Jesús de Nazaret: ¿iniciado en los misterios del Antiguo Egipto?
En los evangelios se relata que Jesús y su familia se exiliaron en Egipto, huyendo de Herodes. Allí transcurrirían los primeros años de su "vida oculta". ¿Adquirió Jesús sus poderes en una Escuela de misterios?
En el Evangelio de Mateo se relata cómo José es advertido en sueños por un ángel para que huya con su familia a Egipto: "Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y estate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo". Sólo cuando el mismo ángel le anunció que el rey Herodes había muerto, la familia podría regresar de su exilio hasta Judea. Como en esta región reinaba Arquelao, uno de los hijos de Herodes, la familia decidió trasladarse hacia Galilea, estableciéndose en la pequeña ciudad de Nazaret.
Así pues, según este pasaje del Nuevo Testamento, Jesús habría pasado sus primeros años de vida en Egipto. Esta circunstancia ha inspirado todo tipo de teorías esotéricas sugiriendo una pretendida iniciación del Nazareno en alguna de sus numerosas Escuelas de Misterios…
No existen evidencias sólidas que confirmen que Jesús estuviera viviendo alguna vez en Egipto
JESUS EN EGIPTO, ¿UNA MENTIRA DE LOS EVANGELISTAS?
Sin embargo, este viaje, así como la pretendida estancia de Jesús en Egipto durante sus primeros años de infancia, no es más que una fantasía literaria de los evangelistas, que pretenden así ensalzar la figura mesiánica de su Maestro. Es lo que se conoce como una "invención teológica" que acomoda o inventa episodios en la biografía de Jesús para que así se "cumplan" las antiguas profecías del Antiguo Testamento que anunciaba su llegada. En este caso, la de la estancia en Egipto estaría anticipada en el Libro de Oseas, que habría sido escrito hacia el siglo VIII a. C. y que profetiza: "Cuando Israel era niño, yo le amaba, y de Egipto llamé a hijo" (Oseas 11, 1).
De hecho, el célebre episodio de la matanza de los inocentes que sirve de detonante para la huida a Egipto, es también un relato inventado: solamente se menciona en uno de los cuatro evangelios (el de Mateo) y no está avalado por ninguna otra fuente histórica (que no habría omitido un suceso de estas características).
De la misma manera no existe una sola evidencia sólida que confirme que Jesús estuviera viviendo alguna vez en Egipto. De hecho, la propia Iglesia Católica interpreta este episodio de manera alegórica, identificando a la Sagrada Familia con el drama que actualmente viven muchos inmigrantes abocados al destierro por razones políticas o económicas. Hay que advertir que, en el contexto de aquel tiempo, Egipto (país fronterizo con Israel) era precisamente un lugar de exilio voluntario para los israelitas que eran perseguidos por motivos políticos.
La ausencia de pruebas históricas no ha sido obstáculo para que la conexión egipcia de Jesús cimentara una tradición
Sin embargo, esta ausencia de pruebas históricas no ha sido obstáculo para que la conexión egipcia de Jesús cimentara una tradición (asimilada por la Iglesia Copta), y que estuvo muy arraigada desde la segunda mitad del siglo II. Es el filósofo griego Celso quien, en su discurso contra los primeros cristianos –texto que no ha llegado hasta nuestros días pero que conocemos a través de la réplica que le dedica Orígenes, uno de los padres de la Iglesia, en el año 248–, sitúa a Jesús trabajando de jornalero en Egipto, "y allí se ejercitó en ciertas habilidades (mágicas) de que blasonan los egipcios; vuelto a su patria, hizo alarde de esas mismas habilidades, y por ellas se proclamó a sí mismo como Dios".
Esta leyenda, sin visos de historicidad, ha servido para que algunos autores hayan especulado todo tipo de teorías en torno a una "iniciación" del Galileo en pretendidas "escuelas esotéricas" en la Tierra de los Faraones.
UN SACERDOTE EGIPCIO, ¿AMIGO DE JESÚS?
La Carta de Benan es un supuesto papiro egipcio del año 83, hallado en 1910 por un tal Ernst Edler von der Planitz (1857-1935), que recogería el testimonio de un sacerdote de Menfis que habría conocido personalmente a Jesús, entablando una estrecha amistad. De hecho, el mismo Benan, buscando a Jesús en Jerusalén, habría sido el primer testigo de su resurrección. La historia de este polémico hallazgo es detallada por el historiador Óscar Fábrega en Pongamos que hablo de Jesús (2017): "Obviamente se trata de un relato ficticio e imaginativo (…). Von der Planitz nunca mostró el supuesto documento original que había encontrado, ni siquiera una fotografía (…). Mentía impunemente al afirmar que todas estas versiones noveladas de la vida de Jesús procedían de manuscritos perdidos y encontrados con los que pretendía dar veracidad al embuste".
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