La momia maldita... y olvidada
En La Malahá (Granada), una tradición asegura que la momia que se custodia en un restaurante es el cuerpo incorrupto de un santo del siglo IV, al que se le atribuye una curiosa maldición…
Dicen que es la momia de San Vicente Mártir, "aunque de momia –apostillaba el genial Joaquín Gómez Burón (1937-1996)–, le queda más bien poco". En realidad, se trata de un esqueleto "rejuvenecido" con una máscara de cera que inmortaliza el último aliento que debe exhalar el cuerpo de un santo incorrupto. Fue a mediados de los años setenta, cuando, guiado por Joaquín Gómez Burón (1937-1996), Fernando Jiménez del Oso (1941-2005) llegó hasta La Malahá, pequeño municipio de la comarca de Alhama a escasos veinticinco kilómetros de Granada y que hoy no supera los dos mil habitantes. Durante el rodaje de un programa de la serie Más Allá de TVE, y tratando de documentar la llegada de los presuntos restos de San Vicente Mártir hasta este pueblo granadino, decidieron consultar en los archivos del Palacio Arzobispal. Sin embargo, nada hallaron: ningún legajo mencionaba la presencia de dicha momia… a pesar de que ésta se conserva, durmiendo entre apolillados almohadones, en una capilla particular anexa a la iglesia y que hoy es un restaurante. Tal y como comentaba el doctor Jiménez del Oso, esta total ausencia de documentación "era un buen principio para una historia de misterio…".
¿TODO ES POSIBLE EN GRANADA?
Así que para hilvanar la historia de la momia de San Vicente hay que recurrir a la tradición oral, menos veraz que el legajo firmado y sellado… pero casi siempre mucho más romántica. Y son estas historias, perpetuadas de padres a hijos al calor de la hoguera en la chimenea, las que aseguran que fue a comienzos del siglo XVI, cuando el humilde municipio fue gratificado, por parte del Vaticano, con las reliquias del santo en reconocimiento a las excelentes dádivas que sus feligreses habían aportado para la construcción de la Basílica de San Pedro. Sin pudor en la exageración, pretenden estas mismas leyendas que fuera el mismo San Vicente –natural de Huesca y martirizado en Valencia durante la persecución de los cristianos– quien, antes de morir, escribiera: "De La Malahá al cielo" (sic). Obviamente resulta más grato escuchar estas historias que zanjar el misterio descubriendo que dicha momia ni corresponde a un mártir del siglo IV, ni llegó a La Malahá antes del siglo XVIII…
Una leyenda atribuye una maldición a la momia: todo aquel que vaya a verla, acaba muriendo
Sazonan estas leyendas otras versiones que aseguran que, cuando en el pasado se dispuso trasladar la momia fuera de la hacienda particular y hasta un recinto más adecuado, ésta no podía ser arrastrada ni por varios mulos. Aunque es ésta una leyenda escuchada también en el caso de otras reliquias –que dejan de ser livianas por acción "sobrenatural" para no ser movidas de su asiento–, parece que, en este caso, se inspira en un hecho auténtico. Son los mismos "viejos del lugar" de aquel entonces quienes, conversando con Joaquín Gómez Burón, recuerdan haber hecho "guardia" durante la noche, en la década de los años veinte, para que una familia pudiente no se llevara la momia hasta la capital. Pero entre las historias que ha tejido el desconocimiento sobre el origen de esta momia, destaca la que se refiere a una siniestra maldición…
UNA VERDAD SILENCIADA... POR UNA MALDICIÓN
Como si de un remake de Tutankamón se tratase, una leyenda le atribuye una maldición que castiga a todo aquél que quiera indagar su origen. Hay que retroceder hasta mediados de la década de los ochenta para rescatar entre las ondas hertzianas la voz grave y el gracejo profundo de Joaquín Gómez Burón, en una entrevista concedida al programa radiofónico Medianoche, relatando los detalles acerca de esta "maldición" que acompaña a la momia de La Malahá: "Un canónigo de Sevilla que fue a investigar el tema por curiosidad, cuando salía del pueblo de regreso a Sevilla tuvo un accidente de automóvil y se mató. Al poco tiempo, fue otro curioso del tema a investigar la momia y también se mató. Y después fue un tercero… ¡y se mató también…! Así se sacó la leyenda de que todo aquél que vaya a ver la momia termina matándose; cosa que no es verdad porque yo fui a verla… ¡y todavía no me he muerto!".
Quien sabe, tal vez usted que está leyendo estas mismas líneas decida atreverse a investigar el verdadero origen de la momia de La Malahá. Aunque probablemente el secreto permanezca a salvo cuando usted se convierta en la cuarta persona en la lista…
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