La despiadada y fría verdad
Cruzando conocimientos de distintas ramas del saber y vinculándolos con lo que sabemos sobre sucesos extraños se está empezando a formar un mapa explicativo absolutamente fascinante
Hace poco me preguntaban qué libros recomendaría para aquellos que pretendan conocer en profundidad en qué punto se encuentra el conocimiento sobre el fenómeno OVNI. Quizá ofrecería un par de títulos, y luego unos cuantos que nada tienen que ver con el asunto ufológico, pero que en el fondo constituyen, desde mi punto de vista y el de otro puñado de estudiosos, la respuesta al enigma OVNI y a otra serie de anomalías. Por no alargarme, a modo de resumen, diré que hoy en día es imperdonable no haber leído tres de las cuatro obras de Patrick Harpur traducidas al español, todas ellas editadas por Ediciones Atalanta: Realidad daimónica, La tradición oculta del alma y El fuego secreto de los filósofos. He aprendido más con estos tres libros que con cientos de sesudos trabajos sobre OVNIs, y no solo sobre anomalías, sino también sobre historia, filosofía, hermetismo, ciencia, antropología, religión… Así, poco a poco, cruzando conocimientos llegados desde distintas ramas del saber y vinculándolos con lo que sabemos sobre esos sucesos extraños que tanto nos apasionan, se está empezando a formar un mapa explicativo absolutamente fascinante, trascendente y profundo que nada tiene que ver con fantasías sobre «ángeles celestes», espíritus del más allá, entidades del averno y vírgenes y santos. Es algo mucho más impresionante, ligado con el inconsciente colectivo, con los hallazgos de la física cuántica y la astrofísica y con el alma profunda de las distintas culturas que se extienden por este a veces oscuro y a veces brillante planeta que gira en los arrabales de una galaxia cualquiera que llamamos Vía Láctea, y que habitan unos seres vivos, entre los cuales nos encontramos nosotros, que nos creemos la cumbre de la creación y somos menos que una mierda cualquiera. Como decía aquel: «El que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla». Y la verdad, por suerte, nunca es como esperamos ni como nos gustaría. Suele ser fría y despiadada, sin paños calientes, como el universo que habitamos, donde todo nace para morir irremediablemente…
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