La papisa Juana: una mujer al frente de la Iglesia Católica
Muchas voces aseguran que la pérdida de documentos relativos a los años que van del 855 al 858 se deben a la intención de la Iglesia de ocultar un trozo de su pasado. ¿Es posible que una mujer llegase a ser Papa de Roma? Analizamos esta leyenda y las fuentes que la sostienen en busca de pistas que nos muestren la verdad sobre este asunto.
Desde hace más de 800 años, una leyenda que afecta directamente al seno de la Iglesia Católica ha sido motivo constante de discusión. ¿De qué se trata? De la existencia de fuentes históricas que hablan de una mujer que llegó a ser Papa de la Iglesia Católica. Incluso los historiadores se encuentran divididos a la hora de aceptar o rechazar su existencia.
Los que creen en la veracidad de la leyenda, consideran que el papa Johannes Anglicus (el nombre que habría utilizado la papisa Juana como hombre) existió y ejerció como cabeza de la Iglesia durante dos años y medio, entre los años 855 y 858. Sin embargo, este hecho no encaja con lo que los documentos eclesiásticos oficiales establecen. Y es que, durante el período en el que la Papisa debería haber estado en el trono de San Pedro, se menciona a dos papas distintos: León IV, que falleció el 17 de julio del año 855 y Benedicto III, que falleció precisamente el 17 de abril del 858. Por este motivo, los defensores de su figura consideran que Benedicto III fue recolocado en la posición de Juana para eliminarla por completo de la historia.
Las últimas pruebas a favor de esta versión fueron encontradas en 2018, cuando la Universidad Flinders de Australia descubrió que en dos monedas de época medieval aparecía Johannes Anglicus. Conviene remarcar que, en el momento en que fueron acuñadas, las monedas francas representaban a emperadores o a cabezas de la Iglesia, por lo que es improbable que se utilizasen personajes inventados o mitológicos en ellas.
CÓMO LLEGÓ UNA MUJER A PAPA
En el período en el que, supuestamente, la papisa Juana accedió al poder, los Papas residían en Letrán (Roma) y no eran elegidos mediante cónclave de obispos, sino por elección pública del clero romano. En esos momentos de corrupción del papado, estas votaciones estaban bastante dirigidas por las grandes familias patricias y, muchas veces, incluso se cambiaba al Papa de turno por otro afín a los intereses de dichas familias. A pesar de esta caótica situación, Juana habría sabido apañárselas bien para entrar de lleno en el seno de la Iglesia.
Al comprobar las dificultades para formarse y seguir aprendiendo por el hecho de ser mujer, decidió hacerse pasar por un hombre
Según la leyenda, nuestra protagonista nació en el año 822, en Ingelheim am Rhein, en Maguncia, al oeste de la actual Alemania. Su padre, de nombre Gerbert, era monje y fue enviado como misionero por parte de la cristiandad al territorio anglo para cristianizar a los sajones. Sin embargo, se dice que su madre practicaba cultos considerados “paganos” por el cristianismo.
Esta contradicción en el propio nucleo familiar fue determinante para que la religiosidad y la cultura estuvieran muy presentes en la vida de Juana desde la infancia, algo no demasiado común en los niños de la época. Con el paso de los años, comprobó como su hermano podía seguir educándose, pero ella no por el hecho de ser mujer. Así pues, teniendo en cuenta sus inquietudes y negándose a echar a perder sus destacadas capacidades inquietudes, consideró que la mejor opción para alcanzar sus pretensiones era hacerse pasar por hombre. Se cambió el nombre por Johannes Anglicus y, de esta forma, pudo visitar distintos monasterios y alcanzar amplios conocimientos.
Como Johannes viajó por distintos lugares del mundo con la intención de conocer más acerca de todo lo que le rodeaba. En la leyenda, se recoge su visita a Constantinopla, en donde conoció a la emperatriz Teodora. Posteriormente, viajó a Atenas para descubrir a los grandes filósofos griegos, llegando a establecer contacto con el rabino Isaac Israelí, con quien amplió los conceptos de medicina que había adquirido en los monasterios previamente.
Tal era su erudición que el rey francés Carlos el Calvo la invitó a visitar la Corte. Tras su paso por Francia, en el año 848 se trasladó a Roma. Allí conoció al papa León IV, con quien mantuvo una gran amistad. Él valoraba positivamente sus conocimientos en medicina y en política internacional, y es que no debemos olvidar que conforme la Edad Media avanzaba, el papado ampliaba más y más su poder, hasta el punto de que la autoridad del Papa no se limitaba sólo al ámbito de la cristiandad, sino que se convirtió en un príncipe más de Europa, con claros intereses políticos y territoriales.
Oculta tras la apariencia de un hombre, Juana será elegida Papa por unanimidad bajo el nombre de Juan VII
En el año 855, tras la muerte de León IV, Juana es elegida Papa por unanimidad bajo el nombre de Juan VII. Se tiene constancia de que, tanto durante su período como "Papa" como anteriormente, había mantenido relaciones con hombres. De hecho, su relación con el embajador de Sajonia en el Vaticano supuso el principio del fin.
Se quedó embarazada y el parto se le adelantó. Fue durante una procesión desde la basílica de San Pedro hasta Letrán cuando empezó a sufrir fuertes dolores. Aunque, en un principio, logró aguantarlos y fingir que no pasa nada, llegó un punto en el que no pudo más, rompió aguas y comenzó a dar a luz en mitad de la calle. Son varias las versiones finales de esta leyenda: por un lado, se dice que la ataron por los pies a un caballo y la arrastraron y lanzaron piedras hasta matarla. Por otro, se dice que Juana se arrepintió, la dejaron retirarse a un convento y su hijo llegó lejos, convirtiéndose en obispo de Ostia (Roma).
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