Misterios
19/07/2017 (10:06 CET) Actualizado: 19/07/2017 (10:09 CET)

Confirmado: en la Sábana Santa hay sangre.¿Se podría clonar a Jesús?

Un nuevo estudio realizado por miembros del Instituto de Materiales de Trieste y del Instituto de Cristalografía de Bari, ha revelado que la sábana santa de Turín contiene restos de sangre humana. Josep Guijarro

19/07/2017 (10:06 CET) Actualizado: 19/07/2017 (10:09 CET)
sabana-santa
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El sudario es una tela de lino de 4,36 metros de longitud por 1,10 de ancho que se conserva y venera en iglesia de San Juán Bautista de Turín como la mortaja que envolvió el cuerpo de Cristo. En uno de sus lados es visible la imagen de un crucificado que ha sido severamente castigado. El primer cirujano que comprobó la absoluta exactitud anatómica de esas heridas fue el Profesor de Anatomía Comparada de la Sorbona, Yves Delage (de la Academia de Ciencias de París), un convencido agnóstico. Para él no existía la menor duda de que sólo un hombre que hubiera padecido los tormentos físicos de Jesús podría haber dejado tales huellas.

En la Síndone (como es conocida también la Sábana Santa) no hay restos de pintura, pigmentos, o pinceladas. La formación de la imagen es en sí un misterio. Los científicos que la estudiaron en 1977 comprobaron cómo la misma contenía información tridimensional. Resulta muy complicado ofrecer una explicación sencilla de lo que esto significa. El grado de densidad de cada punto de la imagen de la Síndone está matemáticamente relacionado con la distancia del lienzo al cuerpo, es decir, la imagen es más brillante en las zonas que tuvo contacto con el cuerpo (nariz, frente, cejas...) y  menos intensa donde no se tocan (órbitas de los ojos, lados de las mejillas, etc.). El hecho de que en ningún punto de la imagen la intensidad de la "marca" sea cero, implica que la impronta no pudo hacerse por contacto. Este asombroso descubrimiento descarta prácticamente la posibilidad de un artífice humano. A pesar de todo, la  polémica datación efectuada en 1988 mediante la prueba del Carbono 14, fechó el lienzo en la Edad Media, concretamente, entre los años 1260 y 1390.

Ahora, los investigadores han detectado microscópicas muestras de creatinina (un compuesto que suele estar presente en la sangre), unidas a pequeñas partículas de hidrato de hierro, de dimensiones de entre 2 y 6 nanómetros.

Para los especialistas, la unión de ambos elementos es un indicio claro de que el lienzo estuvo en contacto con el cuerpo de una persona que fue torturada.

Al respecto, Elvio Carlino, director de la investigación, publica en la revista científica 'PlosOne', que esas partículas revelan el "gran sufrimiento" por el que pasó la víctima, que luego fue "envuelta en el paño fúnebre". Dichas características no pueden replicarse, por lo que el hallazgo desmentiría así la teoría de que el rostro humano fue pintado durante la Edad Media.

Naturalmente, este nuevo hallazgo no confirma que la reliquia envolviese realmente el cuerpo de Cristo sino que estuvo en contacto con el cadáver de un hombre sometido a suplicio.

Pero, si admitimos la posibilidad que fuera la mortaja de Cristo una posible derivada sería la obtención de su ADN. Esta opción ya fue explorada casi dos décadas atrás cuando, una web californiana, con el sugerente título de clonejesus.com (ya no está activa), anunciaba entonces su intención de recaudar fondos con el propósito de intentar clonar a Jesucristo empleando para ello las técnicas desarrolladas por el Instituto Roslin de Escocia, donde fue creada la oveja Dolly.

