Una epidemia mortal de baile
Desvelamos los secretos de la misteriosa 'epidemia de baile' que sacudió Estrasburgo en la Edad Media y que dio origen al mal de San Vito

En el verano de 1518, una extraña y aterradora epidemia se apoderó de las calles de Estrasburgo, en la región histórica de Alsacia. No era una plaga de peste ni una hambruna, sino algo desconcertante: cientos de personas comenzaron a bailar sin descanso, en un frenesí incontrolable que las llevó al agotamiento extremo e incluso a la muerte. Un fenómeno masivo que desafió la lógica de la época y que, hasta el día de hoy, sigue sin una explicación definitiva.
Todo comenzó la mañana del 14 de julio cuando una mujer conocida como "Frau Troffea", salió a la calle y, sin que sonara música aparente, comenzó a bailar sin control. Sus movimientos eran erráticos, desbordantes, como si una fuerza invisible la impulsara. No se detenía con nada. Tampoco respondía a las súplicas de su familia, ni de los vecinos que intentaban frenarla. Bailó durante días, hasta que su cuerpo colapsó. Y lo más perturbador: otros comenzaron a unirse a su frenesí. Para finales de julio, el número de danzantes había aumentado a 34 personas. Al llegar agosto, eran ya 400 los afectados por aquel misterioso trance. Hombres, mujeres e incluso niños se contorsionaban sin descanso en una macabra coreografía de desesperación. Muchos sucumbieron al agotamiento, a ataques epilépticos, infartos o derrames cerebrales. Lo que inicialmente parecía una excentricidad se había convertido en una plaga mortal.

Los sermones, bandos municipales y los escritos de Paracelso, un famoso médico, mago y alquimista del Renacimiento, han permitido reconstruir el desarrollo de aquella extraña epidemia que fue bautizada como el baile de San Vito. Parecelso, cuyo nombre real era Philippus Aureolus Teophrastus Bombastus von Hohenheim distingue tres formas de Chorea Sancti Viti (en griego): La chorea lasciva, que emerge del exceso de sensualidad, la chorea imaginativa, causada por una excitación excesiva de la imaginación, y la chorea naturalis. Ésta última sería la única que se originaría a partir de un trastorno físico real, que según Paracelso era una falta de balance de los humores y espíritus vitales que corren por las venas.
Las autoridades decidieron montar un escenario y contratar músicos para que los afectados 'bailaran hasta sanar'
Entre la superstición y la locura colectiva
Las autoridades, desconcertadas por el fenómeno, consultaron a los médicos de la época, quienes descartaron una maldición o influencia astrológica y atribuyeron el fenómeno a un "recalentamiento de la sangre". Creyendo que el baile era tanto la enfermedad como su cura, tomaron una decisión insólita: erigir un escenario y contratar músicos para que los afectados "bailaran hasta sanar", según recoge el historiador Rober E. Bartholomew en su libro Little Green Men, Meowing Nuns and Head-Hunting Panics. Sin embargo, lejos de mejorar, la situación se tornó más dantesca. La música no mitigó el frenesí; por el contrario, pareció avivar la locura. Finalmente, el paroxismo cesó de forma tan abrupta como había comenzado. Nadie pudo explicar por qué los supervivientes recuperaron la calma.

Siglos después, los estudiosos continúan debatiendo las causas de la epidemia de baile de 1518. Algunas hipótesis apuntan a una intoxicación por cornezuelo del centeno, un hongo con propiedades alucinógenas que puede inducir convulsiones y estados alterados de conciencia. Sin embargo, los síntomas de la epidemia no concuerdan completamente con los del ergotismo. Otros expertos sugieren que el episodio pudo ser un caso extremo de histeria colectiva, provocado por la angustia, la miseria y el fanatismo religioso de la época.
El historiador John C. Waller, en su libro A Time to Dance, a Time to Die (2008), sostiene que la simple creencia en una plaga de baile pudo haber inducido a la población a manifestar síntomas reales. En un mundo dominado por el miedo a castigos divinos y supersticiones, la mente colectiva pudo haber desencadenado un trance masivo. Sin embargo ya habían sido registradas "epidemias" similares en 1017 en Kolbeck, en 1188 en Gales, en Erfurt en 1278 y en Renania en 1374.

También hay casos recientes, como cuando más de un centenar de alumnas de la escuela secundaria femenina Eregi de St. Theresa en Kenia fueron hospitalizadas por una misteriosa enfermedad que las impedía caminar correctamente. Si observas las imágenes, el movimiento de caderas podría parecer un baile. Las autoridades sanitarias de Kenia -como entonces las de Alsacia- emitieron una sorprendente declaración en la que atribuyeron los espectaculares síntomas a la histeria generada por el estrés, especialmente debido a la presión de los próximos exámenes.
En el verano de 1518, una extraña epidemia se apoderó de las calles de Estrasburgo. Más de 100 personas danzaron hasta morir. Este mal de San Vito guarda una misteriosa conexión con un brote similar registrado en Kenia. https://t.co/YwiQH2ObUv pic.twitter.com/o8f34GIxow
— Josep Guijarro (@josepguijarro) March 3, 2025
Un misterio sin resolver
El caso de Estrasburgo sigue siendo uno de los episodios más desconcertantes de la historia. A pesar de los avances en la ciencia y la psicología, el motivo exacto de esta extraña epidemia sigue envuelto en un aura de misterio. ¿Fue una intoxicación masiva? ¿Una psicosis colectiva? ¿O acaso una influencia sobrenatural, como temieron los habitantes de la época? Nunca lo sabremos con certeza. Lo cierto es que los síntomas empezaron a desaparecer cuando los afectados anduvieron en procesión hasta la ermita de San Vito, un joven mártir del siglo III que murió sumergido en un caldero de aceite hirviendo, por cortesía del entonces emperador romano Diocleciano. Una cosa es segura: Estrasburgo fue testigo en el siglo XVI de un espectáculo que desafió toda lógica, una danza de la muerte que quedó grabada en los anales de lo inexplicable.
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