Judas Iscariote: ¿traidor… o discípulo iniciado?
Mientras la Iglesia le considera un traidor que entregó a su Maestro por dinero, las enseñanzas esotéricas de los gnósticos le adjudican el papel de discípulo iniciado. ¿Quién fue realmente Judas?
Pocos son los datos que nos ofrece el Nuevo Testamento acerca de la figura de Judas Iscariote. Su sobrenombre de Iscariote podría indicarnos su lugar de origen: Cariote (o Kerioth), una ciudad de Judea (al sur de Israel) –fronteriza con la región de Edom–. Así pues, Judas sería el único de los discípulos que no era originario de Galilea (al norte de Israel) lo que marcaría un rasgo identificativo no sólo en su acento, sino también en su personalidad. En el evangelio de Juan se exageran las acusaciones contra Judas al describirlo como un "ladrón" (sic) que "como estaba encargado de la bolsa común, sustraída lo que se echaba en ella". Se trata de una falsa acusación que no tiene sentido, pues si su honradez sembraba dudas no se le habría encomendado la función de ser tesorero de los Doce.
DE LA FICCIÓN… AL EVANGELIO
La tradición cristiana nos ha ofrecido la caricatura de un Judas ruin y avaricioso, al que sólo la fiebre del dinero le hace traicionar a su Maestro vendiéndolo por treinta monedas de plata. Sin embargo, si se tiene en cuenta que esta “traición” era un episodio necesario para que, con la muerte de Jesús, se produjera la redención del pecado original en la Humanidad, Judas habría asumido un papel diferente: la de cooperador necesario en la misión redentora del Mesías.
¿Fue la traición de Judas un episodio necesario para que se produjera la redención del pecado original?
El propio Jorge Luis Borges (1899-1986) en Tres versiones de Judas (1944) especula con esta posibilidad cuando el “discípulo traidor” decide entregar a su Maestro para que, mediante su crucifixión, su naturaleza divina sea reconocida. Curiosamente, este imaginativo relato encontraría visos de historicidad en el año 2006, cuando se hizo público el hallazgo del códice Tchacos que integra el famoso Evangelio de Judas…
¿UN EVANGELIO SECRETO?
El Evangelio de Judas fue dado a conocer públicamente en abril de 2006 a través de una orquestada campaña de marketing –que se hizo coincidir con el inicio de la semana santa– de la National Geographic. El documento había sido descubierto casi tres décadas antes, cuando hacia 1978 fue desenterrado por un campesino “busca tesoros” en una cueva desértica, que habría servido de tumba, próxima a la pequeña aldea de Jebel Qarara, en la ribera del Nilo, en la provincia egipcia de Al Minya, situada a 225 kilómetros al sur de El Cairo.
El códice pasó a manos de un comerciante de antigüedades del barrio de Heliópolis de El Cairo, cuya identidad no ha trascendido más que a través del pseudónimo de Hanna Asabil. Tras un paréntesis en el que los manuscritos fueron robados y, más tarde, recuperados, Hanna Asabil trató de venderlos a varios eruditos, pero el elevado precio que pedía por ellos (diez millones de dólares, que luego se rebajaron a tres) no terminó por formalizar ninguna oferta.
Hasta el año 1999, el Evangelio de Judas terminó durmiendo –y deteriorándose– en una caja fuerte de un banco de Hicksville en Nueva York. No fue hasta el año 2000 donde los papiros son adquiridos por 250.000 euros por Frieda Nussberger-Tchacos anticuaria egipcio suiza. Un negocio redondo si se tiene en cuenta que la marchante, además de bautizar con su apellido el códice, recibiría hasta un millón y medio de euros como anticipo por los royalties de comercialización a través de National Geographic.
JUDAS, ¿MAESTRO GNÓSTICO?
Aunque escrito alrededor del siglo IV, la composición original del Evangelio de Judas debió redactarse en algún momento antes del año 178 –hay quien traslada su antigüedad a los años 130-150-; porque ésta es la fecha en la que es mencionado por Ireneo de Lyon (130-202) en su denuncia Contra las herejías. La tradición de un Judas gnóstico, depositario de conocimientos esotéricos revelados por Jesús, es asimilada por una escuela gnóstico-cristiana conocida como los cainistas, que los primeros padres de la Iglesia vinculan con la figura de Caín, quien matara a su hermano Abel.
El texto atribuido a Judas no aporta nada nuevo capaz de desestabilizar los cimientos del cristianismo
Pero, ¿qué credibilidad ofrece esta imagen esotérica de un Judas transmisor de saberes gnósticos censurados por la Iglesia y reservados para una élite de iniciados? Antonio Piñero, catedrático de Filología Neotestamentaria, argumenta en su ensayo El Evangelio de Judas (2006) que el texto atribuido a Judas no aporta nada nuevo capaz de desestabilizar los cimientos del cristianismo: “Se trata de un evangelio tardío cronológicamente (segunda mitad del siglo II), es decir, muy posterior a los acontecimientos que relata” mientras que su contenido “depende de los evangelios canónicos”, del cual se desprende un relato “cuyo trasfondo mítico es tremendamente acusado y, desde el punto de vista de la crítica del siglo XXI, carente de toda posibilidad histórica”.
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