¿Hay humanos con sangre extraterrestre?
Ni la medicina ni la historia han podido descifrar aún el grupo sanguíneo 0 Rh negativo. ¿Tiene un origen atlante o extraterrestre y posee cualidades excepcionales?
La historia de la sangre es la historia del hombre, ya que durante milenios no sólo ha sido considerada como el más poderoso de los agentes mágicos, sino que ha jugado un papel fundamental en todas las mitologías del mundo: se ha identificado con la vida, el alma, la fuerza, la virilidad e incluso con la divinidad.
Estamos, pues, ante un simbolismo ancestral que permanece intacto, pero los avances científicos nos han enseñado muchas cosas que antes no sabíamos sobre la sangre, como la existencia de grupos sanguíneos.
Aunque todos tengan características similares, hay uno especialmente único: el grupo 0 Rh negativo al que por su antigüedad y rareza muchos atribuyen un origen atlante. Atlante, sí… sangre supuestamente "portada" por aquellos humanos que consiguieron escapar del cataclismo de la Atlántida y se dispersaron por diversas zonas del planeta.
Uno de los motivos que se esgrimen para tal hipótesis tiene que ver con una mutación relativa al color de los ojos verdes y azules, que además se encuentra con mayor frecuencia en los portadores de ese grupo sanguíneo. Esto último podría resultar irrelevante a primera vista, pero tiene importantes implicaciones…
Así lo explica el profesor Hans Eiberg, de la Universidad de Copenhague, que efectuó un estudio con 155 individuos en una gran familia danesa y con diversos individuos de ojos azules nacidos en Turquía y Jordania: "Originalmente, todos teníamos ojos marrones pero una mutación genética que afecta al gen OCA2 en nuestros cromosomas propició la creación de un 'interruptor', que 'desactivó' la capacidad de producir ojos marrones".
Todos los sujetos de ojos azules del estudio tenían la mutación, mientras que apenas había variación en los genes próximos a ella en el cromosoma, lo que indica que la mutación surgió hace relativamente poco tiempo.
Según Eiberg, la mutación tuvo lugar en el norte del Mar Negro, lo cual nos lleva a suponer que ya había humanos con ojos azules entre los protoindoeuropeos que extendieron la agricultura hacia Europa occidental y luego domaron caballos en Irán y la India.
En resumen, el estudio danés que se publicó en Human Genetics (2008) concluía que todas las personas de ojos azules comparten un antepasado común, presumiblemente alguien que vivió hace entre 6.000 y 10.000 años. ¿No podrían estar conectados con la emigración atlante?
UNA CONEXIÓN ATLANTE
Recordemos que la única crónica que nos describe la existencia de la Atlántida y que ha servido para la elaboración posterior del mito, se encuentra en dos Diálogos –Timeo y Critias– del filósofo griego Platón (427-348 a.C.). En ambos Diálogos toda la narración sobre la Atlántida proviene de boca de Critias, un personaje real, nieto de Critias el Viejo, que murió en el año 403 a.C. Éste hace una descripción de la misma basada en el relato de su abuelo y en los documentos en posesión de su familia. Estos papeles y tradición familiar se referían al relato que unos sacerdotes egipcios hicieron en Sais, antigua ciudad del Delta del Nilo, al más grande legislador de la antigüedad, Solón (c. 640-558 a.C.). Al parecer, sólo los meticulosos escribas egipcios habían conservado la memoria de la Atlántida en sus archivos sagrados. Ésta es, pues, la única fuente histórica en que se apoya el relato de Platón.
El primer comentarista sobre las obras de Platón, Crator (a. 300 a.C.), mantenía que el relato de la Atlántida era exacto en todos sus detalles e incluso se cree que fue a Egipto para verificar las fuentes de Solón.
Otros investigadores han concluido, por el contrario, que comenzar una historia asegurando al lector que es auténtico todo lo que se narra en ella es un viejo recurso literario, pero los creyentes han hecho caso omiso de esta observación y han creído la afirmación de Platón de que la Atlántida existió 9.000 años antes de la época en que vivió Solón, es decir, hace unos 11.600 años.
Sin embargo, no parece que fuera así: en las últimas décadas los arqueólogos han llegado a la conclusión de que la Atlántida descrita por Platón se parece notablemente a las civilizaciones de la Alta Edad del Bronce del Egeo y del Oriente Próximo como las minoicas, las micénicas, las hititas, las egipcias y las babilónicas entre el 2500 y el 1200 a.C.
