El «Efecto Lázaro»: o la resurrección de los muertos
Inexplicablemente, la ciencia médica está registrando resurrecciones de personas que clínicamente se habían dado por fallecidas.
Los médicos que estudian este tipo de fenómeno lo denominan «Efecto Lázaro», en referencia a lo que se narra en el Evangelio de San Juan, en el capítulo 11, versículo 43-44: «Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había estado muerto, salió, atadas las manos y los pies con vendas; y su rostro estaba envuelto en un sudario. Dícele Jesús: Desatadle y dejadle ir». Y como ocurre en las Sagradas Escrituras, este fenómeno no siempre tiene una explicación posible.
Asegura el doctor Miguel Ángel Pertierra respecto a este asunto, que en su opinión «tan interesante como el resucitar es la ausencia de alteraciones neurológicas que aparecen en muchos pacientes, pese a que los manuales médicos indican que tras cinco minutos de parada cardíaca, las secuelas neurológicas están inexorablemente presentes, ya que las neuronas necesitan oxígeno para vivir, y sin él, tras estos breves minutos comienzan a destruirse, manifestándose lesiones de todo tipo».
Uno de los casos paradigmáticos es el estudiado por el doctor israelí Ben-David. Los sucesos ocurrieron en el año 2001 cuando una paciente de 66 años estaba siendo operada y de repente sufrió una severa hemorragia interna que paró su corazón. Los médicos intentaron reanimarla durante más de veinte minutos sin éxito. Por tanto, llegado el momento desistieron de continuar y certificaron la muerte. Sin embargo, asegura el doctor Pertierra que, ante la sorpresa de los facultativos, «diez minutos después, su corazón comienza a latir de forma inesperada y, tal y como ocurriría en una instalación eléctrica, todas sus constantes vitales se estabilizan hasta la normalidad. Si nos atenemos a los textos médicos, esta paciente debería haber tenido, en el mejor caso, secuelas irreversibles. Sin embargo, es dada de alta sin secuelas a los 13 días de su “muerte clínica”. Es más, a las cinco semanas la paciente ya realizaba una vida completamente normal y sin ningún tipo de alteración, pese a que su corazón estuvo diez minutos parado y su cerebro no recibió oxígeno».
«No había duda razonable; el paciente había muerto y había resucitado».
Para los profesionales de la medicina los casos se acumulan y aún así continúan siendo un enigma los mecanismos que llevan a que una persona clínicamente muerta regrese a la vida. Un sector médico aboga porque el «Efecto Lázaro» es la consecuencia no demostrada de los productos que se utilizan para la reanimación de la persona que se acaba de ir o a las maniobras que se realizan para traerla de vuelta. Pero es que en estos casos el tiempo que transcurre desde la certificación de la muerte hasta la «resurrección» es demasiado amplio para que no haya secuelas posteriores.
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