El rey templario
La mayoría de los protagonistas de los relatos del Grial se relacionan con un rey de Navarra y Aragón conocido como el batallador
Entre 1104 y 1134, reinó en Navarra y Aragón Alfonso I, también conocido como "el Batallador". Este monarca conquistó Zaragoza y expandió el territorio heredado hasta triplicar lo que había recibido. Era muy religioso y amaba el ideario de las órdenes de caballería. También era un rey victorioso que combatía al frente de sus tropas. Incluso llegó a asediar la ciudad de Granada en 1126 en una incursión militar que lo llevó a territorio enemigo a más de 700 kilómetros. Al terminar la campaña, cuentan las crónicas musulmanas que subió a una barca y pescó un pez. Esto fue algo inusual y pasaría a la leyenda como "el Rey Pescador".
Era un monarca muy devoto de las reliquias. La más preciada de todas era la pieza que hoy conocemos como el Santo Cáliz de Valencia. En aquel entonces, estaba custodiada por los templarios en una abadía fortificada escondida en los montes Pirineos, que hoy llamamos San Juan de la Peña.
Entre 1109 y 1112, estuvo casado con Urraca I de León, de la familia Gimena, la heredera de los reinos de su padre. Con esto, se convirtió en el primer rey de todos los cristianos de la península, y se le tituló Alfonso Totus Christianorum Rex. En algunos documentos aquitanos se le menciona como Anfortius. Una derivación de esto sería Anfortas, el monarca que aparece pescando en la epopeya del Parsifal.
El matrimonio tuvo serios problemas. Doña Urraca I sería retenida en un castillo junto al río Ebro. De allí la salvó un caballero que se convirtió en su amante. Se llamaba Pedro González de Lara, y con él tendría, posteriormente, varios hijos.
Tras esto, el matrimonio quedó anulado en 1112. En 1131, mientras Alfonso asediaba la ciudad de Bayona en Francia, se unió a sus huestes el antiguo amante de su esposa, el conde de Lara. El noble castellano llegó a enfrentarse, durante este asedio, en una justa al conde de Tolosa, Alfonso Jordán. Debido a las heridas que sufrió en el duelo, el noble castellano moriría unas semanas después.
Tras la muerte de Alfonso I se comenzó a escribir sobre un rey llamado 'Arturo'
A su lado también lucharon los grandes caballeros de la cristiandad venidos de tierras lejanas. Muchos de ellos acudían a la cruzada contra el islam en la Península. Entre ellos se encontraba su primo Rotreu III de Perche, Gaston IV de Bearn, Centulo de Bogorra, Guillermo de Aquitania e incluso un noble inglés llamado Gautier de Whiville.
Alfonso I moriría en 1134 a causa de las heridas que sufrió en el asedio de Fraga, donde como era habitual, combatía junto a sus caballeros. En su testamento dejaba su reino a Dios nuestro Señor y como gestores de este a las órdenes de caballería. Siendo en esos momentos la orden del Temple la única con suficiente poder para hacerse cargo de regir ese reino. Finalmente, no se cumplió ese deseo, y su hermano menor, que era monje, Ramiro II, se casaría con una noble normanda para continuar la estirpe.
Tras su muerte, en los textos que narraban las historias de un Dux Bellorum llamado Arturo, que probablemente vivió en el siglo VI en Britania, se comenzó a escribir sobre un rey llamado "Arturo". Este monarca reunía a sus caballeros en torno a una tabla redonda y custodiaba el Santo Grial. Aparecen entonces los nombres de unos caballeros que hoy creemos que son pura fantasía: Sir Perceval (Rotrau III de Perche), Sir Galben (Gaston de Bearn), Sir Boor (Centulo de Bogorra), Sir Kiot (Guillermo el trovador), Sir Galahad (Gautier de Wahaville) y finalmente Lanzelot (Conde de Lara).
Su fantasma recorre las lejanas tierras de Gales y Escocia. Su espectro camina entre las ruinas de Glastonbury, y seguimos anhelando ver el Santo Grial. Quizás debamos mirar a ese pequeño trozo de la península Ibérica para encontrar respuestas o seguir buscando leyendas.
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