acuerdo a los tiempos que se vivían: Kennedy había muerto asesinado recientemente y el gobierno de Nixon era corrupto.
No siempre ha sido así. Robert Howells nos abre la mente con su libro Illuminati, la revolución contracultural desde las sociedades secretas hasta Wikileaks y Anonymous de Ediciones Obelisco. Y es que, como reza el título, la sociedades secretas no son realmente esos grupos de conspiración. Al contrario, el autor las plantea como una forma de contracultura.
En 1776 nacen en Baviera los illuminatis europeos con una intención liberadora de la humanidad de toda forma de esclavitud: física, mental y espiritual. Son promotores de la Revolución Francesa aunque como son perseguidos pasan a actuar desde la clandestinidad y la sombra, es decir, se vuelven una sociedad secreta no por voluntad, sino por necesidad.
Las estructuras rígidas de la sociedad y los poderes establecidos se caracterizan por la manipulación, la vigilancia masiva, la corrupción, la convención social, el control religioso, la censura de libertades, la esclavización y la explotación que protagonizan corruptos políticos, banqueros o empresarios, los agentes de poder directos.
Ante estas formas de pensamiento único es a lo que los Illuminatis y las sociedades secretas en general hacen frente buscando dar ideas alternativas de libertad y revolución. Estas sociedades las considera Howells una catálisis que precede todo gran cambio.
En la actualidad el papel de los Illuminati y de la contracultura lo llevan a cabo organizaciones que operan a través de las redes, como Wikileaks o Anonymous, grupos que se han adaptado a los nuevos tiempos y tecnologías para seguir haciendo frente al gran hermano con el que la sociedad debería lidiar para lograr cambios trascendentales en su forma de concebir el mundo.
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