Esto no sólo plantea un error de localización por parte del filósofo, sino también un error en la fecha en que aconteció el cataclismo. Tal vez los sacerdotes de Solón habían confundido 900 con 9.000 años y en ese caso la fecha del desastre se situaría en el año 1.500 a.C., en vez del 9.600 a.C.
Sobre estas bases parece que todo se esclarece y, además, contamos con los descubrimientos efectuados por geofísicos y arqueólogos según los cuales una isla fértil, cercana a Creta, no sólo se volatilizó casi por completo causando una gran devastación en todo el Mar Egeo y el Mediterráneo oriental, sino que el desastre puso fin a la gran civilización de la Creta minoica alrededor del año 1500 a.C.
¿Perecieron sus habitantes en el mar cuando intentaban huir? Si consiguieron huir a tiempo, ¿a dónde se dirigieron? ¿Explicaría su huida muchos de los enigmas que aún permanecen inexplicados de la historia de la humanidad? Tal vez, pero no justifica la teoría del origen de la sangre atlante que la enlaza a su vez con la mutación del color de los ojos…
En función del actual saber geológico y, dado que Platón no llegó a terminar el segundo Diálogo, no parece acertado tomarse su datación del continente perdido demasiado en serio. Tampoco encajan las fechas de la mutación del color de ojos con la datación de su hundimiento, pero ¿qué decir de la hipótesis alienígena sobre la sangre del grupo 0 Rh negativo?
¿UN LINAJE ALIENÍGENA?
Hace décadas que empezaron a surgir teorías sobre visitas a la Tierra por parte de seres extraterrestres. Si efectivamente hubo tales visitas en el pasado remoto, ¿no dejarían descendientes? Tal vez, pero, ¿qué decir entonces sobre el hecho confirmado por los científicos actuales de que el hombre moderno evolucionó a partir de los primates y del descubrimiento del factor Rh gracias a la sangre del mono rhesus?
Antes de proseguir, conviene aclarar que el factor Rh es un tipo de proteína que se encuentra en los glóbulos rojos. Cuando este factor Rh no está en nuestra sangre decimos que es "negativo". De acuerdo, parece que no pasa nada por eso, pero sí que pasa porque muchas personas con factor Rh negativo tienen problemas potencialmente graves al nacer y con las transfusiones de sangre.
Así lo explica Mabel Royce en un trabajo titulado Blood of the gods. No hay duda de que el hombre moderno y el mono rhesus han tenido un ancestro común en algún momento del pasado remoto. Sin embargo, aunque todos los primates terrestres tienen el factor Rh, esto no incluye a los humanos con Rh negativo:
"Si toda la humanidad evolucionó del mismo ancestro, su sangre sería compatible. ¿De dónde salen entonces los grupos Rh negativos? Si no son descendientes del hombre prehistórico, ¿no serán los descendientes de antiguos astronautas?", se pregunta Mabel Royce, quien enlaza tal pregunta con la enfermedad hemolítica que se produce cuando la madre con sangre 0 Rh negativo tiene en su seno una criatura con Rh positivo: "¿No será una reacción alérgica que genera la sangre materna para destruir una sustancia alienígena –como si fuera un virus– y, en consecuencia, destruir al bebé? ¿No estaremos ante dos especies genéticamente diferentes?"
Royce sigue argumentando que nadie ha intentado explicar de dónde ha salido la gente con sangre 0 negativo, pero hoy sabemos que dicho grupo sanguíneo se encuentra sobre todo en los vascos. ¿Serán los vascos una de esas colonias alienígenas?, se pregunta Royce. Si nos remitimos al origen desconocido del euskera tal vez no andemos tan descaminados, ya que algunos apuntan que ese idioma es el idioma original en el libro del Génesis.
Dejando a un lado hipótesis poco plausibles, Will Hart ha investigado a fondo el tema de los grupos sanguíneos en relación con su distribución geográfica y, en su ensayo Blood groups: the origin and primacy of Rh negative (2017), llega a una interesante conclusión:
"El grupo 0 Rh negativo es el grupo sanguíneo ancestral de la humanidad y se originó en la antigua y remota población vasca".
Entre otros motivos que lo confirman destaca que el grupo 0 Rh negativo es el único donante universal y los otros grupos –A, B y AB positivo– lo reconocen como propio cuando reciben una transfusión de esa sangre, es decir, representa el sustrato genético o punto de referencia del sistema Rh y del sistema ABO: "El grupo 0 Rh negativo es obviamente mucho más que un enigma o una rara anomalía alienígena. Tiene que desempeñar un papel clave en la medicina moderna y, a todas luces, fue el grupo sanguíneo ancestral de la humanidad", insiste Will Hart.
