Avistamiento del Mothman en un pueblo de Toledo
A finales de la década de los 90, tres chicas de Las Herencias (Toledo), fueron protagonistas de un extraño encuentro con un ser de dos metros que volaba, tenía unos enormes ojos rojos y las atacó. Nuestro compañero Josete Flores se ha desplazado hasta el lugar de los hechos para recuperar del olvido la historia del Mothman español.
Eran cerca de las 23:00 y el mes de agosto llegaba a su fin en Las Herencias (Toledo) anunciando una tormenta de verano. Aunque los testigos no recuerdan la fecha concreta del extraño suceso, sí confirman que tuvo lugar en el año 1997, con septiembre asomando a la vuelta del calendario.
Miriam y sus amigos habían pasado un buen rato en el parque de la localidad, situado a la orilla del río Tajo. El sol ya les había abandonado cuando una de sus amigas indicó que tenía sed y decidieron ir saciarla a casa de Miriam, muy cercana al propio parque. Ya en la cocina del domicilio, las tres amigas escucharon un trueno y subieron a la planta alta de la casa para ver por dónde se aproximaba la tormenta. En la planta alta se encuentra la habitación de Miriam. Ya allí, se dirigieron a la ventana de la habitación para asomarse y observar el cielo para identificar por dónde venía la tormenta.
Tras pasar un rato hablando entre ellas y mirando por la ventana, una de las amigas de Miriam comenta “¿Habéis visto esa cosa que hay allí enfrente?”. Al escuchar esto, las amigas volvieron a mirar de nuevo entre la persiana y la ventana, y lo que allí vieron las dejó heladas. Frente a la citada ventana hay una farola separada poco más de cinco metros, de la que sale un cable de la luz que va a otro poste situado más adelante. Sobre el cable y junto a la farola, las amigas identifican una figura allí parada. Es casi incorpórea, pero es una especie de humo lo que le proporciona forma, algo que recuerda a las apariciones fantasmales clásicas.
Miriam se quedó perpleja, describe lo que observó como “un búho gigante con los ojos rojos, de un color negro más oscuro que la propia oscuridad”. Aún así, pudo “distinguir perfectamente la silueta” y lo que ve atiende a un ser de extraña morfología cuyos ojos “estaban situados donde debería tener el cuello, si es que lo hubiese tenido”.
El ser era enorme; medía cerca de dos metros y se lanzó hacia nosotras
Sin apartar la mirada de ese punto, se da cuenta de que el ser parece estar sobre el cable de teléfono, pero no apoyado, más bien como si estuviera levitando a pocos centímetros del cable. Su mente le dice que lo que está observando no es ningún animal conocido, además se fija en otro detalle que rompe sus barreras lógicas: el ser es enorme; calcula que mide unos dos metros.
Lo que está viendo es tan terrorífico, que su mente racional intenta buscar automáticamente rasgos identificables de algo conocido para etiquetarlo como “normal”. Le parece ver entonces unas alas pegadas al cuerpo, pero no lo puede confirmar al 100%. Es incapaz de hacerlo porque no puede dejar de mirar esos enormes ojos rojos, la tienen atrapada.
Aquella figura las estaba mirando fijamente y, al ser conscientes de eso, el tiempo se detuvo: “fueron 20 o 30 segundos, pero parecieron cinco horas”. Los característicos ojos rojos se hicieron aún más grandes y el ser se lanzó hacia ellas –“como en una película de Drácula cuando el vampiro con su capa se lanza a cámara”, comentan- atravesando la persiana y la cortina. Miriam y sus amigas fueron golpeadas por una fuerza que las desplazó hacia atrás; una de ellas se cayó de espaldas en la cama que tenían justo detrás; la otra sintió como el ser la golpeó en el hombro izquierdo y Miriam pudo esquivarle.
