Experiencias al final de la vida: ¿qué vemos antes de morir?
Entre los fenómenos que tienen lugar en el momento de la muerte, se encuentran las Experiencias al final de la vida, caracterizadas por la visión de amigos y familiares ya fallecidos y la preparación para el inminente óbito.
"Mi madre enfermó de cáncer, y mi hermana y yo la estuvimos cuidando en casa. Dos días antes de morir estaba hablando con nosotras con toda naturalidad cuando, de pronto, miró hacia la pared, a los pies de la cama, y dijo: 'Saludad a vuestro padre, niñas, que se está despidiendo de nosotras'. (Mi padre había muerto seis meses antes.) Mi hermana y yo, que habíamos oído algo acerca de estas visiones, le hicimos un gesto, aunque no lo veíamos, diciendo: '¡Adiós, papá!'. Luego mi madre no nos dijo mucho más, ya que se quedó inconsciente hasta el momento de su muerte". Esta curiosa experiencia, narrada por Teresa Whichello a Peter Fenwick, neuropsiquiatra y neurofisiólogo conocido por sus investigaciones en el terreno de las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM), aparece reflejada en El arte de morir, obra escrita en coautoría con Elizabeth Fenwick.
Suelen estar protagonizadas por familiares o amigos cercanos ya fallecidos
A diferencia de las populares Esperiencias Cercanas a la Muerte (ECM), que se producen en un estado de muerte clínica, las Experiencias al final de la vida son otra cosa. Se pueden dar meses, semanas, días o incluso instantes antes de morir. Suelen estar protagonizadas por familiares o amigos cercanos ya fallecidos que suelen presentarse a modo de acompañamiento para facilitar el tránsito del moribundo. De hecho, incluso sirve como aviso de que la muerte está próxima. Su finalidad viene definida por las sensaciones que despiertan entre los que narran estos extraños encuentros, ya que, según la mayoría de testimonios la sensación de paz y tranquilidad les ayuda a aceptar su muerte.
Uno de los primeros investigadores que se preocupó de este fenómeno fue William Barret, que formó parte de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas inglesa a finales del siglo XIX. Sus conclusiones quedaron plasmadas en su libro Visiones en el momento de la muerte, publicado en 1926. En él, trataba de aclarar el fenómeno de las visiones de los moribundos: "Sabido es que existen muchos casos notables en los que una persona moribunda, poco antes de abandonar la tierra, cree ver y reconocer algún pariente o amigo difunto. Sin embargo, hay que tener presente que las alucinaciones de los moribundos son muy frecuentes". Concluía que estas experiencias no eran una simple elucubración del cerebro, ya que, como veremos, el paciente suele estar consciente y en uso de sus facultades. Desde entonces, e incluso antes –cabe recordar al geólogo suizo Albert Heim, el primero en estudiar el fenómeno de las ECM y las visiones de moribundos–, han sido muchos los estudiosos e investigadores que se han sentido atraídos por este desconcertante fenómeno. Karlis Osis, de la Sociedad Americana para la Investigación Psíquica, realizó un estudio en los años 60 sobre visiones ocurridas en el lecho de muerte. Sus conclusiones fueron que las personas que habían muerto era el tipo de visión más común. Estas solían ser de corta duración –menos de cinco minutos– y su intención era la de llevarse al paciente.
¿SE PUEDEN EXPLICAR ESTAS EXPERIENCIAS?
"Carece de sentido afirmar que las visiones en el momento de la muerte son ‘sólo’ alucinaciones. La alucinación se define como una experiencia sensorial que no se basa en la percepción física y que no es compartida por los demás; así pues, por definición, la mayoría de estas visiones son de hecho alucinaciones […] Hay, además, otro aspecto desconcertante de estas visiones en el momento de la muerte: a cualquier persona le cuesta entender por qué, cuando estamos muriendo, de quien primero nos acordamos es de nuestros parientes fallecidos hace ya tiempo, pues lo más lógico sería que nuestros pensamientos se dirigieran en ese instante a los seres queridos vivos que dejamos atrás, a nuestra pareja, al amor de nuestra vida, a nuestros hijos y nietos, en vez de ocuparse de aquello que, casi con toda seguridad, pertenecen ya a los rincones más olvidados de nuestra memoria". Así reflexionan Peter y Elizabeth Fenwick sobre este tipo de visiones.
Existen diferencias entre las experiencia al final de la vida y las alucinaciones; es una experiencia más espiritual que alucinatoria
Podría pensarse que, tratándose los testigos de pacientes terminales, los medicamentos con los que son tratados podrían explicar este tipo de visiones. El personal de cuidados paliativos entrevistado por los autores de El arte de morir tiene muy claro que existen diferencias entre las experiencia al final de la vida y las alucinaciones inducidas por los medicamentos. Aparte de que el contenido de unas y otras es muy distinto, los propios pacientes parecen ser conscientes de estar viendo una alucinación. Es como si no entendieran los que les está sucediendo, sin embargo la experiencia al final de la vida "es una experiencia más espiritual que alucinatoria; es algo completamente distinto.", cuenta una enfermera a los autores.
También cabe la posibilidad de que las enfermedades que afectan a los pacientes pueden conllevar psicosis, con las posibles alucinaciones que ello puede implicar. El problema aquí sigue siendo el mismo: las alucinaciones provocan confusión, incluso miedo, no la paz que, por norma general, relatan los enfermos. De hecho, lejos de sufrir una disminución de la conciencia, se muestran bien conscientes. En ocasiones, recuperan todas las fuerzas y la lucidez durante el momento de la experiencia, "siendo perfectamente capaces de distinguir las dos realidades entre las que se mueve su consciencia en ese intervalo".
Este tipo de sucesos suele contrariar tanto la creencia del moribundo como sus expectativas
Por último, otro factor importante que conviene analizar es el de las creencias. Se podría pensar que la autoconfirmación de la creencia propia puede tener un peso importante en el momento de la muerte. Sin embargo, este tipo de sucesos suele contrariar tanto la creencia del moribundo como sus expectativas. Existen casos de personas que nunca habían creído en este tipo de cuestiones y, al final de su vida, son protagonistas de una visión de este tipo que rompe sus esquemas. El hecho, además, de que la mayoría de visiones no están protagonizadas por seres espirituales o religiosos es llamativo. Aunque es curioso como la cultura parece influir. En una investigación realizada por Karlis Osis y Erlendur Haraldsson realizaron encuestas a inicios de los 60 y los 70, en EEUU e India respectivamente. Lo que descubrieron fue que existía una marcada culturalidad, ya que en el país occidental las apariciones más frecuentes eran de familiares y amigos, mientras que en el oriental primaban las figuras religiosas.
Lo cierto es que, tal y como concluyen los investigadores, es necesario investigar este tipo de visiones dado el beneficio que tienen para los moribundos. Por otro lado, conviene no ridiculizar este tipo de fenómenos, ya que es contraproducente para la investigación al no querer los afectados narrar sus experiencias e impidiendo descubrir qué mecanismos se activan en la mente de los pacientes para desentrañar un enorme misterio que, sino confirma la existencia de vida después de la muerte, sí que demuestra que al final de esto que llamamos vida sucede "algo" en nuestra mente para que nuestro tránsito sea más llevadero.
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