Según éste, no cabe duda de que son indispensables nuevos progresos en el campo de la hematología para llegar a más conclusiones; sin embargo, los avances efectuados hasta la fecha no sólo son importantes desde un punto de vista antropológico y médico, sino que aportan una nueva visión sobre la unicidad irrepetible de cada ser humano cuya personalidad biológica es infinitamente más rica de lo que podamos imaginar:
"Su esencia espiritual se oculta en la sangre", señalaba el filósofo austríaco Rudolf Steiner (1861-1925).
UN DESCUBRIMIENTO INESPERADO
Nos situamos en 1900, año en que Karl Landsteiner, científico austríaco y laureado Nobel, descubrió que los glóbulos rojos de la sangre humana pueden tener dos tipos de aglutinógenos determinados, el A, el B, o ambos, o ninguno, y con arreglo a esto clasificó la sangre en cuatro grupos sanguíneos: A, B, AB y O.
Después del descubrimiento del sistema ABO, los médicos se sorprendieron al constatar que, aunque respetasen la compatibilidad entre los diferentes grupos, seguían produciéndose accidentes transfusionales mortales, si bien no tan frecuentes como los ocurridos en Francia en el siglo XVII con las transfusiones de sangre de cordero efectuadas por Jean Denys, médico de Louis XIV, que acabarían siendo prohibidas.
Para resolver este problema y el de la hemofilia del recién nacido, habría que esperar hasta 1940, año en que Landsteiner y Wiener descubrirían el factor rhesus –Rh–. Ambos investigadores comprobaron al estudiar la sangre de un conejo al que se le había sido inoculado una pequeña cantidad de sangre de un simio macaccus rhesus, que se producían anticuerpos que no sólo aglutinaban los hematíes del mono, sino también el 85% de la sangre humana de un grupo de ciudadanos blancos de Nueva York. Los individuos en los que se había demostrado la presencia de este factor en sus glóbulos fueron clasificados como individuos rhesus positivo y en los que no se había demostrado, rhesus negativo.
Dos individuos del mismo grupo pueden dar o recibir sangre el uno del otro: A y A, B y B, O y O, AB y AB. El grupo O, denominado donante universal, puede donar su sangre a todos los otros grupos, pero sólo recibir sangre de su mismo grupo. El grupo AB, considerado receptor universal, puede recibir sangre de su mismo grupo y del grupo O, así como de los grupos A y B, pero no puede donarla más que a su propio grupo. Asimismo, los grupos A y B son incompatibles.
UN MITO ATLANTE Y EXTRATERRESTRE
El hecho de que los vascos tengan un elevado porcentaje de sangre 0 Rh negativo ha dado lugar a la hipótesis moderna de que el País Vasco podría haber sido un lugar divino en el que buscaron refugio los que huyeron de la Atlántida, ya que figura en el propio ideario vasco. Lo encontramos recogido, entre otras muchas fuentes, en La destrucción de la Atlántida (2007), de Frank Joseph:
"Los vascos tienen su propio mito… Todavía recuerdan el nombre de Amaiur, a quien más tarde los teólogos cristianos equipararon con el bíblico Tubalcain, nieto de Noé. Este héroe vasco del diluvio condujo a su amigo Aintzine-koak –"Aquellos que llegaron antes"– a la Bahía de Vizcaya. Eran los supervivientes de la destrucción de un reino oceánico, la Isla Verde, que fue tragada por el mar. Al final, Amaiur y sus amigos se volvieron a establecer en los Pirineos, donde se convirtieron en los progenitores de los vascos".
Los versículos del Génesis relativos a la unión de los dioses con mujeres de la tierra completan la teoría de que los Anunnaki de la cultura mesopotámica eran seres extraterrestres que vinieron a la Tierra a modificar a los humanos y crear una raza de esclavos alterando su estructura genética con el linaje Rh negativo. De ahí que mucha gente crea todavía que personas con sangre Rh negativo no sean del todo de este planeta y a sus portadores se les atribuyan poderes psíquicos excepcionales. Aunque la ciencia no ha confirmado tales afirmaciones, muchos lo siguen pensando, Mabel Royce entre ellos:
"Mi investigación ha mostrado que la mayoría de quienes poseen poderes psíquicos también tienen la sangre del grupo 0 Rh negativo. La mayoría de los sanadores y psíquicos la tienen. Resulta curioso que aquellos que investigan la teoría de los antiguos astronautas también tengan ese grupo sanguíneo". Entre tales investigadores figuran Erich von Daniken, Brad Steiger y Robert Anton Wilson.
Comentarios (10)
Nos interesa tu opinión