Misterios
29/09/2016 (11:37 CET) Actualizado: 29/09/2016 (11:37 CET)

Dime cuándo naces y te diré TU ENFERMEDAD

La fecha de nacimiento puede condicionar nuestra salud y personalidad más de lo que creíamos. No es astrología, aunque lo parece. Por Juan José Sánchez Oro

29/09/2016 (11:37 CET) Actualizado: 29/09/2016 (11:37 CET)
Dime cuándo naces y te diré TU ENFERMEDAD
Dime cuándo naces y te diré TU ENFERMEDAD

¿Hay alguna relación entre el momento en que nacemos y nuestra salud?

Durante milenios, así lo ha creído la astrología, apelando a la influencia de las estrellas y planetas. Horóscopos y cartas astrales aseguraban ser capaces de establecer la predisposición de nuestro organismo hacia determinados padecimientos. De hecho, a lo largo de siglos, los médicos combinaban el legado de Galeno e Hipócrates con la lectura de los cielos para hacer mejor sus diagnósticos. Y, mientras la astrología de tipo judiciario era condenada por la Iglesia al quebrantar el don divino del libre albedrío, la astrología con fines curativos y clínicos no suscitaba demasiado rechazo entre los teólogos. Sin embargo, la ciencia moderna ha descartado tanto a la una como a la otra.

No parece existir base empírica sólida para creer que la disposición de los astros nos enferme. Pero esto no quiere decir que la fecha de nacimiento resulte indiferente a la hora de condicionar nuestra salud o personalidad.

Un estudio promovido por la Universidad de Columbia, ha encontrado una correlación estadística entre el mes de nacimiento de los pacientes hospitalizados en Nueva York y las dolencias padecidas en su vida.

El procedimiento fue sencillo aunque laborioso. El equipo de investigadores, dirigido por el profesor de informática biomédica Nicholas Tatonetti, revisó los historiales clínicos de los enfermos ingresados en el hospital presbiteriano de la ciudad entre 1985 y 2013. El volumen de expedientes médicos recopilados da vértigo: 1,7 millones.

A partir de esta base de datos, se buscaron patrones significativos según el día de nacimiento y 1.688 dolencias. Tras efectuar este cotejo, los expertos encontraron una correlación llamativa entre 55 enfermedades distribuidas a lo largo del año. Por ejemplo, los nacidos en enero manifestaron mayor riesgo de tener hipertensión y cardiomiopatía. Los que celebraban su cumpleaños en febrero estarían más predispuestos al cáncer de pulmón o de bronquios. Mientras que los alumbrados en marzo deberían preocuparse por su corazón, puesto que el peligro radicaría en la válvula mitral, arritmias y demás trastornos o fallos cardíacos.  Y así, el estudio publicado en el Journal of American Medical Informatics Association, continúa enumerando los riesgos mensuales hasta concluir el año, siendo únicamente mayo el mes donde no se encontró ninguna enfermedad predominante.

Conviene insistir en que estos resultados no son aplicables a escala planetaria, sino sólo a Nueva York y, además, queda pendiente de confirmar que, tras esta correlación estadística, exista una causalidad cierta. Es decir, hay que establecer mecanismos biológicos y factores concretos –geográficos, ambientales…– que inducen esa distribución de los riesgos según la fecha del parto. A este nivel de detalle descendió otro estudio de la Universidad de Budapest, presentado en 2014 dentro del Congreso de Neurofarmacología de Berlin.

Sobre una muestra de 400 personas, los investigadores establecieron una correlación entre la estación del año en que se produjo el alumbramiento, los primeros meses de desarrollo y el temperamento afectivo de los sujetos. Quienes vinieron al mundo en verano resultaban ser más ciclotímicos que los nacidos en invierno.

En cambio, el invierno hizo a las personas menos apacibles, más irritables. Por el contrario, el otoño funcionaría como un gran antidepresivo, aunque la gente tendería a ser más positiva y optimista cuando se les dio a luz en primavera y verano. ¿Cómo explicar estos datos? A falta de estudios más minuciosos, se pueden apuntar algunas ideas. Por ejemplo, en el hemisferio norte, la cantidad de luz solar recibida por la madre durante la gestación condicionaría la bioquímica del feto. Si el embarazo trascurre durante las estaciones con días más cortos, el feto segregaría más melatonina, pero tendría menos aporte de vitamina D. Tanto el exceso de melatonina como el déficit de vitamina D se correlacionan con algunos cuadros depresivos, lo que terminaría influyendo en la personalidad del bebé. Por esa misma razón, los niños nacidos en verano tienden a ser más altos y fuertes, dado que la síntesis de vitamina D afecta positivamente al crecimiento de los huesos. 

Lee el artículo completo en ENIGMAS nº 251 de octubre de 2016.

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