Una de ellas se cayó de espaldas en la cama; la otra sintió como el ser la golpeó en el hombro izquierdo y Miriam pudo esquivarle
Estaban aterrorizadas, aquella figura tenía que ser algo físico, puesto que además del contacto en el cuerpo de una de ellas, habían visto moverse las cortinas cuando aquello atravesó la ventana, pero dentro de la habitación no había nada, se había desvanecido completamente sin dejar rastro. Presas del pánico comenzaron a gritar, sus amigos que aún estaban en la calle escucharon sus gritos y acudieron rápido a casa de Miriam en su auxilio.
Al llegar arriba, los amigos se encontraron a las tres chicas con un ataque de pánico increíble. Al escuchar el relato de lo ocurrido y sin salir de su asombro, les dijeron que ellos no habían visto nada dese la calle, aunque es cierto que no habían mirado hacia arriba en ningún momento.
Tras la visión y “el ataque” de aquel ser, la tormenta que se venía demorando rompió con furia sobre Las Herencias. Las siguientes semanas fueron una pesadilla para las tres testigos. Apenas pudieron dormir y, cuando lo hacían, la figura aparecía de nuevo amenazante en sus sueños. Hasta tal punto, que Miriam no quiso volver en su casa hasta pasado el verano.
Para los versados en el universo de seres extraños y forteanos, la descripción del ser bien podría encajar en la categoría de Mothman, el hombre polilla que causa pavor en EEUU y cuyas apariciones vienen acompañadas de malos presagios. Miriam jamás asoció su encuentro con la visión del Mothman, de hecho, se refería a él como el “bicho negro de ojos rojos”. Sin embargo, esa interpretación cambió en el año 2004 viendo la película Las profecías de Mothman. “El bicho” que ellas vieron a finales de agosto de 1997 era “exactamente igual” al legendario Mothman popularizado por John Keel, autor de la novela homónima en la que se inspira la película.
Desde entonces, Miriam no tenía ninguna duda: habían visto al “Mothman” en un pueblecito de la provincia de Toledo. A diferencia de los avistamientos clásicos del Mothman, tras su experiencia no había sucedido nada trágico ni luctuoso.
En busca de una respuesta y de comprender mejor la experiencia de Miriam y sus amigas, hemos consultado con un experto en Ornitología, el veterinario Antonio Folchs, experto en aves salvajes y Herpetólogo. Nos comenta que, por la zona del avistamiento, lo más parecido a lo que vieron las chicas sería un Búho Real hembra, que son de mayor tamaño que los machos. También señala que, en situaciones de miedo o pánico, nuestra mente puede aumentar el tamaño del animal que estamos viendo y nos genera la sensación de peligro. Al estudiar el dibujo de Miriam, Folch observa “un búho abriendo las alas parcialmente para aparentar ser más grande. Eso sumado a que hacen movimientos un poco pendulares para intimidar, puede asustar a quien lo desconozca”.
Lo más parecido a lo que vieron las chicas sería un Búho Real hembra, que son de mayor tamaño que los machos
Este experto nos hace alusión a que los “ojos de esta ave son redondos, muy grandes y dorados, y pueden brillar incluso por el reflejo de la luna o una fuente de luz artificial como la farola”.
Al hilo del relato de Miriam, Folch nos insiste: “Si estaban mirándolo, se pudo abalanzar sobre ellas para intimidarlas. Lo que me parece más difícil es que, de ser un búho, saliera de nuevo por la ventana fácilmente, pues se suelen desorientar y no consiguen salir de estancias cerradas”.
Al escuchar que “se desvaneció” y que las testigos consideran que lo que vieron no era un búho sino un Mothman, se queda sorprendido por lo del desvanecimiento, pero nos rebate con este argumento: “Desde el punto de vista biológico no tiene sentido que de existir un ser como el Mothman, se comportase como me han comentado. Porque entonces se le vería mucho. Y todavía menos si tiene una distribución tan grande”.
Se trata este de un testimonio extraño, ya que no existen muchos casos en España de avistamiento de seres parecidos al mothman. Miriam y sus amigas están convencidas de lo que vieron y las características que presentaba. Ahora sois vosotros quienes tenéis que sacar conclusiones.
Puedes escuchar el testimonio de Miriam en este programa de El Dragón Invisible
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