El último gran acto de Edgar Allan Poe
Aunque el argumento de The Raven sea pura ficción, Allan Poe participó en una investigación real. En un asesinato donde el genial escritor dio una lección magistral de deducción y técnica criminal. Una investigación que, irónicamente, aceleró su propio final.
En junio de 1842, Joseph Evans Snodgrass, director de la revista Sunday Visitor de Baltimore recibió una carta firmada por su antiguo colaborador Allan Poe. Su encabezamiento decía así: "Tengo una propuesta que hacerle. No sé si recordarás un cuento que publiqué hará cosa de un año, titulado Los asesinatos de la calle Morgue, que era todo un ejercicio de ingenio encaminado a descubrir a un asesino. Estoy a punto de concluir otro similar que titularé El misterio de Marie Rogêt. Continuación de Los asesinatos de la calle Morgue y que está basado en el asesinato real de Mary Cecilia Rogers, que tanto revuelo causó en Nueva York hace unos meses".
Efectivamente, el 28 de julio de 1841 Nueva York había quedado conmocionada al encontrarse el cadáver de la joven de 21 años de edad Mary Rogers flotando en un paraje solitario del río Hudson. La muchacha, conocida como "la bella cigarrera", era muy conocida en la ciudad. Se decía que, desde su puesto en el mostrador de la tienda Tobacco Emporium, Mary había enamorado por su belleza, simpatía y jovialidad a media población masculina, siendo muchos los que se acercaban a comprarle algún cigarrillo para verla o intercambiar algunas palabras.
Durante semanas la ciudad siguió las pesquisas de la policía y hasta un periódico se atrevió a señalar que aquella muerte "constituyó el terrible momento en el que la ciudad perdió su inocencia". Sin duda se trataba de una exageración romántica, pero retrataba perfectamente el sentimiento de una población conmocionada por el suceso.
Aun así, un año más tarde el caso continuaba sin resolverse. Se barajaba la posibilidad de que tras el asesinato estuviese una de las temidas bandas de Five Points, pero nada había en claro. Fue entonces cuando un brillante escritor, famoso por su mal humor, tendencia a la autodestrucción y afición a la bebida, enfocó el caso de un modo nunca visto: estudiando los hechos pormenorizadamente para elaborar con ellos un relato donde se reconstruiría fielmente el suceso. Un relato donde se analizarían los fallos de la investigación y en el que se señalase, en su último acto, al auténtico y esquivo criminal.
Un hombre atormentado
"Creo que para ser tan joven ya he sufrido lo mío", escribió mucho antes de hacerse famoso, Edgar Allan Poe. Y razón no le faltaba. Nacido el 19 de enero de 1809 con el nombre de Edgar Poe, apenas pudo conocer a sus progenitores. Su padre, un actor fracasado, murió solo y en la indigencia cuando él contaba con dos años de edad y su madre, a la que su marido había abandonado por celos, apenas sobrevivió unos meses a esa muerte, falleciendo de tuberculosis en diciembre de 1811.
Así fue como Poe y sus dos hermanos fueron entregados a diferentes hogares de acogida, correspondiéndole al escritor la familia del comerciante John Allan. En un comienzo todo marchó bien. Gracias a su fortuna, Poe recibió una educación exquisita. Con once años de edad ya leía perfectamente el latín y el griego y a los quince era un consumado atleta, querido por sus profesores, aunque todos lo recordasen como reservado, hosco, sensible, pero que "hacía todo cuanto estaba en su mano por complacer a un amigo". Pero algo había en su personalidad que le impedía mostrar gratitud a quienes se preocupaban por él y que le empujaba a períodos de melancolía y de apatía. Una personalidad autodestructiva, sin duda.
Fue en la Universidad de Charlottesville cuando comenzó a distanciarse de su padre y protector y también donde inició su afición a la bebida. "Su pasión por los licores fuertes era tan acusada y peculiar como su pasión por los naipes. No le impulsaba el gusto por la bebida. Sin dar siquiera un sorbo, sin agua ni azúcar, apuraba el vaso de un trago", recordaba un compañero de aquellos años. La situación se tornó tan insostenible, las deudas acumuladas por Poe fueron tan altas, que John Allan lo sacó de la Universidad para, posteriormente, echarlo de casa.
Ese hecho, que podría haber constituido un revulsivo, en Poe significó el inicio de una lenta caída a la desesperación. Se alistó en el Ejército, pero al poco hizo todo lo posible para que lo licenciaran. Y lo consiguió. Poe contaba entonces con 22 años de edad y una prometedora carrera como escritor. En una poesía de aquel tiempo anunciaba los temas que dominarían su vida: muerte, soledad y autodestrucción: "Y así, siendo joven y alocado / me eché en brazos de la melancolía, renuncié a la paz terrena / y en la diversión busqué sosiego".
(Continúa la información en ENIGMAS 201).
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