El Templo de Salomón, sus profecías y el Nuevo Orden
Las profecías del Templo de Salomón aluden al nacimiento de un nuevo orden mundial. Su destrucción, así como la del segundo templo levantado por Herodes, ha dado lugar a numerosas leyendas y profecías. La reconstrucción del Tercer Templo está progresando gracias a los esfuerzos de varias organizaciones judías que desean ver cumplidas las profecías. ¿Cambiará el orden mundial?
Fue un edificio perfecto, diseñado por Dios, el cual, actuando como Sumo Arquitecto, bien pudo reproducir ahí la misma estructura armónica que rige el universo», explica el ensayista Juan Antonio Ramírez en su excepcional Construcciones ilusorias (1983), dedicado en buena parte al Templo de Salomón, una de las edificaciones más controvertidas de todos los tiempos.
Tal como apunta Ramírez, las formas y proporciones del Tabernáculo-Templo habían sido transmitidas por Dios a Moisés. Luego, en el siglo X a. C., Salomón construiría el santuario definitivo siguiendo un diseño similar que se ajustaba al dictado divino. Aunque según las medidas recogidas en el Antiguo Testamento, el edificio no parece mucho más grande que una iglesia parroquial –unos 36 metros de largo, 11 de ancho y 16 de alto–, poseía una suntuosidad y ornato sin precedentes.
Para darnos idea de la majestuosidad del Templo de Salomón –llamado también Primer Templo– no hay más que leer la larga cita bíblica de 1 Reyes 6:1-38, que lo describe con todo lujo de detalles, deteniéndose en su tamaño, número de estancias, esculturas de querubines alados, materiales y, sobre todo, un Sanctasanctórum donde descansaba el Arca de la Alianza y que estaba revestido de oro puro, incluidas las cadenas que protegían el Arca, receptáculo en el que se guardaban las Tablas de la Ley de Moisés.
El hecho de que fuera inspirado por Dios no impidió que acabara destruido parcialmente en diversas ocasiones. La última, unos 400 años después de su construcción, en 587 a. C., cuando las hordas babilónicas de Nabucodonosor II lo demolieron por completo: «Nada quedó, pues, de la 'maravilla judaica'; en lo sucesivo solo los comentaristas bíblicos iban a tener autoridad para aventurar reconstrucciones gráficas hipotéticas a partir de las descripciones en los libros sagrados», añade José Antonio Ramírez.
Los judíos que regresaron del exilio unas décadas después del cautiverio babilónico construyeron un nuevo templo muy sencillo en el mismo lugar, pero cuando el rey Herodes I Ascalonita accedió al trono de Judea de la mano de Roma, construyó un Segundo Templo: «Herodes destruyó todo lo que había en el monte Moriá y construyó una plataforma gigante en su cima, en la que terminó el Segundo Templo», explica la escritora experta en arqueología Julia Fridman.
Una vez terminado el Segundo Templo de Salomón, la población judía se rebeló contra el Imperio romano y las tropas de Tito, hijo del emperador Vespasiano, destruyeron Jerusalén y aquel Segundo Templo en el año 70 d. C.
Al parecer, el Segundo Templo era bastante más grande que el primero y tardó más de cuarenta años en construirse –Herodes no llegó a verlo acabado–, pero una vez terminado el Segundo Templo de Salomón, la población judía se rebeló contra el Imperio romano y las tropas de Tito, hijo del emperador Vespasiano, destruyeron Jerusalén y aquel Segundo Templo en el año 70 d. C.
«La batalla fue sangrienta y cruel, hasta el punto que por las gradas del templo corría un arroyo de sangre de los muertos y heridos. Los romanos no se contentaron solo con eso; un soldado impetuoso terminó pegándole fuego al templo, sin esperar a ningún edicto y contra la voluntad del César. Con este incendio fue arrasada la obra más maravillosa y rara que jamás se haya visto», explica Galo Sánchez-Casado, presidente de la asociación Unión Fraterna, en su obra El Templo de Salomón y las leyendas masónicas. Flavio Josefo se hizo eco de aquel suceso en Guerra de los judíos y destrucción del Templo y ciudad de Jerusalén: «En el solar donde estuvo se construyó un santuario pagano dedicado a Júpiter».
Si el templo se vuelve a levantar, se cumplirían varias profecías bíblicas como la de Ezequiel 37:28: «Entonces las naciones sabrán que yo, Jehová, santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre».Y también la de Isaías 56:7: «Los llevaré a mi santo monte… porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos». En definitiva, ambos profetas apuntaban que un día el templo volvería a verse con mayor esplendor que nunca y reaparecería el orden divino en la Tierra.
El problema es que los profundos cambios geopolíticos que ha sufrido y sufre actualmente la región del Estado de Israel impiden que en la actualidad se pueda excavar y reconstruir de nuevo en el enclave donde se cree que una vez se erigió el Primer Templo de Salomón por mandato divino para los judíos. Y es que después de los romanos llegaron los musulmanes, así que ese enclave está ahora controlado por estos últimos...
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