El misterio por descubrir de la calzada del gigante
Recorrer la calzada del gigante es como colarse de repente en un cuento. Todo está milimétricamente calculado para que tengamos la sensación de que hemos salido del mundo real para caer entre las manos siempre agradables del misterio que rodea la leyenda…
«Está a menos de una legua de Dunluce, al norte del mismo, en el condado llamado de Antrím del país de Irlanda: donde hay una vasta cantidad de pilares hexagonales de piedra de unas 8 pulgadas en cada cara, que se alzan de forma perpendicular como una calzada que entra de forma oblicua en el mar. Estas columnas están dispuestas de suerte tan regular y ajustada las unas con las otras que más parecieran obra del Arte que de la Natura», aseguraba Robert Redding, en carta escrita a la Royal Society, la mayor institución científica del Reino Unido, en el año 1688. Así se descubría este lugar alucinante que se encuentra en los acantilados de Irlanda del Norte, concretamente al noroeste del país. Hacía tiempo que quería venir hasta aquí, porque es un lugar en el que con sólo contemplar el entorno no es difícil pensar que a veces la leyenda se puede hacer realidad. Paseo por la costa y pienso en los encendidos debates científicos que generó este sitio. Pero, ¿cómo surgió este enclave espectacularmente único del mundo? Asegura Anna Groves en su libro La Calzada del Gigante que «la formación de la Calzada no se produjo de golpe; hubieron de transcurrir eones y edades de hielo. Tierra, fuego, agua y aire se combinaron para crear este cautivador paisaje». Paisaje de roca basáltica que se ha formado por la acumulación sucesiva de magma, cuyo enfriamiento ha sido tan rápido que aquí ha creado estas particulares formas. Y claro, estando en Irlanda y en un sitio así, ya habrá imaginado que no puede faltar el misterio…
Dejemos a la ciencia debatiendo sobre el origen de estas formaciones y veamos qué es lo que cuenta la tradición; porque ésta en países como Irlanda tiene tanto peso como aquéllos que, se asegura, construyeron la calzada… El protagonista de este cuento que nos remonta a la noche de esos tiempos es un gigante fanfarrón llamado Finn mac Cumhaill. Él fue quien construyó la calzada para enfrentarse a su vecino escocés Benandonner. Cuando Finn terminó su obra decidió ir a dar un escarmiento al escocés. Al parecer, conforme se acercaba se dio cuenta de que éste tenía un tamaño mayor del que había pensado, y temeroso dio marcha atrás y regresó a casa. Pero Benandonner ya había visto la extraña calzada y decidió recorrerla. Sabía que al otro lado del mar vivía un gigante con su esposa, de modo que decidió ir a la conquista de las tierras de éstos. Oonagh, la señora de Finn, comprendiendo que si Benandonner llegaba hasta sus dominios tendrían un serio problema, inteligente como era, ordenó a Finn que se metiese en la cuna que habían preparado ante la llegada inminente de su hijo.
"El escocés llegó bufando como un toro y buscando al hombre misterioso que había pretendido desafiarle"
Lo que encontró fue a una mujer tranquila y meciendo la cuna. Benandonner, extrañado por su actitud se acercó a la cuna y miró. Y entonces el terror se apoderó de su rostro. Allí, postrado en el cesto había un bebé gigantesco. Y al pensar en cómo sería el tamaño del padre, decidió desandar lo andado, no sin antes destrozar en su huida la calzada para que aquél que tenía ese descendiente no fuese a buscarlo. Eso dice la leyenda… Porque los testigos afirman que por las noches, de las columnas hexagonales que hay junto a la montaña se oyen unos extraños sonidos guturales, como si un gigante estuviese roncando. También se observan luces de origen misterioso que parecen salir de las profundidades del mar. Y vienen a tierra recorriendo lo que queda de la calzada, iluminando la noche hasta una formación espectacular que se asemeja a los tubos de un órgano. Y entonces empieza a sonar. Aquí dicen que es la llamada de los gigantes para avisar que vienen los enemigos. Quién sabe qué más misterios oculta este paraje…
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