Ouija: origen de un juego maldito
El tablero Ouija se ha convertido en un icono de terror popular protagonista de películas y sucesos paranormales. ¿Quieres conocer su verdadero origen?
A pesar de la existencia previa de métodos de contacto con el más allá parecidos a la Ouija, el origen de la misma se remonta a finales del siglo XIX. Por aquel entonces, el espiritismo estaba en auge. Teatros y salones se rendían ante supuestos médiums capaces de contactar con el más allá y los seres fallecidos que lo habitaban. En aquella época, la comunicación con los muertos era algo común. La Guerra de Secesión Americana (1861-1865), al igual que pasaría con la I Guerra Mundial, no hizo sino fomentar una necesidad de comunicación con el “otro lado”. Para Richard Wiseman, investigador y profesor de Psicología en la en la Universidad de Hertforshire, “la creación del espiritismo fue una genialidad” porque, en una época donde la ciencia y la tecnología ganaban terreno a la fe de forma imparable, el espiritismo ofrecía pruebas de la vida después de la muerte, cumpliendo y haciendo patente la promesa de otras religiones.
En ese caldo de cultivo es donde surgen las “tablas parlantes”, hostigadas por la necesidad de rapidez. El público no era capaz de comprender como podían comunicarse con sus semejantes mediante el teléfono –inventado en aquellos años– y, sin embargo, el modo de contacto con los espíritus requería de tanta paciencia, ya fuera para ver a una médium entrar en trance o para recibir mensajes mediante los golpes en las mesas parlantes. Esta misma necesidad de rapidez fue la que llevo, años antes, a Isaac Post, un cuáquero amigo de la familia Fox, los precursores del espiritismo a mediado del siglo XIX, a idear un método similar a la ouija, pero que difería en la forma. Junto a Margaretta Fox, la hija mediana de la familia, experimentó su nuevo sistema de comunicación. Escribió las letras del alfabeto en trozos de papel. El espíritu sólo tenía que dar un golpe seco en el momento en que Post señalara la letra adecuada. La comunicación fue un “éxito” y su mensaje no dejaba lugar a dudas: “debéis proclamar esta verdad al mundo. Éstos son los albores de una nueva era”.
En el año 1886 Associated Press informa sobre un nuevo fenómeno espiritista que empieza a ganar fuerza en Ohio: el tablero que habla. Se trataba de un tablero con letras y números y un instrumento que actuaba como planchette para señalar las letras. Sin embargo, la ouija como tal nace de la mano de un grupo de empresarios que supieron aprovechar un nicho comercial. El público reclamaba velocidad y es lo que les dieron. Así, en 1890, Charles Kennard, de Baltimore, Maryland, reunió a cuatro inversores –curiosamente, ninguno de ellos espiritista– y dieron forma a la Kennard Novelty Company, una compañía dedicada en exclusiva a producir y distribuir tablas parlantes.
Ahora, había que ponerle nombre. La creencia más extendida nos dice que la palabra ouija se compone de la palabra francesa oui –sí en francés– y ja –sí en alemán–. Sin embargo, intentado rodear el objeto de un aura mística y milenaria también se dijo en su día que la palabra ouija quería decir “buena suerte” en egipcio, algo que es falso y que, además, contrasta bastante con la connotación moderna que se tiene de este objeto. Una de las hipótesis más curiosas nos dice que, para ponerle nombre se consultó a la propia tabla. En la sesión participó la hermana de Elijah Bond, uno de los miembros de la empresa, Helen Peters, que según su hermano era médium. Parece ser que Peters llevaba un medallón con la fotografía de una famosa novelista: Marie Louise Ramé, conocida también como “Ouida”. Así, es posible que el nombre de este temido objeto haga referencia a esta autora a la que Peters admiraba. No quedaba ahí el protagonismo de Peters, ya que a la hora de solicitar la patente de la ouija el encargado de la oficina pidió una muestra de que funcionaba, solicitando que el tablero dijera su nombre, en teoría desconocido para Bond y su hermana… y lo hicieron, aunque no conviene descartar que Bond, como buen abogado de patentes, hubiera preparado antes el terreno y conociera previamente su nombre.
Así, el 1 de febrero de 1891 aparecía en el The Pittsburg Dispatch uno de los primeros anuncios de la Ouija. “La maravillosa tabla que habla”, rezaba el titular del anuncio que, por 1,49 $, ofrecía “entretenimiento” para todas las edades. Incluso los científicos podían aprovecharse de esta tabla cuyos “misteriosos movimientos invitan a la investigación más cuidadosa y a descubrir qué podría estar formando el enlace que une lo conocido con lo desconocido, lo material con lo inmaterial”. La Kennard Novelty Company se convirtió en una máquina de hacer dinero. Antes de 1892, la compañía pasó de una fábrica en Baltimore a dos, dos en Nueva York, dos en Chicago y otra en Londres. Desde luego, “su” invento funcionó.
Sus misteriosos movimientos invitan a la investigación más cuidadosa y a descubrir qué podría estar formando el enlace que une lo conocido con lo desconocido
William Fuld acabaría haciéndose con todas las acciones de la empresa encargada de producir y distribuir la tabla. Decisión acertada, ya que el invento no dejaba de generar dinero, incluso durante los años de Gran Depresión americana abrió nuevas fábricas debido a la demanda constante de tableros. Los más supersticiosos no consideran tan acertada la compra de Fuld, ya que quieren ver en su accidental muerte la oscura y alargada sombra del objeto maldito, el cual sirvió de decoración a su lápida. Como señalamos, los beneficios no dejaban de llegar. Una sola tienda llegó a vender 50.000 ouijas en solo cinco meses en 1944. Pero, sin duda, uno de los datos más curiosos tiene lugar en 1967, un año después de que Parker Brothers se hiciera con los derechos del tablero. La cifra de ouijas vendidas ascendió a 2 millones, superando incluso al Monopoly. Así pues, si analizamos las primeras décadas de existencia de la ouija, nos damos cuenta de que se trataba más de un excitante e inquietante entretenimiento que de un objeto maldito.
Si quieres conocer más historias como esta, hazte con el libro de Jesús Ortega y Antonio Luis Moyano Espiritismo: de Conan Doyle a Houdini (Ediciones Oblicuas), un ameno repaso a los personajes y acontecimientos que marcaron el auge del espiritismo, nuestra visión de los fantasmas y condicionaron el nacimiento de la parapsicología. Descubrirás la pasión de Arthur Conan Doyle por el espiritismo, si es posible fotografiar un fantasma o si Houdini regresó del más allá tras su extraña muerte.
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