Resuelven el misterio del ‘contenedor’ babilónico
Una mirada al simbolismo transcultural en las imágenes de varias civilizaciones proporciona una respuesta al misterioso bolso que aparece en ellas
En los últimos años han trascendido a través de las redes sociales unas enigmáticas imágenes que muestran lo que parecen «bolsos» en la mano de seres alados mesopotámicos, hombres peces sumerios y, al otro lado del océano, en un monumento Olmeca, en La Venta (México). El mismo recipiente está representado también en el Pilar 43 del primer templo de la humanidad, en Gobekli Tepe, Turquía. ¿Cómo es posible que artistas separados geográfica y temporalmente estuvieran usando exactamente los mismos símbolos para describir una misma historia? ¿Constituye la prueba irrefutable de que estas culturas tuvieron comunicación? ¿Tal vez un mismo instructor?
El misterioso e icónico «recipiente» recibe el nombre de Banduddu —contenedor en lengua acadia— y aparece en numerosos paneles esculpidos y tablillas de arcilla. En ellas se explica que el dios Enki creó siete sabios para establecer la cultura y civilizar la humanidad. Además de ser sus emisarios, éstos seres venidos del cielo enseñaron a los humanos la artesanía, la agricultura, y un código moral.
Algunos de estos sabios, cuyo aspecto era de hombre pez, actuaron como consejeros de algunos reyes sumerios antes del Diluvio. Sus nombres, apariencia general y orden en el que fueron creados por Enki es todavía tema de debate entre los especialistas.
Los apkallu son espíritus protectores con cabeza humana o de ave y dotados de dos o cuatro alas
En el palacio de Nimrud y sus alrededores, también se encuentran unas figuras antropomórficas llamadas apkallu, una suerte de espíritus protectores, que sostienen en una mano otro banduddu idéntico. En la otra sujetan generalmente un mullilu (árbol frutal).
La Sala 6 de la planta baja del Museo Británico alberga un bajorrelieve de alabastro del período neoasirio, 865-860 a.C. que muestra uno de estos apkallu alado, con cabeza humana. Aunque los hay también con cabeza de águila o de serpiente. En todos los casos sostienen un cubo, desprovisto de signos cuneiformes.
Para el especialista Osama Shukir Muhammed Amin, no hay misterio en el propósito del balde o contenedor. Los asirios creían que los espíritus malignos acechaban en las puertas o rincones y, por ese motivo, protegieron las esquinas de la sala del Palacio del Noroeste de Nimrud con los apkallu. Acompañan al rey Ashurnasirpal II en una escena ritual frente al llamado Árbol Sagrado o Árbol de la Vida.
Han sugerido que el banduddu es un cubo relleno de agua de nieve
El banduddu es un cubo en el que el apkallu sumergía una piña de pino para proteger al rey. El ex responsable de la Dirección General de Antigüedades en Iraq, el doctor Mouad Saed Al-Damirchi, sugiere que el fluido podría ser agua derretida de la nieve, pues los asirios creían que este elemento de las montañas asustaba a los espíritus ya que caía del cielo, la morada de sus dioses.
Admitamos que es así. Todas estas losas que hoy se conservan en el Museo británico fueron desenterradas por Sir Henry Layard durante su trabajo en la ciudad de Nimrud a mediados del siglo XIX y están datadas en torno al 865-860 antes de Cristo, pero hay representaciones más antiguas y de otras civilizaciones.
La primera representación del balde se descubrió en las ruinas de Göbekli Tepe, en la cima de una cordillera situada al sureste de Turquía.
Este yacimiento data de aproximadamente del 11.000 a.C. y constituye el primer santuario de la humanidad. Aunque se desconoce su función, los arqueólogos creen que el templo sirvió como lugar de sacrificios ya que se hallaron diseminados a su alrededor multitud de animales sacrificados. Hay una conexión cósmica que deviene de las representaciones animales, dioses y criaturas extrañas talladas en las columnas que podrían retratar las diferentes creaciones del cosmos y sobre ellas hay tres baldes idénticos a los babilónicos. ¿Acaso fueron el origen de la creencia?
No se puede descartar pero, en cualquier caso, no se puede explicar satisfactoriamente que al otro lado del océano Atlántico, en México, los olmecas de la antigua Mesoamérica tallaran en algún momento entre el 1200 y el 400 a.C. la imagen de un chamán que sostiene un balde –supuestamente lleno de semillas- rodeado de la primera representación de Quetzalcoatl.
Cuando se usa en el arte asirio, se dice que el balde contiene nieve, en el arte olmeca, según Freeborn, son hierbas para mejorar. Parece que el «bolso» puede haber sido un estándar de medición descubierto de forma única por ambas culturas.
¿Cómo es posible que dos artistas estuvieran usando exactamente los mismos símbolos para describir la misma historia? Desde luego es una coincidencia demasiado asombrosa que abre la puerta a la idea de que, o bien existieron contactos culturales antes del descubrimiento de América o hubo un instructor espacial…
Para complicarlo aún más, comparamos la representación olmeca con un relieve egipcio en el templo de Isis, en la isla de Philae.
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— Micheluv (@micheluv) August 8, 2015
Se trata de Hâpi, el dios de la inundación anual del Nilo, en su cueva que es representada por la serpiente que se muerde la cola. Evoca el ciclo del agua. Zdeněk Kalkus en su libro La historia secreta del descubrimiento de América pone énfasis en que, en el antiguo Egipto, se fumaba tabaco y coca, algo que ponen en evidencia algunas momias de los faraones egipcios, «es evidente que existieron contactos anteriores al descubrimiento de América. De otra manera, no existe ninguna explicación lógica» -concluye.
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