RELIQUIAS CON ADN
En el 2000 se pretendía obtener el ADN de las sagradas reliquias. La cristiandad hace gala de una buena y extensa colección de reliquias susceptibles de contener ADN. Así nos encontramos con restos humanos como en la iglesia de San Pantaleone, donde se venera el brazo, el hígado, el corazón y la lengua de Santa María Virgen. En Sangüesa (España) se veneran dos pelos, uno de María Santísima y otro de María Magdalena. Una oreja de San Pedro se halla en la Abadía de Cleirac, y otra de San Leonardo en Porto Mauricio. La mandíbula de San Mateo reposa en el Santa Sanctórum de Roma. Incluso en muchos lugares se exhibe la leche de la Virgen (Oviedo) y en otros, las plumas del Espíritu Santo. Tenemos noticia, asimismo, de la existencia de al menos sesenta dedos de San Juan Bautista.

Pese al hecho innegable de falsificación de reliquias, el culto a los mártires y santos, de cuyo cuerpo terrenal formaran o no parte las mismas, está plenamente legitimado por la Iglesia su valor trascendente y sobrenatural. Pero una cosa es el empleo de reliquias como un puente o medio instrumental de oración, por el que los católicos pueden elevar su plegaria a Dios, y otra muy distinta utilizar el material genético para obtener una determinada identidad, en este caso la de Jesús.

Tan sólo en Francia se han catalogado 500 dientes del niño Jesús, existen catorce prepucios repartidos por el mundo; en Roma, Burgos, Amberes, Hildesheim, Santiago de Compostela… De la misma manera, existen varios cordones umbilicales del niño Jesús: en Santa María del Popolo en Roma, en San Martino, y uno más (actualmente desaparecido) en Chalons. Una muestra de la sangre de Cristo se halla depositada, también, en Venecia. "Si sólo una de éstas es auténtica, podría proporcionar el ADN necesario para hacer un clon de Jesús" –asegura Roland B., representante del SCP.

Pero, ¿cómo diferenciar las reales de las falsas? Hasta donde sabemos, los seres humanos tenemos diez dedos en las manos, y no sesenta, como los dedos conservados del Bautista y, por sobrenatural que fuera su naturaleza, Jesús tuvo uno y no catorce prepucios. ¿Cómo podemos estar seguros, entonces, de que la reliquia de la que pretendemos extraer la información genética perteneció realmente a Jesús y no a otra persona?

En mi opinión, la única reliquia con candidatura seria es la sábana santa y, además, permite –si la Iglesia lo autorizara—la comparación con la sangre de otra reliquia catalogada como "Sudarium Domini" y que se conserva en Oviedo.

El sudario de Oviedo es un "trapo viejo, sucio y arrugado" de 855 por 526 milímetros. Está repleto de manchas de sangre del grupo AB (la misma de la Síndone) y de suero de un edema pulmonar (como correspondería a un fallecimiento por crucifixión) según dedujo en un magistral trabajo forense el catedrático de Medicina Legal de la Universidad de Valencia, el doctor José Delfín Villalaín.

En una entrevista que realicé años atrás al presidente del CES (Centro Español de Sindonología), Jorge Manuel Rodríguez, admitió que se custodiaban en el Instituto Nacional de Toxicología fibras del pañolón de Oviedo impregnadas de sangre para su análisis genético. "Por supuesto que lo lógico es que se hiciera una comparativa de ADN [con la Sábana Santa] –asegura-, pero todavía no se ha hecho porque no hay muestras que tengan la misma garantía de custodia y los procedimientos científicos adecuados, en el caso de Turín. Ten en cuenta –añade- que las últimas muestras de sangre de la Sábana de Turín se tomaron cuando se hizo la prueba del Carbono 14. Hubo quien, antes de guardar la tela, guardó unas muestras de sangre pero se tomaron sin ningún tipo de garantía, en plan chapucero." Las muestras de sangre terminaron en los Estados Unidos donde fueron analizadas. Se empleó, asimismo, el método del PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa) y han clonado partes de sangre para comprobar si era posible hacer pruebas genéticas con ella.

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